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Periódico de poesía
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No. 37 / Marzo 2011 |
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Dos poemas |
Caracol
Homenaje a RLV Tú, como todos, eres lo que ocultas. Debajo
Del palacio tornasolado, flor calcárea del mar o ciudadela que en vano Tratamos de fingir con nuestro arte, Te escondes indefenso y abandonado. Artífice o gusano, caracol para nosotros tus verdugos. Ante el océano de las horas alzas tu castillo de naipes, tu fortaleza erizada. Vaso de la tormenta, recinto de un murmullo que es nuevo siempre. Eco de la marea, círculo de las noches, tempestad en que la arena se vuelve sangre. Sin la coraza de lo que hiciste, el palacio real nacido de tu genio de constructor, Eres tan pobre como yo, como cualquiera de nosotros. Asombra que tú sin fuerzas hayas podido urdir una estructura milagrosa insondable. Nunca terminará de resonar en mí lo que preserva y esconde. En principio te pareces a los demás: la babosa, El caracol de cementerio Y eres frágil como ellos y como todos. Tu fuerza reside en el prodigio de tu concha, Tu evidente y recóndita manera de estar aquí en el planeta Por ella te buscamos y te acosamos. Tu cuerpo no importa mucho y ya fue devorado. Ahora queremos autopsiarte en ausencia, hacerte un millón de preguntas sin respuesta. Defendido del mundo en tu interno exterior que te revela y te cubre estás Prisionero de tu mortaja, expuesto como nadie a la rapiña Durará más que tú, provisional habitante, tu obra mejor que el mármol, Tu moral de la simetría. A vivir y morir hemos venido. Para eso estamos. Pasaremos sin dejar huella. El caracol es la excepción. Qué milenaria paciencia irguió su laberinto irisado, La torre horizontal en que la savia del tiempo pule los laberintos y los transforma en espejos, Océanos de azogue opaco que se reflejan a sí mismos. El esplendor de las tinieblas, la lumbre inmóvil, la superficie que es su esqueleto y su entraña. Ya nada puede liberarte: habitas el palacio que secretaste Eres él, sigues aquí por él. Estás para siempre envuelto en tu perpetuo sudario Donde imprimes la huella de tu cadáver. Pobre de ti, Abandonado, escarnecido, tan blando Cuando te arrancan del útero que es también tu cuerpo tu rostro, la justificación de tu invisible tormento. Cómo tiemblas de miedo a la intemperie, expulsado de los dominios en que eras rey y te veneraban las olas. Del habitante nada quedó sobre la playa sombría. La concha que fue su obra durará un poco más y al fin también se hará polvo. Cuando termine su eco perdurará sólo el mar que está muriendo desde el principio del tiempo. Agua que vuelve al agua, arena en la arena, sangre que se hunde en el torrente sanguíneo, Circulación de las palabras en el mar del idioma: La materia que te hizo único pero también igual a nosotros jamás volverá a unirse, nunca habrá nadie Igual que tú, semejante a ti, siempre desconocido en tu soledad Pues, como todos, eres lo que ocultas. El cuchillo Dejo a un lado el periódico O apago El sombrío Televisor. Pero el cuchillo sigue aquí. Tinto en sangre Hasta cuándo Campo, campo de sangre Todos agonizamos en este filo sangrante. Somos En este circo sin piedad. El mundo Tal es algo de lo que para mí ha sido y es la poesía. Periódico de poesía, UNAM/UAM, núm. 9, México, 1988 Ilustraciones: Gabriel Macotela |
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