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Brenda Ríos
(Acapulco, 1975)


Por ti
esto en verdad no es mío, es de un alterego medio extraño que sale de repente y ¿quién soy para andar reprimiendo ilusiones? sorry, no alcanza pál sicoanalista, eso, lo leí en un lugar, es pá los ricos así como la compra de antigüedades...

Quiero ser para ti diez veces más inteligente de lo que soy,
tener el pelo largo y muy oscuro, mira, que llegue a la cintura,
¿te gustaría?
tener diez kilos menos,
y usar maquillaje
para ti,
quiero ser tu lolita
en zapatos incómodos y ropa ajustada,
bailar en tu regazo como si el pudor quedara lejos de esta ventana,
leer tus textos en voz alta y destrozarlos
para que me ames,
para que no me dejes nunca,
para que me dediques tus textos rendido.
Soy capaz de ir a la universidad, por ti,
hablar de poesía y de estructuras nostálgicas
de formas perdidas, de clasicismos inexistentes,
por ti,
ver cine ruso,
ir a museos
ver a tus amigos,
sonreír,
aprendo a halagar:
puedo ser tu intelectual perversa
jugando a ser ingenua,
una barbie de anteojos,
camino a la ebriedad que no salva
¿te gustaría eso?
golpearte en la cara durante el sexo,
una vez, dos veces, tres...
arañarte, morderte...
puedo ser violenta por ti,
una barbie sicótica,
o dulce como cuento de hadas que termina en miel de Disney,
puedo ser Pocahontas
y tú el hombre blanco
de Discovey Channel,
Por ti dejaré de ver televisión
para que sólo tú me atrofies el cerebro,
para que sólo tú seas mi opio,
y yo tu pueblo amagado
en la cama con cadenas
y los ojos vendados
¿te gustaría eso? dime,
que mis manos tiemblan en este juego,
y yo dejo de ser yo para ser tu personaje
de esa novela que no terminas,
ese poema que no termina de gustarte,
esa palabra que te queda a medias
cuando pronuncias algo brillante en la reunión
que yo aplaudiré, yo,
la pequeña barbie intelectual
inorgánica, artificial, humillada pero bella por ti.
Y todo valdrá la pena cuando vea mi nombre en la dedicatoria de tus libros,
cuando hables de la compleja naturaleza humana y sepa que hablas de mí.



Favor de no tocar

Para no lastimar al que se entrega
incluso voluntario, de manera fácil,
favor de no tocar.
No poner el aliento en la mejilla
porque pondría la otra de inmediato,
no poner los labios sobre los labios
porque comienza a hacer castillos de alientos enlazados;
dientes y lenguas en golpes de rabia antigua.
para no maltratar al corazón
favor de no tocar,
dejarlo hecho nudo si es preciso,
una raíz enredada en el pavimento, alimentada de aire y concreto,
y no tocarlo.
Hay amantes que no saben lo que quieren
y comienzan por el final.
Para no minar al otro,
favor de no tocar
no acercarse a la peligrosa distancia del roce,
hay amantes en fatiga
como si amar fuera un día difícil en la oficina,
un retraso en el tráfico,
una depresión adolescente.
no quitar la envoltura de la ropa,
no poner la nariz en el cuello,
no acercarse por ninguna razón, aún la necesaria,
a quemarnos de lleno las manos.





 

 


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