Homenaje a
Hugo Gutiérrez Vega


espacios-gutierrez-vega1.jpg


En el alegre marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, celebrada el pasado mes de abril en el Centro Cultural Universitario, el Periódico de Poesía organizó un homenaje, que más que un homenaje resultó una muy agradable y divertida charla, al maestro Hugo Gutiérrez Vega.

Homenaje a Hugo Gutiérrez Vega

 



Claudia Sánchez


En el alegre marco de la Fiesta del Libro y la Rosa, celebrada el pasado mes de abril en el Centro Cultural Universitario, el Periódico de Poesía organizó un homenaje, que más que un homenaje resultó una muy agradable y divertida charla, al maestro Hugo Gutiérrez Vega.

Pedro Serrano y Eduardo Ruíz Saviñón platicaron con el poeta, y recordaron los momentos inolvidables que han ido forjando el inigualable misticismo del C.C.U., enclavado en las entrañas de Ciudad Universitaria. El maestro Gutiérrez Vega arrancó en muchas ocasiones la carcajada del público reunido en la sala Carlos Chávez.


Pedro Serrano: Es un placer tener esta conversación con Hugo Gutiérrez Vega y disfrutar de su lectura. Como todos saben, se están renovando todos los espacios del C.C.U., que se pensó cuando Hugo Gutiérrez Vega era director de Difusión Cultural. Eduardo Ruíz Saviñón trabajaba en ese entonces con HGV, igual que yo; era una época muy divertida, se montó El tío Vania, en la cual Hugo actuó junto con Alejandro Aura; Lástima que sea puta, dirigida por Gurrola, de John Ford, entre muchísimas otras cosas. Se iniciaron los Materiales de Lectura, fue una gran época de la Revista de la UNAM, Carlos Monsiváis realizó diversas publicaciones en la jefatura de Humanidades. Éste es un homenaje y una reconstitución de todo eso que es la Universidad, la poesía y todos los que estamos aquí.

Hugo Gutiérrez Vega: Voy a empezar con un poema dedicado a Picasso, "El mural de Guernica"; lo escribí en Roma, cuando vivía en esa ciudad. Alberti me dijo que iba a la costa francesa para ver a Picasso, iba a verlo con frecuencia, entonces le pedí: llévale este poema. Se lo llevó, pasó el tiempo, no hubo respuesta, a mí me pareció lógico, recibía tantos poemas que no iba a dar respuesta a todos los que le mandaban sus poemas. En el siguiente viaje, Alberti me entregó un dibujo firmado, en la actualidad mi única fortuna; por lo demás, no he logrado muchos éxitos.

PS: Bien, Hugo, estaba recordando aquella época que creo que fue una de las grandes épocas de Difusión Cultural. El teatro se hacía en la Universidad, en sus distintos espacios, el Teatro Caracol, por ejemplo, en Av. Chapultepec, donde se montó el Tío Vania, dirigida por Rulfo; háblanos de ese momento.

HGV: Creo que el movimiento teatral de este país tiene como sede emblemática a la Universidad; no sólo el movimiento teatral, sino todas las artes. La Universidad y la ausencia de censura que la caracteriza han propiciado la experimentación, la búsqueda de nuevas formas de expresión en todas las artes. Yo recuerdo que en aquella época estábamos iniciando la construcción de los teatros, la sala Netzahualcóyotl ya funcionaba; en este punto quiero recordar al Dr. Soberón, a Diego Valadéz, a todos los compañeros ingenieros y arquitectos de la dirección de obras, a los albañiles y maestros de obras que aquí trabajaron, porque además hubo caídos; estamos en plena zona volcánica, entonces, con frecuencia, las víboras de cascabel atacaban, un día me llegó la noticia de que ya habían picado el empeine de uno de los albañiles más entusiastas, así que en la construcción de este lugar también hubo caídos.
espacios-hugo_gutierrez_vega2.jpg
En el teatro, teníamos muchos espacios, recuerdo el de la Casa del Lago con especial afecto, ahí puso Eduardo varias obras: Los perros de Tindalos, La casa de Usher; trabajamos con Nicolás Núñez, José Ángel García, Elena Guardia, Patricia Bernal; ahí estrenamos muchas obras, entre otras, Roberte esta noche, de Pierre Klossowski, la dramaturgia era de Juan García Ponce. Pasó algo muy curioso con esta obra, era efectivamente una obra dura, directa, clara; el día del estreno asistieron varios maestros, algunos de ellos con espíritu de herr professor, es decir, con la censura en el fondo de su alma. Y al día siguiente me habló el rector, sonó el teléfono en la Casa del Lago, y me dijo Lolita (mi secretaria: anarquista, catalana, maravillosa, que trabajaba en esa época ahí): “Le habla el rector”. El señor rector me dijo “Creo que estrenaron ayer una obra pornográfica”, le dije “No, no es precisamente una obra pornográfica, es una obra brutalmente pornográfica”. Ése era el objetivo que se buscaba. Él dijo “Pero además me cuentan ─y esto en un recinto universitario─  que en el segundo acto hay una caja de espejos”. Le dije: “efectivamente, hay una caja de espejos, Fiona Alexander, quien hizo la escenografía, construyó una caja de espejos, que era el baño del personaje”. El rector siguió “Además me cuentan que ella está con poca ropa”. Le contesté “No, le contaron mal, ella está sin ropa”. El rector dijo “También me cuentan que entra un enanito vestido de mariscal napoleónico”. Contesté “Efectivamente, es un enanito del circo Atayde llamado Marianito”. El rector dijo “¡Y que le abre las piernas!”. Le dije: “eso es falso, ella las abre sola”. “Y otra cosa más”, continuó él, “que le pone un anillo en el clítoris”. En ese momento yo me puse nervioso y le dije “sí, señor rector, pero casi nunca le atina”. A Soberón le dio risa, y seguimos adelante, con restricciones de entrada a los menores de edad, pero la obra terminó con un éxito enorme. Como ésta, hay muchas anécdotas.

PS: ¿Por qué no nos lees un poema más?, para después continuar la plática. Tenemos una pregunta después de tu poema.

HGV

"Nota roja"

PS: Ahora cedo la palabra a Eduardo Ruíz, quien te va a hacer una pregunta, Hugo, sobre el teatro Juan Ruíz de Alarcón.

Eduardo Ruíz Saviñón: ¿Cómo fue el estreno del Juan Ruíz de Alarcón? ¿Nos puedes contar qué pasó? Yo recordaba que Gurrola iba a dirigir una obra, La prueba de las promesas, y que jugaban golf mientras estaban haciendo los teatros, jugaban al golf entre las butacas, pero ¿qué pasó en ese estreno?

HGV: Yo ofrecí a varios directores que se encargaran de la dirección de una obra de Juan Ruíz de Alarcón para inaugurar el teatro, pero había muy poco tiempo, Mendoza me dijo que no tenía suficiente tiempo, ya ven que es un hombre muy cuidadoso, muy detallista; Margules tampoco; Gurrola me dijo “yo le entro”. Quedarían unos tres meses para ensayar la obra y estrenarla. Efectivamente, era La prueba de las promesas, de Ruíz de Alarcón. Gurrola hizo una puesta en escena que en un principio me pareció discutible, y que hoy, a la distancia, me parece espléndida. La sola idea de tener al doctor Ruíz de Alarcón metido en un refrigerador de carnicería, y sacarlo para volverlo a la vida ya me parecía genial, estas cosas de Gurrola, entre genialidades y barbaridades, entre prodigios y estupideces.

ERS: pero el problema fue que el rector, para la ocasión, quería ver una obra seria y formal, ¿no?

HGV: Efectivamente, esperaba una puesta en escena tradicional de Don Juan Ruíz; recuerdo que el día del ensayo general estaba Jorge Carpizo, que era el encargado de las festividades. Acababa de pasar un acto académico donde se habían puesto la toga y el birrete los unos a los otros en ceremonias muy notables. Y había razones para celebrar. Entonces, en el proscenio, antes de abrir el telón, se prende un cenital y aparece una mesa en la que hay un charro disecado, y el charro disecado tiene toga y birrete, y en la mano un papel de escusado. Yo volteé a ver a Carpizo de lado y dije “a ver qué pasa”.

PS: Y eso pasó hace treinta años, en una gran inauguración, no se había construido en la UNAM nada tan importante después de la creación de la misma UNAM, es decir, es esto lo que tiene la Universidad, que se piensa que la autonomía la hace la derecha para que la izquierda cardenista no la tome, luego esto da la vuelta convirtiendo a la UNAM en una mezcla de todas esas cosas funcionando juntas, quizá es esto lo interesante.

HGV: tienes razón, Pedro. Recuerdo que cuando se inició la obra, Gurrola había pensado meter en un refrigerador de carnicería, que no sé dónde consiguió Alejandro Luna, autor de la escenografía, a Don Juan, cuyo papel lo hacía un actor llamado Óscar Yorgen, muy simpático, que llevaba una gorguera preciosa, un jubón recamado maravilloso, y nada más... como decimos los rancheros, al raiz; por eso, después, el actor comentaba con mucho humor  “¿saben por qué corrieron a Gutiérrez Vega de Difusión Cultural?” y cuando le respondían: “no, ¿por qué?” Contestaba: “¡Por mis huevos!” Tenía razón Óscar, pero, además, no fui corrido, renuncié. Me habló el rector. Le pareció mal el ataque o la burla de la academia; la puesta en escena tenía otros aspectos más bien de la imaginación delirante de Juan José, había un conejo, ¿cuántos metros mediría el conejo? Unos diez, era color de rosa, me recordaba a Harvey, el conejo de la película de James Stewart, y en la parte superior Rosenda Monteros, con poca ropa, recitando el verso alarconiano.

PS: ¿Y saben qué sucedió con todo esto? Hugo tuvo que renunciar, todo nuestro proyecto de teatro valió gorro, por Gurrola; ya habíamos conseguido que se pagaran ensayos, etc., ya estábamos equilibrándonos con la música, siempre había la queja del porqué les pagaban más a los de música que a los de teatro; ya habíamos conseguido que se pagara un mes de ensayo; y todo eso, como Juan José siempre fue muy destructivo contra él mismo, destruyó la compañía de teatro universitaria, y Hugo tuvo que renunciar a fuerza, ¿no fue así, Hugo?

HGV: Sí, me preguntó el rector “¿cuándo termina la obra?”, “pues en veintiocho días, porque Rosenda tiene un compromiso cinematográfico”, él dijo “no, termina mañana”, le contesté “no, señor, no podemos; yo como jefe de teatro no puedo ejercer la censura, y usted como rector de la UNAM, tampoco”. Soberón era un hombre muy inteligente y muy sensible, dijo “tiene usted razón, Hugo, que dure los veintiocho días, pero yo tengo que entregar su cabeza a los que están enojados con esta puesta en escena”, le dije “pues mire usted, París bien vale una misa, dijo el rey Enrique, mi cabeza bien vale para que se detenga un acto de censura, y a los veintiocho días terminó la obra y yo renuncié. Creo que me quedé sin trabajo una buena temporada, hasta que ingresé al servicio exterior. Pero esta es otra prueba de que en la UNAM han detenido los intentos de la censura. Yo creo que en este aspecto es una de las universidades más admirables del mundo y, por otra parte, lo que es incuestionable es que ha tenido un aparato de difusión cultural que es una especie de ministerio de cultura; piensen en todos los recintos que tiene la universidad, empezando por estos [los del C.C.U.], piensen en el Chopo, en la Casa del Lago, en los auditorios de las preparatorias, en las orquestas, en los conjuntos de cámara, en los grupos de teatro, en las publicaciones, es el tercer lugar en el mundo en materia de edición, después de Oxford y Harvard, la UNAM produce libro y medio diario. Yo creo que cualquier aportación que hayamos hecho nosotros a la difusión de la cultura debe ser, y para mí lo es, un motivo de orgullo, yo me siento muy satisfecho de haber participado en esos actos, en esas empresas que fortalecieron la difusión de la cultura de la Universidad.

PS: yo creo, Hugo, que quizá lo que le da a la Universidad una ventaja sobre otros espacios es que no tiene pretensión estatal, sino universal, universitaria. ¿Por qué no nos lees otro poema?

HGV: De mi último libro, una antología que publicó Visor, en España ─aunque mis tres últimos libros fueron escritos en Grecia y traducidos al griego─ les voy a leer de un libro que se titula Cantos del despotado de Morea, el poema "Habla el déspota"; el déspota en griego moderno no tiene el mismo sentido peyorativo que tiene en español, es simplemente señor o monarca:

 

Para el pastor el poeta es un ser fácil que se contenta con muy poco,
donde el poeta diría había, estaban, el pastor dice vive, es, hace.
El poeta lleva siempre mil años de retraso y es ciego por añadidura,
el pastor es eterno, un espíritu ligado a la tierra, un renunciado.

Henry Miller, El Coloso de Marusi.


"Habla el déspota"
(fragmento)

espacios-hugo_gutierrez_vega1.jpgERS: Por último, yo quisiera comentarles que de las veces que dirigí a Hugo como actor, siempre escogíamos papeles de cardenal, de obispo, y con su figura era perfecto para esos papeles; y una cosa más que podemos escuchar de Hugo es que, además de poeta, es actor,  y es uno de los actores poetas que, creo, lee mejor la poesía; así que en este pequeño homenaje aquí en la UNAM, lo apreciamos como funcionario, poeta, actor y amigo; en estos tiempos en que la UNAM tiene más participación en la vida de todos, a diferencia del Gobierno, de Conaculta, etc.; la diferencia que hace la UNAM, en el teatro universitario, con respecto al teatro estatal. Quiero agradecer mucho a Hugo el que esté con nosotros como una persona universitaria.

PS: Yo también quisiera agradecer a Hugo el que esté aquí y pedirle una última lectura.

HGV: Poema dedicado a Odiseas Elitis, a quien me unió una amistad que recuerdo con enorme afecto, lo veía con mucha frecuencia, fue mi maestro en muchas cosas. Dedicado también a mis tres hijas: Lucinda, Fuensanta y Mónica. Mónica se me fue hace un año.

"Canción para una muchacha en la atardecida del Cabo Sounión"
(fragmento)


Quisiera pedir a Pedro un último recuento, ahora que hablaba Lalo de mis trabajos como actor, recuerdo que alguna vez, conversando con Soberón, me dijo “Hugo, acuérdese que es usted director general, entonces tenga cuidado con  lo que hace en el teatro”. Le dije “usted es bioquímico y va a su laboratorio todas las noches cuando sale de la Rectoría, yo voy al teatro todas las noches a actuar”. Me dijo “bueno, Hugo, pero le recomiendo que haga papeles serios”. Yo acababa de hacer El cornudo, de Bocaccio, en una función memorable en la Casa del Lago a la que asistieron, ¿recuerdas, Lalo?, Peter O'Toole y Max von Sydow, y estuvieron encantados con el Bocaccio. Le dije “bueno, señor rector, voy a tratar de hacer papeles serios”, y al poco tiempo le hablé y le dije “ya tengo un papel serio, es de un cardenal”, me dijo “muy bien, ¿en qué obra?”, “en Lástima que sea una puta”.

PS: Que también fue una obra memorable.

HGV: Una gran obra de Gurrola.

PS: Pues agradecemos a Hugo Gutiérrez Vega, a Eduardo Ruíz Saviñón y a ustedes. Muchas gracias.

 

{moscomment}