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La rosa de la nieve

Muestra de poetas rusos

No. 38 / Abril 2011

 

La rosa de la nieve
Muestra de poetas rusos


Traducción de Víctor Toledo



Alexander Pushkin


El Profeta


Ciego vagaba en tétrico desierto
Mi espíritu sediento padeció,
Alado serafín, de pronto,
En una encrucijada apareció.
Con leves dedos como sueño
mis párpados tocó.
Se abrieron proféticos mis ojos
ojos de un águila en peligro.
Rozó mis oídos,
De clamores se llenaron, de sonidos:
oí las vibraciones del éter
y el vuelo de los ángeles
el discurrir de los peces bajo el mar
y el crecer silencioso de la vid.
Me apartó los labios, me arrancó la lengua
maliciosa, locuaz y pecadora.
Con mano ensangrentada
puso entre mis labios yertos
bífida lengua llena de sabiduría.
Abrió mi pecho con su espada,
arrancó mi palpitante corazón
y un ascua ardiente en la herida me incrustó.
Exánime yacía sobre el desierto
cuando la voz de Dios me despertó:
“Levántate, Profeta, abre tus ojos, tus oídos,
y a través del mar y de la Tierra, de los pueblos
tu verbo abrase el corazón”.


Borís Pasternak


Definición de la Poesía


Es el silbo súbitamente madurado
El chasquido de hielitos apretados
Es la noche que congeló a la hoja
Y el duelo entre dos ruiseñores.
Es el guisante dulce ahogado
Son las lágrimas del universo en vainas
Es fígaro de atriles y de flautas
Y se derrumba con el granizo sobre el huerto.

Todo, lo que es tan importante de hallar para la noche
En las profundidades de las certenejas
Y llevar a la estrella hasta el parterre
En las húmedas palmas temblorosas.

El calor sofocante más plano que tablas en el agua
El firmamento que cayó con el alisio
A las estrellas les sienta hacer reír a carcajadas
Es un lugar abandonado el universo.


Yuri Zhivago


Veranillo de San Martín


Los groselleros cuecen sus lenguas de aspereza.
Las risas tintinean en los cristales
en la cocina se trincha y se sazona
con clavo con pimienta se adoba se marina.

Y el bosque como enano se divierte
lanzando estos rumores contra los espinazos:
tatemados al sol los avellanos
dejaron la piel viva en el brasero.

En una torrentera terminó el sendero
la tristeza bañó las viejas cepas
tan resecas- y al otoño -en harapos-
que todo en el torrente ha ido amontonando.

Da pena sea tan simple el universo
más de lo que supone el que es muy listo
que el bosque parezca sumergido en agua
que el fin anegue ya las cosas.

Y que de nada sirva los ojos restregarse
cuando todo se quemó junto a tus labios
ya la neblina blanca que el otoño trajo
lanzó su telaraña a la ventana.

La cerca derruida del jardín abrió un espacio
se pierde por la senda de  abedules.
A las risas, riachuelos y ruidos del trabajo casero
lejos, el cosmos, responde con un eco cristalino.


Marina Tsvietáieva


Seré feliz si Usted no siente mi dolor,*
Y que yo tampoco sienta nada,
Que nunca el pesado globo de la tierra
Se escurra bajo nuestros pies.
Me gusta, que pueda ser ridícula, perversa
Y buscar palabras adecuadas,
Y no ponerme roja con ola sofocante
Si apenas nuestras mangas se rozaran.

Me gusta, que delante de mí Usted pueda abrazar
Tranquilamente a otra mujer,
No me condena arder en el infierno
Por no besarlo a Usted.
Y que mi cariñoso nombre, mi Cariño
No recuerde ni en la noche ni en el día…
Que nunca sobre nosotros, en el silencio de la catedral,
Cantarán el Aleluya.

Gracias a Usted -con mi mano sobre el corazón-
Que no sabe lo mucho que me ama:
Por mis noches tranquilas,
Por los raros encuentros de las crepusculares horas,
Por nuestros no paseos bajo la luna,
Por el sol que no existe  encima de nosotros,
Por el dolor que no siente, lamentablemente, Usted por mí,
Por el dolor que no siento, lamentablemente,  por Usted.


Osip Mandelshtam

Insomnio, Homero, tensas velas.
Leí a mitad la lista de las naves:
Tal, larga cría, el tren de grullas
Que un día se alzaron sobre la Hélade.

Cual parcela de grulla en extrañas fronteras,
Divina espuma sobre la cabeza de los zares.
¿A dónde navegan si no fuera por Helena,
Para qué quieren una sola Troya, esposos aqueos?

El mar y Homero: todo lo mueve el amor.
¿A quién escucharé? Homero está callado,
Elocuente el mar negro rumorea
Y con pesado estruendo avanza hacia mi cabecera.


Joseph Brodsky

La Mariposa

I

¿Decir que tú estás muerta?
Tan sólo viviste una jornada.
Cuánta tristeza hay en la broma del Creador
Apenas puedo articular “vivió”:
Unidad de la fecha del nacimiento
Y de cuando en mi mano te deshiciste.
A mí me desconcierta restar
Una de las dos cantidades
A los confines del día.

II

Después que los días para nosotros
No son nada -sólo nada-
No los atrapas
Y de pitanza para los ojos no los tendrás:
Ellos
En el fondo blanco
No tienen cuerpo, son invisibles
Los días son como tú
Exactamente ¿qué puede pesar
disminuido diez veces
uno de estos días?

III

¿Afirmar de lleno que no existes?
¿Pero qué es en mi mano
Algo tan similar a ti?
¿Y el color?
Que no es fruto del no ser
¿De quién es este soplo
Que así se unta en la pintura?
Dudo que yo
Balbuceando un nudo de palabras
Ajenas al color
Pudiera delinear esta palestra.


 * Traducción de Nadia Boríslova y mía.

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