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portada-impulso.jpgEl impulso de tocarlo todo
Mario Z. Puglisi
Ediciones El Viaje
Guadalajara, Jalisco, 2009

 

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 He estado buscando a alguien
                como tú,    y he fallado…
 He viajado por muchos cuerpos
                de follajes extranjeros
cuerpos hechos y horadados, cuerpos finos y agradables.
 He nadado por páramos  inundados de la pulpa
                de tierra virgen e intransitada
de suelos umbríos y esteros llenos de ancestros acentos.
 Me he depositado en parajes pubescentes
  de vertiginosa y vertical calidez…
 Por poco me ahogo por observar el milagro
de la flor sin pétalos de seda mostrar su centro
en impetuoso frenesí
a quien observa desde adentro.
        Y no he encontrado a alguien
exactamente como tú.
                Que me haga vibrar;
                  que cuando me odie
         arquee las cejas,
                  que cuando me ame
         arquee las piernas;
 que con sus uñas mastique mi espalda,
   que esté parcialmente forrada
 de hambrienta y deseosa grama;
                que cuando me odie
                 me insulte con estridentes
                gritos de feminidad,
                que cuando me ame
                 insulte al cielo
                con mi virilidad;
  que me acompañe
    a rascar las paredes
  de la mina ancestral;
    que absorba las telarañas
     líquidas de mi alma;
                que lleve mercurio en la sangre,
                que le calme a mis dedos el hambre;
                        que cuando se vaya
                      la extrañe,
                        que cuando se venga
                       me bañe;
que esté llena de día,   descalza, desnuda
y vacía de noche;
        que distienda la luz de su espejo,
         de tal modo que en su imagen despierto;
             que extienda sus miradas al cielo.
Que sepa hacer el amor en el suelo.
        Que por todo me discuta,
                y una luna al mes
                no me pueda ni quiera ver
        que sus ojos escriban con señas,
y que tenga las manos pequeñas.   Sí,
no he encontrado a alguien
exactamente
                    como tú.
                           Punto

 

 

El Impulso de Dejarlo Todo Atrás

¿Cómo se vive el fuego cuando se apaga?
 Cuando se tiene que abandonar lo que en tantos años se ha logrado.
        Erase una vez la magia, que llegaba a las ciudades
cuando llovía y llovía durante días. Yo dejaba atrás todo
cuanto me pertenecía, por un impulso, por una búsqueda  que no termina.
Todo eso con lo que crecí, todo lo que amé y me fue amado,
todo lo aprendido, todo lo enseñado,
me fui desprendiendo de ello, sin darme cuenta,
              sin tener un ápice de conciencia.
La muerte llega cuando se tiene el corazón henchido de
  escarceos y vivencias, no cuando se es rico,
pleno, logrado, sabio o terminado.
   Nos vamos, no antes ni después,
sino en el momento justo
                   en que nos hemos llenado de lo necesario.
  Hoy sé que soy lo que soy         no por lo acumulado,
    sino por todo lo que he perdido y que aún sigo extrañando;
soy la suma de lo desertado, de todas las experiencias
                                     que he rechazado, de todo cuanto me ha abandonado.
          Dentro de nada habré perdido hasta esto último que me queda
     que es la voz eterna, inmortalizada en estas letras, 
y al haberme perdido todo, seré de nuevo parte importante
   de lo inmenso e imperecedero, del universo que imagino.
Pronto aprendí que las cosas valen
  el precio justo que nosotros mismos queremos darles,
por eso obedezco a este impulso,
  dejo todo atrás, levanto la frente,
           y conservo, por ahora,     mi parte.
                                            Punto

 




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