El Oro de los tigres
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Adonis


Jorge Luis Borges


G.K. Chesterton

Anne Hebert

Philipe Jaccottet

Saito Mokichi

William Stevens

 




 
 

Adonis


Damasco


Damasco, tú me has hecho una seña
He venido a ti, voz huérfana
Nutriéndose
Tejiendo su palabra crepuscular con una lengua maldita
Que tapiza el universo
Arranca la puerta de su antigua sabiduría


He venido, portador de una estrella de un fuego elocuente
Estrella, devuélveme los reyes magos
Y tú, fuego, arrasa este universo de hojas y de viento


Damasco, ombligo de jazmín grávido
Que despliega su aroma como un techo
Y espera al recién nacido






Jorge Luis Borges


El oro de los tigres


Hasta la hora del ocaso amarillo
cuántas veces habré mirado
al poderoso tigre de Bengala
ir y venir por el predestinado camino
detrás de los barrotes de hierro,
sin sospechar que eran su cárcel.
Después vendrían otros tigres,
el tigre de fuego de Blake;
después vendrían otros oros,
el metal amoroso que era Zeus,
el anillo que cada nueve noches
engendra nueve anillos y éstos, nueve,
y no hay un fin.
Con los años fueron dejándome
los otros hermosos colores
y ahora sólo me quedan
la vaga luz, la inextricable sombra
y el oro del principio.
Oh ponientes, oh tigres, oh fulgores
del mito y de la épica,
oh un oro más precioso, tu cabello
que ansían estas manos.






G.K. Chesterton


Mahound is in his paradise above the evening star,
(Don John of Austria is going to the war)
he moves a mighty turban on the timeless houri's knees,
his turban that is woven of the sunset and the seas.
He shakes the peacock gardens as he rises from his ease,
and he strides among the tree-tops and is taller than the trees,
and his voice through all the garden is a thunder sent to bring
black Azrael and Ariel and Ammon on the wind.
Giants and the Genii,
multiplex of wing and eye,
whose strong obedience broke the sky
when Solomon was king.


They rush in red and purple from the red clouds of the morn,
from temples where the yellow gods shut up their eyes in scorn;
they rise in green robes roaring from the green hells of the sea
where fallen skies and evil hues and eyeless creatures be;
on them the sea-valves cluster and the grey sea-forests curl,
splashed with a splendid sickness, the sickness of the pearl;
they swell in sapphire smoke out of the blue cracks of the ground,—
they gather and they wonder and give worship to Mahound.
And he saith, "Break up the mountains where the hermit-folk may hide,
and sift the red and silver sands lest bone of saint abide,
and chase the Giaours flying night and day, not giving rest,
for that wich was our trouble comes againg out of the west.
We have set the seal of Solomon on all things under sun,
of knowledge and of sorrow and endurance of things done,
but a noise is in the mountains, in the mountains, and I know
the voice that shook our palaces—four hundred years ago:
it is he that saith not 'Kismet'; it is he that knows not Fate;
it is Richard, it is Raymond, it is Godfrey in the gate!
It is he whose loss is laughter when he counts the wager worth,
put down your feet upon him, that our peace be on the earth."
For he heard drums groaning and he heard guns jar,
(Don John of Austria is going to the war).
Sudden and still—hurrah!
Bolt from Iberia!
Don John of Austria
is gone by Alcala.



Mahoma está en su paraíso sobre el lucero de la tarde
(Don Juan de Austria marcha a la guerra)
y reclina el poderoso turbante en el regazo de la hurí eterna,
su turbante tejido por los crepúsculos y los mares.
Espanta del jardín a los pavos reales cuando despierta de la siesta,
y camina entre los árboles, y es más alto que los árboles,
y su voz, a través del jardín, es un trueno que invoca
al negro Azrael, y a Ariel, y a Ammón en el viento,
a los Gigantes y a los Genios
de alas y ojos múltiples,
cuya firme obediencia rompió el cielo
cuando Salomón era rey.


Se precipitan, de rojo y púrpura, desde las rojas nubes de la mañana,
desde los templos donde los dioses amarillos cierran sus ojos con desprecio,
y vestidos de verde, suben rugiendo desde los verdes infiernos del mar,
donde hay cielos caídos, y colores perversos, y criaturas sin ojos;
sobre ellos se arraciman los moluscos y se rizan las grises selvas del mar,
salpicadas de un espléndido mal, el mal de la perla;
surgen en humaradas de zafiro por las azules grutas de la tierra,
se agolpan, y se maravillan, y rinden culto a Mahoma.
Y él dice: "Trizad las montañas donde se ocultan los ermitaños;
cerned la arenas rojas y plateadas hasta que no quede vestigio de santo,
y perseguid volando a los infieles día y noche, sin darles descanso,
pues lo que fue nuestra aflicción vuelve otra vez desde el Oeste.
Hemos impreso el sello de Salomón en todo lo que existe bajo el sol,
de sabiduría, y de tristeza, y de dolor de las cosas hechas,
pero un clamor se oye en las montañas, en las montañas, y reconozco
la voz que hizo temblar nuestros palacios, hace ya cuatrocientos años:
él es quien no dice 'Kismet', el que ignora el Destino;
es Ricardo, es Raimundo, es Godofredo a nuestras puertas;
el que se ríe cuando las apuestas les son desfavorables:
ponedle bajo vuestro pie, para que nuestra paz reine en la tierra."
Escucha el redoblar de los tambores y el retumbar de los cañones
(Donjuán de Austria marcha a la guerra).
Resuelto y sereno, ¡hurra!,
¡rayo de Iberia!,
Don Juan de Austria
sale de Alcalá.






Anne Hebert


Le piano

Il a suffi dʼune note légère
Dʼun seul doigt frappée
Par un esclave tranquille

Une seule note un instant tenue
Pour que la clameur sourde des outrages
Enfouis au creux des veines noires
Monte et se décharge dans lʼair immobile

Le maitre ne sachant que faire
Devant ce tumulte
Ordonne quʼon ferme le piano
À jamais.


El piano

Bastó una nota ligera
Tocada por un solo dedo
De un esclavo tranquilo

Una sola nota un instante tenue
Para que el clamor sordo de los ultrajes
Soterrados profundo en las venas negras
Subiera y se descargara en el aire inmóvil

El amo, sin saber qué hacer
Ante aquel tumulto
Ordena que cierren el piano
Para siempre.






Philipe Jaccottet


1

Parler est facile, et tracer des mots sur la page,
en règle générale, est risquer peu de chose:
un ouvrage de dentellière, calfeutré,
paisible (on a pu même demander
à la bougie une clarte plus douce, plus trompeuse),
tous les mots sont écrits de la même encre,
“fleur” et “peur” par exemple sont presque pareils,
et jʼaurai beau répéter “sang” du haut en bas
de la page, elle nʼen sera pas tachée,
ni moi blessé.

Aussi arrive-t-il quʼon prenne ce jeu en horreur,
quʼon ne comprenne plus ce quʼon a voulu faire
en y jouant, au lieu de se risquer dehors
et de faire meilleur usage de ses mains.

Cela,
cʼest quand on ne peut plus se dérober à la douleur,
quʼelle ressemble á quelquʼun qui approche
en déchirant les brumes dont on sʼenveloppe,
abattant un á un les obstacles, traversant
la distance de plus en plus faible —si près soudain
quʼon ne voit plus que son mufle plus large
que le ciel.

Parler alors semble mensonge, ou pire: lâche
insulte à la douleur, et gaspillage
du peu de temps et de forces qui nous reste.



1


Hablar es fácil, trazar sobre la página palabras
es, por lo general, arriesgar poco:
una labor de encaje, resguardada,
apacible (hasta pudo pedírsele a una vela
su claridad más suave, más equívoca);
se escriben las palabras con igual tinta todas,
"flor" y "temblor", por caso, se parecen bastante,
y aunque copie en la página mil y mil veces "sangre",
no se manchará de ella,
ni yo acabaré herido.

Por eso el juego puede volverse insoportable,
y que ya no se entienda lo que ha querido uno
hacer mientras jugaba, en vez de arriesgar fuera
y hacer un mejor uso de sus manos.

Y es así
cuando ya uno no puede hurtarse del dolor,
que se parece a alguien que se acerca
desgarrando las brumas que lo envuelven,
derribando uno a uno los obstáculos, hasta
salvar esa distancia débil... y ya tan cerca
sólo vemos su hocico, más largo aún que el cielo.

Hablar entonces parece una mentira, o peor: un insulto
cobarde hacia el dolor, y un despilfarro
del poco tiempo y fuerzas que nos quedan.






Saito Mokichi



De lejos le traigo
medicinas, me mira
porque soy su hijo.




harubaru to kusuri o mochite koshi ware o mamori tamaeri ware wa ko nareba




Me acerco, me mira
y murmura, dice algo porque
soy su hijo.


yorisoeru ware o mamorite iitamou nanika iitamou ware wa ko nereba



Polvo en la lanza
barnizada de rojo en la
viga: lo veo, en la mañana
estoy cerca de mi madre.





nageshi naru ninuri no yari ni chiri wa miyu haha no be no waga asame ni wa miyu






William Stevens



Extracts from Addresses to the Academy of Fine Ideas


I

A crinked paper makes a brilliant sound.
The wrinkled roses tinkle, the paper ones,
And the ear is glass, in which the noises pelt,
The false roses —Compare the silent rose of the sun
And rain, the blood-rose living in its smell,
With this paper, this dust. That states the point.

Messieurs,

It is an artificial world. The rose
Of paper is of the nature of its world.
The sea is so many written words; the sky
Is blue, clear, cloudy, high, dark, wide and round;
The mountains inscribe themselves upon the walls.
And, otherwise, the rainy rose belongs
To naked men, to women naked as rain.

Where is that summer warm enough to walk
Among the lascivious poisons, clean of them,
And in what covert may we, naked, be
Beyond the knowledge of nakedness, as part
Of reality, beyond the knowledge of what
Is real, part of a land beyond the mind

Rain is an unbearable tyranny. Sun is
A monster-maker, an eye, only an eye
A sharpener of shapes for only the eye,
Of things no better than paper things, of days
That are paper days. The false and true are one.



Extractos de discursos ante la Academia de las Bellas Ideas

1

Un papel arrugado hace un sonido brillante.
Las rosas estrujadas tintinean, las de papel,
y el oído es cristal sobre el que se lanzan los ruidos,
las rosas falsas: comparen la rosa callada del sol
y la lluvia, la rosa-sangre que vive en su olor,
con este papel, este polvo. He ahí el asunto.

Señores

es un mundo artificial. La rosa
de papel pertenece a la naturaleza de su mundo.
El mar es muchas palabras escritas; el cielo
es azul, nítido, nublado, alto, oscuro, ancho y redondo;
las montañas se transcriben en los muros.
Y, por lo demás, la rosa lluviosa pertenece
a los hombres desnudos, a las mujeres desnudas como la lluvia.

¿Dónde está aquel verano tan caliente que uno podía caminar
entre los venenos lascivos, libre de ellos,
y en qué refugio podremos, desnudos,
estar más allá del conocimiento de la desnudez, como parte
de la realidad, más allá del conocimiento de lo que
es real, parte de una región más allá de la mente?

La lluvia es una urania insoportable. El sol
cría monstruos, un ojo, sólo un ojo,
formador de formas sólo para el ojo,
de cosas no mejores que las cosas de papel, de días
que son días de papel. Lo falso y lo verdadero son lo mismo.

 

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