Canto I y sucede que juegas a mirarte en mí animal que se relame la pelambre derribado en sus miedos matutinos.
Doblo la esquina de cualquier calle con la zozobra del perseguido acorralada por la sangre rigurosa una llaga hasta encontrarme sola en el impuso de la huida con los ojos desorbitados de pájaro nocturno en busca de su presa y sin embargo inmóvil, aterida ante el ojo que me mira.
Soy el agua que mira siento tu dimensión de astro. Resplandeciendo ecos de nácar descenderás desde tu cima a esta memoria que recuenta lo perdido.
Tal vez caminaremos enlazados de las manos yendo de uno a otro lado en medio del bullicio o el sosiego resurgiendo detrás de cada puerta ataviados de cantos y de flores.
Acaso sea sólo el cansancio de surcar desiertos infinitos
de volar trazando círculos en torno a mi sombra. vuelo frágil luz rompiendo la oscuridad primera plegaria para el nuevo advenimiento
Es luciérnaga en medio de la noche sonido forjado en el tiempo estrella que abre sus pétalos espiral y llama sueño antiguo espejo y luna todos los rostros todos los ojos todas las vidas todos los labios todas las plegarias todas los cantos árbol de extraño follaje elegía que se adhiera al viento cristal de roca preservando tu reflejo
En la oscuridad su brillo crece suave escalofrío que entreteje el tiempo hiedra que trepa por mi cuerpo y aprisiona en su abrazo mi garganta
Una palabra brota
es semilla que germina en canto una gota cae y revienta sobre mí estatua que se derrumba junto a los sueños convertida en niebla.
Todo comenzó con la lluvia proclamando el final de mi preñez en que con cuánto gozo te vi brotar maíz sangre mariposa. Sin lágrimas surcamos las primeras palabras de mar y viento crisálida anidada en nuestros nombres.
Investida con designios de pasado y jirones de tu sombra palabra a palabra fui tejiendo alas para que la voz fuera risa palpable y olorosa espíritu y ojos bálsamo y herida vuelo de palomas danza de cortejo espejo imperturbable huella en el tiempo aguacero acallando la nostalgia.
Soy quien habita tu sangre y no quiero mirar cómo te desvaneces cómo la lluvia me inunda en lamentos al verte partir avasallado por un sueño de cúmulos y estratos.
Estás aquí comején en la memoria rasgas implacable la noche en vigilia te acuno con cantos con lluvia con aullidos.
Te seguí en el exilio dejando atrás el fuego, la ceniza fue páramo y espina el templo en que nos refugiamos con los ojos colmados de huellas miramos las paredes bebimos del silencio un licor de amnesia y lejanía. Fue julio y la hora feroz de la huida
Pero debía volver contemplar desde la ruina el añil de un cielo cansado de mirarnos la desnudez de la roca, la herida que los días hicieron a tu casa pero debía volver y extraviar el colibrí que forjamos.
Desde tu sangre, desde mi sangre alzaste la voz para abjurar de nuestro vuelo del hambre de beber el mar y llenarnos los ojos de horizonte.
Escuché el eco de tu llanto los gritos con que negabas la palabra como oigo la lluvia golpeado la ventana.
Mírame aquí estoy con alas de lechuza atravesando el tiempo y el asombro.
Mírame aquí estoy cazando tu imagen en mi espejo. |
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