Alanu Di Meglio |
Alanu Di Meglio |
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Tenían esa mirada que adivina el tiempo esas manos callosas torpes al abrazar y que nada hería de tanto sufrir. Tenían ese gesto colmado de decir y lleno de silencio por creer que el mar ya tan sólo oye esa palabra muda. Márchense hijos… Aquí se nos cuajan el sol y la sal Con esa miseria en salmuera un futuro tenéis por aclarar. Ustedes se han ido todos. Una mañana sin tan siquiera una guerra de pronto un viento les aspiró ¡Sírvenos! mis redes sólo tienen recuerdos de arena ¡Sírvenos otra vez! mis riñones sólo tienen recuerdos de redes. ¡Pescado fresco! Aunque vuelvo a arreglar mi pelo en desorden jurando contra el viento, Aunque sigo derecha orgullosa e impávida detrás de mi delantal, Aunque canto en francés y fumo cigarros americanos delante de mi balanza, apesto al pescado de mi marido. ¡pescado fresco! De una ventana a otra, las pescaderas se lanzan el hilo de sus clamores. Después, tienden, una a una, la ropa sucia, de sus chismes. No está aturdida no baja la cabeza soñolienta no hay ni gritos ni arañazos que desgarran la realidad voraz como el mar. Con las manos juntas alzada la mirada desde el hondo canto dejando llorar sólo una sonrisa la viuda consiente ¡Mira! El Santa Lucía entra al puerto ¿no habrá nadie para alargarle una soga? como un abrazo de la tierra Aguja en mano, red tensada, entre pies y manos, de la mañana a la noche, malla tras malla, y una vieja canción en boca, remendabais el invierno. La salpicadura de la ola por tu rostro es la maraña de tu llanto. |
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