Selecciones de
Amadeo Mandarino, Argentina


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Selecciones de Amadeo Mandarino comenzó en 1998, básicamente como un contenedor de textos, con un perfil artesanal, porque al principio eran sólo unas plaquetas hechas con una hoja A4 impresa por la computadora, doblada y abrochada en el medio. Era un contenedor, porque la idea primaria era la de darle forma de libro a textos que algunos amigos habían escrito o traducido.

Selecciones de Amadeo Mandarino,
Argentina

 



Darío Rojo

amadeo-portadas.jpgSelecciones de Amadeo Mandarino comenzó en 1998, básicamente como un contenedor de textos, con un perfil artesanal, porque al principio eran sólo unas plaquetas hechas con una hoja A4 impresa por la computadora, doblada y abrochada en el medio. Era un contenedor, porque la idea primaria era la de darle forma de libro a textos que algunos amigos habían escrito o traducido.

El artesanato se fue abandonando, los libros se hicieron un poco más largos y algunos de los textos fueron creados especialmente para la editorial. Nunca hubo un calendario para los libros y por porcentaje de títulos publicados y por interés primario en la mayoría de los que participaron, la poesía era el género rector. Aunque en lo concreto no había restricción de género por lo que, entre los títulos, hubo tanto libros de historia, como ensayos sobre literatura y artes plásticas, epistolarios, esbozos biográficos, autobiografías y diarios.

Tampoco lo hubo respecto al idioma, Salvetti, quien fue el autor de la mayoría de las traducciones, lo hizo del sanscrito, del francés, del inglés y del italiano. Aulicino también hizo lo propio con Keats y Cavalcanti.

El proyecto duró hasta el 2008. En esos 10 años muchos de los autores también obraron como editores, tal el caso de Eduardo Ainbinder y Ernesto Montequin. Los libros empezaron a salir sin erratas una vez que José Villa comenzó a corregirlos. Y fue apenas unos años antes del 2008 cuando me empecé a plantear si no estaba comportándome egoístamente al no darle importancia a lo que pasaba una vez que los libros salían. Para mí, una vez que el libro tomaba forma y se ubicaba en mi biblioteca, la misión estaba terminada. Pero de alguna manera se imponía algún otro tipo de trabajo que no tenía ganas de hacer, la búsqueda de subsidios o los acercamientos a la prensa entre otras cosas. Si fue un capricho crear la editorial, qué mejor que cerrarla con otro capricho. Y así fue.

Muchas cosas quedaron en el tintero: un catálogo de mendigos del alemán antiguo, unos fragmentos coptos, poemas del provenzal, unas cartas de Pessoa, unos viejos cómic publicados en la revista Colibrí de principios del siglo XX, un tratado de caligrafía, así como varios libros de poesía. Pero también muchas cosas salieron y el conjunto de los autores me sigue pareciendo valioso: Jorge Salvetti, Daniel Durand, Sebastián Bianchi, Norma Sosa, Jorge Aulicino, Ezequiel Alemian, Wallace Stevens, Ricardo Carreira, Rodolfo Edwards, Eduardo Ainbinder, John Keats, Pier Paolo Pasolini, Edgardo Cozarinski, Raúl Lozza, Benjamín Constant, Cristina Campo, José Villa, Guido Cavalcanti, Saint-Beuve, Barbey D’Aurevilly y Henry de la Vaulx.

Duró del 98 al 08, al principio la situación editorial por aquí era muy distinta de lo que es ahora, había muchos libros por sacar y pocos espacios; ahora sucede lo contrario.

 


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