Tú
He estado buscando a alguien
como tú, y he fallado…
He viajado por muchos cuerpos
de follajes extranjeros
cuerpos hechos y horadados, cuerpos finos y agradables.
He nadado por páramos inundados de la pulpa
de tierra virgen e intransitada
de suelos umbríos y esteros llenos de ancestros acentos.
Me he depositado en parajes pubescentes
de vertiginosa y vertical calidez…
Por poco me ahogo por observar el milagro
de la flor sin pétalos de seda mostrar su centro
en impetuoso frenesí
a quien observa desde adentro.
Y no he encontrado a alguien
exactamente como tú.
Que me haga vibrar;
que cuando me odie
arquee las cejas,
que cuando me ame
arquee las piernas;
que con sus uñas mastique mi espalda,
que esté parcialmente forrada
de hambrienta y deseosa grama;
que cuando me odie
me insulte con estridentes
gritos de feminidad,
que cuando me ame
insulte al cielo
con mi virilidad;
que me acompañe
a rascar las paredes
de la mina ancestral;
que absorba las telarañas
líquidas de mi alma;
que lleve mercurio en la sangre,
que le calme a mis dedos el hambre;
que cuando se vaya
la extrañe,
que cuando se venga
me bañe;
que esté llena de día, descalza, desnuda
y vacía de noche;
que distienda la luz de su espejo,
de tal modo que en su imagen despierto;
que extienda sus miradas al cielo.
Que sepa hacer el amor en el suelo.
Que por todo me discuta,
y una luna al mes
no me pueda ni quiera ver
que sus ojos escriban con señas,
y que tenga las manos pequeñas. Sí,
no he encontrado a alguien
exactamente
como tú.
Punto
El Impulso de Dejarlo Todo Atrás
¿Cómo se vive el fuego cuando se apaga?
Cuando se tiene que abandonar lo que en tantos años se ha logrado.
Erase una vez la magia, que llegaba a las ciudades
cuando llovía y llovía durante días. Yo dejaba atrás todo
cuanto me pertenecía, por un impulso, por una búsqueda que no termina.
Todo eso con lo que crecí, todo lo que amé y me fue amado,
todo lo aprendido, todo lo enseñado,
me fui desprendiendo de ello, sin darme cuenta,
sin tener un ápice de conciencia.
La muerte llega cuando se tiene el corazón henchido de
escarceos y vivencias, no cuando se es rico,
pleno, logrado, sabio o terminado.
Nos vamos, no antes ni después,
sino en el momento justo
en que nos hemos llenado de lo necesario.
Hoy sé que soy lo que soy no por lo acumulado,
sino por todo lo que he perdido y que aún sigo extrañando;
soy la suma de lo desertado, de todas las experiencias
que he rechazado, de todo cuanto me ha abandonado.
Dentro de nada habré perdido hasta esto último que me queda
que es la voz eterna, inmortalizada en estas letras,
y al haberme perdido todo, seré de nuevo parte importante
de lo inmenso e imperecedero, del universo que imagino.
Pronto aprendí que las cosas valen
el precio justo que nosotros mismos queremos darles,
por eso obedezco a este impulso,
dejo todo atrás, levanto la frente,
y conservo, por ahora, mi parte.
Punto
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