Festival de Costa Rica.
Antología de poemas.

 


Ashraf Aboul-Yazid
(Benha, Egipto, 1963)

Una calle en El Cairo
(Fragmento)
Traducción de Nadia Gamal Eddin

[…] Una calle en El Cairo
abandonada, sin vehículos ni alma desde hace dos mil años,
donde los árboles y la gente se secaron
y el barro y los huesos se mezclaron
pero que sigue pareciéndose a un río,
como se parece la vida a la muerte.

El hombre que vuelve en sus cortas vacaciones
es como una calle en El Cairo,
sobre la que la ventana de la desesperación se asoma
y bailan en ella las calamidades
sumergiendo sus pies en la sangre y en los cadáveres
que duermen en su corazón después de cumplir su papel
en los noticieros…

El hombre que vuelve para unas cortas vacaciones
vierte el corazón y la vista
en la palma de la mano entre dos ciudades
dibujadas por los años
de arena y viento, y pregunta:
¿Cuántas desgracias bastan?


Taha Adnan
(Safi, Marruecos, 1970)

Odio el amor
Traducción de Antonio López Peña

No me gustan las elegías,
simples cumplidos tardíos,
halagos que se mascullan siempre tarde.
Detesto los elogios, mentiras manifiestas.

No me gusta la poesía clásica,
necesita demasiados glosarios
y un ejército de intérpretes;
detesto la crítica contemporánea,
moneda barata.

No me gustan los borradores,
me recuerdan poemas
que nada significan.
Detesto los poemas publicados
y me deja consternado que se queden
inacabados para siempre.

No me gusta la fama,
las luces ciegan
y no soy tan estúpido
como la mariposa;
detesto la vida en la sombra,
exactamente como un fruto invertido
que no llega a madurar.

No me gusta tener una nariz,
–órgano que se inscribe como una frase incisa–.

Detesto tener dos piernas,
paralelas como una escalera que no sirve de nada,
pues no tiene travesaños.

No me gustan los coches,
vehículos ineptos que exigen cuatro ruedas
para conseguir un sencillo equilibrio.
Detesto también la bicicleta,
que corre como un pájaro metálico miedoso,
incapaz de volar.

No me gusta que me llamen
Tahar el Marrakechi,
detesto las sonrisas fingidas que me ofrecen
cuando destrozan mi nombre en los servicios municipales
llamándome “Monsieur Taa Adnan”.

No me gusta el odio,
a menudo gratuito, sin razones fundadas.
Odio el amor, que es tan costoso.

No mee gusta el domingo,
un día perezoso
que me recuerda que tengo que trabajar
al día siguiente.
Detesto el lunes (véase el domingo).

No me gusta vivir solo,
la soledad es glacial
como una noche de diciembre
con la calefacción descompuesta.
Detesto vivir acompañado, es el infierno.

No me gusta tener una sangre que circula
sin poder atraparla
y detesto no tener sangre.

No me gusta el reloj,
me recuerda la vida que se pierde;
detesto el reloj de pulsera
que compite con los latidos de mi corazón.

No me gusta la paz,
vuelve monótona la vida, le quita el gusto.
Detesto la guerra, antítesis de la paz.

No me gusta la vida, esa hija de perra.
Detesto la muerte, su ladrido último.


Aitana Alberti
(Buenos Aires, 1941)

Saeta
(Cante jondo)
 

                                                        A Federico García Lorca

Voy a olvidar mi nombre
Voy a olvidar mi nombre y el idioma
Haré en el aire un signo
Quizás labre un destello
Descalza y en camisa
Me tenderé sobre el dolor terrestre
a llorar cada letra donde perdure
tu fervor de agua
Mía será la súplica del árbol
Olivo sin olvido arranca aquel retrato
e ignore la alegría el vuelo de la muerte

No importa si naciste febril como la alondra
duerme tranquilo sellado en el misterio
Aljibe doble para el canto y el sueño
aún es chica y frutal esa luna de agosto
que rema sola ante el balcón abierto


Khulood Al Muala
(Umm Al Quiwin, Emiratos Árabes, 1969)

El periódico de la mañana
Traducción de Amr Mohamed Said

Esta mañana
No aguanté el color del periódico
Las punzadas del corazón me roen los huesos del alma
Las líneas dibujan el cuerpo del desastre
Había olvidado mi alfabeto
La noticia formó la cara de mi tristeza
No estaba en el periódico
Pero leí mi nombre entre los fallecidos
Y bajo un poema que nunca escribí.

En la cuarta página vi un color
Parecido al de mi locura
Las palabras dibujadas con un lenguaje que me asimila
No me comprendí
No comprendí el periódico
La taza de café se llenó de nuevo
La había bebido ayer
Recuerdo mi rostro invertido en la taza
Pensé que las letras se habían derramado
Y que estaba leyendo el periódico al revés
Igual que mi cara en la taza del café.


 

Joan Bernal
(San José de Costa Rica, 1974)

Carta a Luzbel

Voy en retirada.
A corto plazo en mi. A largo plazo en ti.
Sopor unánime.
Aire. Meretriz.
Toda mi frente.
Estrépito de barcos donde la noche abrupta
suelta en perezas brumas y regazos.
Busca en mi edad. Príncipe excelente.
Busca en el incremento de mi rostro tu cifra inaugural.
Pobre absoluto.
Quieto en la cavidad de mis oídos.
Estás pero no estás. En todo el todo.


 

Ahn Do-Hyun
(Corea del Sur, 1961)

Las culebras que van a Seúl
Traducción de Kwang Yeul Koo

Las culebras salieron del bosque al pavimento con ganas,
juzgando que les convenía más correr que arrastrarse.
Torcidas estaban rodando hacia Seúl de prisa.
Pero más tarde se dieron cuenta de que
estaban arrastrándose haciendo curvas,
así que estiraron el cuerpo y se tendieron como línea recta
para llegar más pronto, jurando que jamás se arrastrarían.
Al fin sus cuerpos redondos y largos se hicieron planos.
(Pero no digas que se murieron.)
Desde aquel tiempo empezaron a abrazar el pavimento con toda su fuerza.
Empezaron a convertirse en asfalto negro pegándose a la carretera.
Van de todas partes de la república hacia Seúl.
También voy a veces a Seúl montado en sus espaldas.


 

Alex Pausides
(Manzanillo, Cuba, 1950)

Brújula

Su mano es una brújula en el caos
El velamen se alza y la suerte es un dedal en el vacío
No hay capitán que desoiga la voz de esas sirenas
La distancia promete islas ancladas en la palma de la mano


Limited

El hombre es un animal tan raro entre los duendes
no mira al suelo el pobrecillo
ahí se alza el abismo y él perdido
pobre el hombre del milenio grandísimo
sin un día siquiera entre pecho y espalda


 

Claudio Pozzani
(Génova, 1961)

Danzo
Traducción de Argelia Rondon

Danzo la danza de las ideas geniales
esperando que tú me digas algo nuevo.
Danzo la danza de los perdedores y los pedidos
sabiendo que mis pasos serán vanos.
Danzo la danza de los ingenuos felices
pensando que mi sudor le sirva a alguien.
Danzo la danza de los que se aprovechan
y danzaré hasta que tú me pagues.

Y danzo, danzo, danzo
para vencer mi arrogancia.
Danzo, danzo, danzo,
el porqué no tiene importancia.

Danzo la danza de los malditos
porque el “Spleen” me llega hasta el tórax.
Danzo la danza de los presuntuosos
porque tú también lo eres si te crees a mi nivel.
Danzo la danza de los indeseados:
me he entrenado mucho frente a puertas cerradas.
Danzo la danza de los que no soportan
¿puedes hacerte un poco más allá por favor?

Y danzo, danzo, danzo
mientras resista en pie.
Danzo, danzo, danzo
porque eres tú quien me lo pide.


 

Blanca Luz Pulido
(Estado de México, 1956)

Tu rostro

De los enigmas del mundo
elijo tu rostro, cifra y sueño.

En la orilla del tiempo, en los milenios,
somos sólo un silencio,
un gesto de los días,
pero en tu rostro contemplo
los infinitos seres que en ti han sido,
las constelaciones, las mareas,
los naufragios que habitan en tu sangre,
las estrellas que fueron necesarias
para inventar el cielo que, una noche,
ambicionó que tus labios existieran.


 

Beatriz Russo
(Madrid, 1971)

Tan poco esfuerzo

Tan poco esfuerzo en dormir sabiendo que tras la noche
siempre acude puntual la mañana incuestionable.
Tan poco esfuerzo en esperar las estaciones, que siempre
serán cuatro aunque se asocien.
Tan poco esfuerzo en prescindir de tus amigos, que ya
cuelgan de sus esposas, como llaves que giran en un
único sentido.
Tan poco esfuerzo en aceptarlo todo y no pensar en que si acaso
giráramos la mano hacia el otro lado,
abriríamos la puerta de salida.


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