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portada-diastasis.jpgLa diástasis de las tibias largas
Marina Serrano,
Ed. Sigamos enamoradas,
Buenos Aires, 2008.

Por Elba Serafini

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Al leer el título de este libro La diástasis de las tibias largas, tal vez el lector piense en los términos que lo componen; aunque no sepa exactamente cada significado y quiera acudir a un diccionario, las palabras resultan familiares y el sentido de las mismas en esa frase están diciendo algo que solo se desentraña al avanzar en las páginas, hasta el final.

La autora es kinesióloga fisiatra, campeona mundial de taekwondo, y su relación con el cuerpo no es sólo a través de lo externo sino también desde el interior, por lo que términos como diástasis, cóndilos femorales, curvatura lumbar o bóveda craneal, se entremezclan con otros como beso, deseo y placer; con aquello que se ubicaría dentro de lo que llamamos emociones, sentimientos. Ese primer impulso de salir a buscar un diccionario específico se va disipando y a medida que nos adentramos en los poemas, el intercambio lingüístico nos convence de no hacerlo.

El cuerpo del que nos habla Marina Serrano es un cuerpo por el que transcurre el deseo y, por lo tanto, sus palabras se corporizan eróticamente; bien vale recordar una frase de Octavio Paz “Erotismo y poesía: el primero es una metáfora de la sexualidad, la segunda una erotización del lenguaje”. 

En ese lenguaje metafórico, Serrano nos cuenta acerca del sexo, (el lugar del sexo, que es la diástasis), el acto sexual y sus matices, mediante escenas cotidianas como en el poema Cena: “En el interior blando/ ella amolda la lengua/ y su tanteo protector se propaga/ hacia mis dedos en pinza/ hacia lo más medial y caudal del hipogastrio,/ al moverla hacia atrás/ sus labios que se adhieren/ limpian el metal.” 

Y es que hay otra presencia, está ella, la de las tibias largas, la eróticamante, la que es admirada e idealizada “…el abdomen liso y los hipocondrios llenos/ se continuaban en rebordes costales/ que al confluir en el esternón/ producían una sombra hacia el cenit, y realzaban/ dos glándulas firmes, de areolas delicadas;/ todo su revestimiento oscuro sin imperfecciones/ se estiraba hasta cubrir los hombros y esconderse/ bajo la mata negra de jazmines que caía de su cabeza”.

Mucho se ha hablado del objeto amoroso, del fundirse en ese otro, de verlo completo; acá hay enamoramiento pero no hay nombres propios, hay tibias largas que reemplazan toda posible referencia particular; son dos los cuerpos femeninos que se entrelazan, se completan, y hay olores, sensaciones táctiles, lengua, nariz, el cuerpo todo es un goce y salvo alguna intervención, el afuera casi no está presente.

Este libro, de edición bilingüe español-inglés, que tuvo una mención del Fondo Nacional de las Artes, en el Concurso Nacional de Poesía del año 2006, de Argentina, es el segundo libro de Serrano; una escritora osada y atrevida que irrumpe en la poesía desde otros campos, e introduce una forma infrecuente de decir aquello que un poeta revela.

Y como también lo tienen las historias amorosas, este libro tiene un final; partir del poema Los ojos, se empieza a vislumbrar otra atmósfera, la autora comienza a hablar de la ausencia, de la pérdida del objeto amado y del dolor “…No podré evitar la resiliencia, pero/ como quisiera destrozarme en las tragedias/ y no volver a empezar, aunque digan que fortalece/ que es necesario erguirse de nuevo/ dispuesto al desastre.”

Podría decirse que la tristeza toma la palabra, las tibias largas han buscado otro camino, y todo aquello que llevaba al máximo placer, también empuja al infortunio.




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