Unidad
Pablo Neruda

Por Jorge Aguilar Mora
 
 

neruda2-baja.jpgAunque a veces Neruda parece entregarse a una desesperanza existencialista que ve la realidad en su materialidad como una cárcel o como un estado de literalidad sin sentido, en la mayoría de los poemas –que da el verdadero tono del libro– se suscribe una actitud de asunción total de este mundo. Unidad es una de las declaraciones más claras de la consistencia de la naturaleza: ésta es única, está unida, consiste en una sola geografía… y al mismo tiempo tiene una pluralidad infinita…

 


Unidad
Pablo Neruda

Hojarasca y naipes
 
Por Jorge Aguilar Mora
 
 

Hay algo denso, unido, sentado en el fondo,
repitiendo su número, su señal idéntica.
Cómo se nota que las piedras han tocado el tiempo,
en su fina materia hay olor a edad,
y el agua que trae el mar, de sal y sueño.

Me rodea una misma cosa, un solo movimiento:
el peso del mineral, la luz de la miel,
se pegan al sonido de la palabra noche:
la tinta del trigo, del marfil, del llanto,
envejecidas, desteñidas, uniformes,
se unen en torno a mí como paredes.

Trabajo sordamente, girando sobre mí mismo,
como el cuervo sobre la muerte, el cuervo de luto.

Pienso, aislado en lo extremo de las estaciones,
central, rodeado de geografía silenciosa:
una temperatura parcial cae del cielo,
un extremo imperio de confusas unidades
se reúne rodeándome.

 
 

Aunque publicado originalmente en Chile en 1933, Residencia en la tierra  de Pablo Neruda tuvo el recibimiento que lo haría uno de los libros capitales del siglo XX sólo dos años después, en España.

La historia puede carecer de todo, menos de malentendidos: los poetas españoles, deslumbrados por la originalidad de las imágenes y por la precisión de un engañoso verso libre, convirtieron al libro en el inicio radical de una nueva etapa. Se desconoció que la vertiginosa visión de este mundo contenida en el libro era la continuación de las reflexiones de Neruda sobre las condiciones y consecuencias de una concepción auténticamente materialista de la realidad.


neruda3-baja.jpgEn la sombra de la riqueza imaginativa y conceptual de Residencia en la tierra quedó El hondero entusiasta, publicado también en 1933 en Chile. Sin este último libro, no obstante, es imposible entender la coherencia del pensamiento de Neruda.

El hondero entusiasta es la crónica de un fracaso mitigado. Fracaso de la trascendencia: el hondero, por más entusiasmo que tenga (como buen heredero del romanticismo), no puede hacer pasar la piedra por encima del muro… ningún intento humano puede ya superar la altura de este mundo y alcanzar la trascendencia. El hondero, entonces, otra vez como buen romántico –y en el caso específico de Neruda, como buen continuador de Veinte poemas de amor y una canción desesperada– encuentra en el amor el único remedio para la desesperación.

Residencia en la tierra
ya no busca ninguna trascendencia; al contrario, asume al mundo con todas sus contradicciones, todas sus exaltaciones, todos sus deslumbramientos, todas sus decrepitudes, y todas sus limitaciones.

Aunque a veces Neruda parece entregarse a una desesperanza existencialista que ve la realidad en su materialidad como una cárcel o como un estado de literalidad sin sentido, en la mayoría de los poemas –que da el verdadero tono del libro– se suscribe una actitud de asunción total de este mundo. Unidad es una de las declaraciones más claras de la consistencia de la naturaleza: ésta es única, está unida, consiste en una sola geografía… y al mismo tiempo tiene una pluralidad infinita…

Extrañamente (pero no es nada raro en Neruda), estamos frente a un mundo leibniziano, hecho de mónadas, de objetos idénticos a sí mismos e idénticos al todo: “un extremo imperio de confusas unidades”. Todo está unido desde el principio y todo sigue reuniéndose constantemente… “rodeándome”…

No es extraño que estas imágenes se expresen también en otro poema de reflexión materialista de la época, Muerte sin fin: “Lleno de mí, sitiado en mi epidermis/ por un dios inasible que me ahoga/ mentido acaso/ por su radiante atmósfera de luces…”  No es extraño porque uno de los proyectos más audaces –y quizás más ignorados– de la vanguardia latinoamericana fue pensar un auténtico materialismo: el mundo tal y como es, sin más allá trascendental, pero también sin más allá mecanicista. Es la verdadera salida del Romanticismo y del Positivismo, es la verdadera iluminación de lo que Nietzsche llamó el verdadero mundo, este mundo, el único que ha existido y el único que existirá… aunque algún día muy lejano –y por lejano que fuera, la mera idea de su finitud espantaba a Verlaine–, aunque algún día muy lejano desaparecerá.

Pero antes de su desaparición seguirán hablando los poemas de Neruda del privilegio de la vida, del milagro que es la madera, el apio, el vino, y todo lo que existe, incluyendo al pensamiento… Neruda reunirá los grandes himnos a la existencia pura de los objetos de este mundo en sus odas elementales; odas únicas por la maestría y el amor con los que Neruda describe los objetos más banales, más efímeros, más duraderos, más esenciales, y, para violentar la semántica, más únicos.