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portada-jeta.jpgJeta de santo
Mario Santiago
Papasquiaro
FCE,
México, 2008.

Por Eva Castañeda

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Una parte importante de la obra de Mario Santiago Papasquiaro está reunida en la antología Jeta de Santo, libro que posee un doble valor: en principio y el más importante, el valor literario. Por otro lado, el segundo valor tiene que ver con la labor de selección por parte del antologador Mario Raúl Guzmán, ya que parte de la obra de Mario Santiago se encontraba sumamente dispersa. Cuentan quienes lo conocieron que el poeta escribía en servilletas, en los márgenes de los libros o en papeles que se extraviaban con facilidad. En gran medida ello explica la labor titánica que implicó reunir estos textos.

Para Mario Santiago el arte se vive, es una praxis continua que más tarde se refleja en la obra, por lo tanto, siempre antes que la literatura está la vida. Su poesía da muestra de esta radicalidad: vive como escribe, es decir, poetiza sus vivencias. El primer verso del poema canónico del Infrarrealismo, (movimiento literario que fundó junto con Roberto Bolaño en 1974) Consejos de un discípulo de Marx a un fanático de Heidegger, apunta su modo particular de aprehender la realidad: “el mundo se te da en fragmentos/ en astillas.” Es decir, para Papasquiaro la realidad se ha escindido al infinito y el poeta recoge los añicos para con ellos reconfigurar estéticamente el caos. En su obra encontramos toda una galería existencial que va de lo sublime a lo grotesco, de lo culto a lo pedestre, de lo trascendental a lo nimio. En esta resignificación de lo poético a lo antipoético en el sentido de Huidobro y Parra, el poema resulta un conglomerado que homologa todos los fragmentos con que se constituye.

El título del libro se explica a partir de la concepción que tenía Mario Santiago de la poesía; ésta debía quedar desprovista de aquella carga solemne, casi metafísica que de ordinario se le atribuye al poema. Jeta de santo se conforma de dos sustantivos con cargas opuestas, el primero alude a un término de carácter coloquial, mientras que el segundo lo relacionamos con lo místico, lo sagrado. Sin embargo, a medida que el lector se adentra en los poemas, se percatará de la ironía que subyace al título, una voluntad desacralizadora será la constante. El libro se divide en tres secciones y un apartado final que consta de un sólo poema. Los títulos de cada apartado son harto emblemáticos, ya que en todos los casos son juegos verbales que en  poco o nada se relacionan con los poemas que conforman la sección: “¿Quién eres? soy 1 extranjero para Dios/ para la policía/ para mí mismo”, o “Soy 1 viejo piel roja que no marchará jamás en Finlandia”. Los títulos son importantes en tanto reflejan una voluntad de innovación, van a tono con los poemas que conforman la antología. Esto resalta la labor de compenetración que el antologador tiene con el espíritu de la poesía de Mario Santiago.

Líneas arriba señalé el poco cuidado que el poeta tenía para organizar su material, no obstante ello no indica que su obra carezca de rigor formal. En los poemas que conforman la antología hay una voz lírica que da cuenta de una visión particular del mundo, del acto creador, y de la poesía; para ello echa mano de una serie de recursos que si bien en su mayoría son heredados de la vanguardia, también podemos decir que los renueva, pues los incorpora a su contexto, el México que oscila entre los años 1974-1997. De lo anterior da ejemplo el poma de Historia patria: “Tepescuintle se tejón por tigrear a cacomixtla/ pichichi no fue perdiz canela en la cama del mapache/ Nevaban los cototes/ las patrullas de huilotas enlodaban”. La disolución del lenguaje, el juego tipográfico, las imágenes irracionales conforman la esencia poética de Mario Santiago Papasquiaro.

Cada poema es una provocación, un decir que encuentra su origen en la irreverencia y el desenfado, pero ello corre el riesgo de caer en un lenguaje críptico o en algunos casos, incomprensible. A ello se contrapone el manejo que el poeta tiene del ritmo, la poesía de Papasquiaro apuesta a este recurso como factor determinante, tal es el caso del poema Devoción Cherokee: “Me traes de 1 alba/ De 1 sol obtuso/ vidrio de barda/ No me regreses/ plasma gandalla/ En ti soy otro/ Pulso mis ganas”. La vertiginosidad con que transcurren las imágenes exige al lector una mirada atenta y crítica. La suma de poemas aquí reunidos son un concierto deliberadamente discordante.

Jeta de santo es un libro importante en tanto reúne un material al que antes de la publicación de la antología muy pocos tenían acceso, ya que los pocos textos que publicó en la editorial que él mismo fundó, Al Este del Paraíso, resultan hoy de difícil acceso. En este sentido, la antología viene a pagar una deuda con un poeta importante para entender la poesía mexicana actual. La selección de textos es afortunada en tanto da cuenta de una forma muy particular de nombrar el mundo, además de mostrar uno de sus objetivos más importantes: cimbrar el sistema literario y a través del lenguaje poético evidenciar la crisis social que le circundaba. Ya Roberto Bolaño dirá que Mario Santiago fue el mejor poeta del Infrarrealismo y ello queda evidenciado con esta antología.



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