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portada-astrolabio.jpgEl penúltimo Astrolabio
Ana María Vázquez Salgado, CECULTAH/CONACULTA, México, 2010. 

 

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Canto I
Eclíptica

III

Con la fascinación de quien  devela el misterio

te veo emerger del muro translúcido del aire

elevarte en nuevo nacimiento

fulgor que rompe palpitante

mi espejo de atmósfera enlutada.


Soy el agua que mira

impasible duplico los signos de la noche

y sucede que juegas a mirarte en mí

animal que se relame la pelambre

derribado en sus miedos matutinos.

 

Doblo la esquina de cualquier calle con la zozobra del perseguido

acorralada por la sangre rigurosa una llaga

hasta encontrarme sola en el impuso de la huida

con los ojos desorbitados de pájaro nocturno en busca de su presa

y sin embargo inmóvil, aterida ante el ojo que me mira.

 

Soy el agua que mira

siento tu dimensión de astro.

Resplandeciendo ecos de nácar

descenderás desde tu cima

a esta memoria que recuenta lo perdido.

 

Tal vez caminaremos enlazados de las manos

yendo de uno a otro lado en medio del bullicio o el sosiego

resurgiendo detrás de cada puerta ataviados de cantos y de flores.

 

Acaso sea sólo el cansancio de surcar desiertos infinitos

de volar trazando círculos en torno a mi sombra.




Epílogo

VI

Emerge ahora la palabra

vuelo frágil

luz rompiendo la oscuridad primera

plegaria para el nuevo advenimiento

 

Es luciérnaga en medio de la noche

sonido forjado en el tiempo

estrella que abre sus pétalos

espiral y llama

sueño antiguo

espejo y luna

todos los rostros

todos los ojos

todas las vidas

todos los labios

todas las plegarias

todas los cantos

árbol de extraño follaje

elegía que se adhiera al viento

cristal de roca preservando tu reflejo

 

En la oscuridad su brillo crece

suave escalofrío que entreteje el tiempo

hiedra que trepa por mi cuerpo

y aprisiona en su abrazo mi garganta

 

Una palabra brota

es semilla que germina en canto




Coluro
II

La tarde se precipita sorda y gris

una gota cae y revienta sobre mí

estatua que se derrumba  junto a los sueños

convertida en niebla.

 

Todo comenzó con la lluvia  proclamando el final de mi preñez

en que con cuánto gozo te vi brotar maíz sangre mariposa.

Sin lágrimas surcamos las primeras palabras de mar y viento

crisálida anidada en nuestros nombres.

 

Investida con designios de pasado y jirones de tu sombra

palabra a palabra

fui tejiendo alas

para que la voz fuera

risa palpable y olorosa

espíritu y ojos

bálsamo y herida

vuelo de palomas

danza de cortejo

espejo imperturbable

huella en el tiempo

aguacero acallando la nostalgia.

 

Soy quien habita tu sangre

y no quiero mirar cómo te desvaneces

cómo la lluvia me inunda en lamentos al verte partir

avasallado por un sueño de cúmulos y estratos.

 

Estás aquí comején en la memoria

rasgas implacable la noche en vigilia

te acuno con cantos

                         con lluvia

                         con aullidos.

 

Te seguí en el exilio dejando atrás el fuego, la ceniza

fue páramo y espina el templo en que nos refugiamos

con los ojos colmados de huellas miramos las paredes

bebimos del silencio un licor de amnesia y lejanía.

Fue julio y la hora feroz de la huida

 

Pero debía volver

contemplar desde la ruina el añil de un cielo cansado de mirarnos

la desnudez de la roca, la herida que los días hicieron a tu casa

pero debía volver

y extraviar el colibrí que forjamos.

 

Desde tu sangre, desde mi sangre

alzaste la voz para abjurar de nuestro vuelo

del hambre de beber el mar y llenarnos los ojos de horizonte.

 

Escuché el eco de tu llanto

los gritos con que negabas la palabra

como oigo la lluvia golpeado la ventana. 

 

Mírame

aquí estoy

con alas de lechuza atravesando el tiempo y el asombro.

 

Mírame

aquí estoy

cazando tu imagen en mi espejo.

 

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