peruligera.jpg Cinco poetas peruanas jóvenes

Nota y selección de Víctor Coral

Cinco poetas peruanas jóvenes



Víctor Coral

La poesía peruana de la década de los noventa se caracterizó por una marcada y reconocida tendencia a la diversidad temática y de propuestas poéticas. Este rasgo se vio radicalizado en la llamada –por comodidad expositiva solamente– generación del 2000, que es a la que pertenecerían las poetas aquí antologadas. Dicha radicalización, sin embargo, trajo como contrapartida una ausencia de originalidad en ciertas poetas, que se perdieron en el tema cotidiano más trivial, o se adentraron, sin mayores defensas, en la espesura de un tema erótico que las rebasó por completo.

Por fortuna, nada de ello ocurrió con las poetas que ahora presentamos pues sus temáticas son notoriamente idiosincráticas, y sus poéticas, aunque en mayor o menor medida aún nebulosas, apuntan a consolidarse en términos de coherencia y desarrollo cualitativo. Tal vez uno de los mejores ejemplos de ello es el trabajo de Andrea Cabel, quien combina con precoz sapiencia el verso intenso con la pulcritud expresiva, lo que confiere a sus textos una madurez que realza su trabajo, y no sólo entre sus congéneres. Otra voz destacada es la de Denisse Vega Farfán, quien tiene una peculiar facilidad para exponer un imaginario poderoso, que deja huella en el lector cuando apela, tal vez inconscientemente, a símbolos universales y personificaciones paradigmáticas: “mi nombre está detrás de todos los nombres/ pergeñando sus vestidos/ tratando de descifrar cómo dignamente deben morir/ las especies como yo”.

Lucía Carranza es una joven poeta de 21 años que ha ganado un concurso de poesía importante en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos. De estro aún en ciernes, su búsqueda de originalidad y sentido del ritmo la distinguen, y tal vez sea de las que mejor perspectiva tiene entre las poetas más jóvenes de su generación. En el mismo plano podemos hablar de Rosa Casaretto, aunque cierto afán intimista y suavemente confesional le confiere sutileza a su trabajo. Finalmente, tenemos a Melissa Patiño, quien ha desarrollado en un libro todavía inédito, una ironía social muy bien encubierta por cierta narratividad que no abandona el aliento poético y visita las comarcas de la ambigüedad creativa.

Las poetas de esta muestra son ejemplos –de diversa factura y personalidad– de que la poesía peruana escrita por mujeres sigue dejando a un lado sus encasillamientos y caminos transidos, para adentrarse en búsquedas tan apasionantes como complejas; para tender puentes –parafraseando a Cabel– que estudien los ojos del lector y le den lo que busca, pero sobre cimientos de indudable calidad.



{moscomment}