Espectro Rojo |
Espectro Rojo. Fetiches críticos: residuos de la economía general |
El Espectro Rojo invoca a Marx para denominarse y cita: “Si hay pasaje de la historia pintado en gris sobre fondo gris, es éste. Hombres y acontecimientos aparecen como un Schlemihls a la inversa, como sombras que han perdido sus cuerpos (…) Y cuando por fin aparece el “espectro rojo”, constantemente evocado y conjurado por los contrarrevolucionarios, no aparece tocado con el gorro frigio de la anarquía, sino vistiendo el uniforme del orden, con zaragüelles rojos.” Sobre este paisaje, su primer proyecto (conjunto de intervenciones que se encuentran expuestas actualmente en CA2M [Centro de arte Dos de Mayo] de Madrid) se desarrolla Fetiches críticos: Residuos de la economía general. Los jóvenes participantes ofrecen diferentes inversiones radicales que desplazan las ficciones teóricas y estéticas del arte dentro del capitalismo.
Las distintas definiciones que ofrecen del fetiche, problematizan su condición dentro de la cultura mercantil, como “gozne” o “sitio” intermedio que acompaña “la inestabilidad de los conceptos de valor sexual, económico y estético” de la “violenta interacción de economías y epistemologías desiguales” –según Cuauhtémoc Medina y Mariana Botey. Fetiches críticos se dio a la tarea de “excavar un archivo alterno de estrategias poéticas, teóricas y políticas [que] en un doble movimiento, recuperan la ambivalencia y complejidad de la categoría del fetiche como centro de la teorización crítica de la sociedad mercantil”. Y nos ofrece más de una veintena de proyectos que ponen en cuestión la mercantilización del objeto ‘otro’ o que identifican fetiches de “aparente irracionalidad económica” que se vertebra con el cuestionamiento entre deseo y producción; y emprenden una “búsqueda poética de formas de disidencia práctica e intelectual”. Junto con Marx, El Espectro Rojo parte de la teorización de Bataille para quien el sacrificio y el fetichismo son necesidades humanas básicas e irreductibles a las nociones de útil y producto. Con todos estos ingredientes, el proyecto demuestra la inteligente urgencia de posicionarse en el cuestionamiento y en “el punto ciego necesario” que podría llevarnos a confrontar los alcances del consumo. Una de las 'obras' que más me sorprendió fue Comercio justo de cabezas (María Thereza Alves, 2008) que denuncia la posición del Ministerio de Cultura de Francia, en contra del Alcalde de Rouen, quien pretendía regresar a su lugar de origen las cabezas maoríes que coleccionaban los europeos del siglo XIX, y que continúan en sus museos. El tráfico de partes corporales de razas asignadas como inferiores son prácticas colonialistas que los gobiernos siguen justificando en tanto que, dicen, se trata de objetos artísticos que no son reconocidos como partes corporales: “Los guerreros tatuados Maoríes estaban a veces en peligro de ser asesinados con el fin de vender sus cabezas. Algunos esclavos Maoríes fueron tatuados a la fuerza y posteriormente decapitados.” Comercio justo de cabezas, “permite el intercambio equitativo de cabezas entre grupos indígenas cuyos descendientes van denegando el derecho de las partes corporales de sus ancestros con los ciudadanos de países que retienen dichas partes de cuerpos (…) Emilie proveniente de Lille es la primera europea que participa en el programa de intercambio, al donar su cabeza como representante de la cabeza retenida por el gobierno francés.” El martes 5 de mayo de 2010, Francia decidió regresar a Nueva Zelandia las 16 cabezas momificadas que se encontraban en distintos museos del país.
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