La cámara verde
Por Cristina Rivera Garza
 

No tanto sobre política, sino en la política. Mayo dentro de una Cámara Verde: así. No tanto como un tema a abordar, sino como la práctica ineludible del lenguaje: la política. No como la anécdota virulenta de nuestros días tristes y violentos, sino como el oxígeno constante de los más íntimos abecedarios de todos nuestros tiempos. Una manera de escribir, tal vez, pero sobre todo una manera de leer, que acaso no sea no sea otra cosa más que una manera de implicarse con los hechos, las páginas, los mecanismos de los significados y lo que significan. En eso insiste Charles Bernstein cuando en Attack of the Difficult Poems (Chicago Press, 2011) argumenta que “poema es todo objeto verbal designado como poema”,  y particularmente cuando añade: “la designación de un objeto verbal como poema nos alerta hacia una manera de leer”. En eso insiste también Hugo García Manríquez, nacido en Chihuahua y avecinado en Berkeley, cuando se resiste a “escribir como poeta” sólo para abrazar el riesgo ético y estético de leer el Tratado de Libre Comercio en tanto tal. El resultado de esa interacción (se antoja escribir aquí, mejor, implicación) es Anti-Humboldt, Una lectura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado por Canadá, Estados Unidos y México, un libro que pronto será publicado por la editorial mexicana Aldus. En el adelanto que García Manríquez le regala a la Cámara Verde constatamos las estrategias de su lectura: el poeta lee el TLC pero no lo interpreta, normalizándolo. En lugar de eso, García Manríquez se dedica a agujerar el discurso institucional produciendo huecos y pausas y limbos “histórico-textuales”. Los lectores del lector verán así crecer el espacio crítico que se abre entre el discurso público (“el lenguaje de nadie”) de los tratados y los acuerdos, y el “limbo del presente desde el interior del lenguaje que lo regula”. Hay, entre el discurso institucional y el agujero textual, un continuum imposible, esto es seguro, pero también una latencia. Ahí, se nos sugiere, pervive el oxígeno de la poesía.

No. 39 / Mayo 2011

 

La cámara verde
Por Cristina Rivera Garza
 
No tanto sobre política, sino en la política. Mayo dentro de una Cámara Verde: así. No tanto como un tema a abordar, sino como la práctica ineludible del lenguaje: la política. No como la anécdota virulenta de nuestros días tristes y violentos, sino como el oxígeno constante de los más íntimos abecedarios de todos nuestros tiempos. Una manera de escribir, tal vez, pero sobre todo una manera de leer, que acaso no sea no sea otra cosa más que una manera de implicarse con los hechos, las páginas, los mecanismos de los significados y lo que significan. En eso insiste Charles Bernstein cuando en Attack of the Difficult Poems (Chicago Press, 2011) argumenta que “poema es todo objeto verbal designado como poema”,  y particularmente cuando añade: “la designación de un objeto verbal como poema nos alerta hacia una manera de leer”. En eso insiste también Hugo García Manríquez, nacido en Chihuahua y avecinado en Berkeley, cuando se resiste a “escribir como poeta” sólo para abrazar el riesgo ético y estético de leer el Tratado de Libre Comercio en tanto tal. El resultado de esa interacción (se antoja escribir aquí, mejor, implicación) es Anti-Humboldt, Una lectura del Tratado de Libre Comercio de América del Norte, firmado por Canadá, Estados Unidos y México, un libro que pronto será publicado por la editorial mexicana Aldus. En el adelanto que García Manríquez le regala a la Cámara Verde constatamos las estrategias de su lectura: el poeta lee el TLC pero no lo interpreta, normalizándolo. En lugar de eso, García Manríquez se dedica a agujerar el discurso institucional produciendo huecos y pausas y limbos “histórico-textuales”. Los lectores del lector verán así crecer el espacio crítico que se abre entre el discurso público (“el lenguaje de nadie”) de los tratados y los acuerdos, y el “limbo del presente desde el interior del lenguaje que lo regula”. Hay, entre el discurso institucional y el agujero textual, un continuum imposible, esto es seguro, pero también una latencia. Ahí, se nos sugiere, pervive el oxígeno de la poesía.

“El genocidio está esperando que lo desentierren y lo nombren”, escribe @harmodio en uno de los tuits que publica desde un barrio de las afueras de Paris. Se refiere a México, aunque no sólo a nuestro país, eso se entiende, y se refiere también a ese proceso de nombrar, de dar y pedir la cara, que implica toda escritura. Doctor en lingüística computacional por la Sorbona y autor de la novela Musofobia (Mondadori, 2008), Jorge Harmodio ha utilizado su TL para  contar los dilemas estéticos en que lo mete la escritura de su nueva novela (por lo que sabemos sus lectores, la trama involucra a una actriz porno y algunas clases de español), para mandar recados a amigos y naciones enteras (si nos ven a los mexicanos díganos quién nos manda, por ejemplo), y para mantener encendida la chispa del activismo político. Lo que le regala a La Cámara Verde es una selección de tuits en los que se respira el aire de nuestros tiempos: de las reflexiones que genera el paso del 8 de marzo y la disociación crítica entre conceptos de sexo y género (“Clasificaremos a las mujeres en dos grandes grupos: las de aparato reproductor femenino y las de aparato reproductor masculino”) a la estrategia organizativa que puso en marcha la manifestación política del 6 de abril convocada por Javier Sicilia, otro poeta. Incluso ahora, @harmodio continua en adecuadas mayúsculas: AYÚDENOS A ENVIAR 40,000 PÉSAMES AL PRESIDENTE DE MÉXICO.

Pero leer también es resucitar. Leer crítica y lúdicamente es una forma de re-escribir. Entre otras tantas cosas, leer (a Juan Rulfo) y traducir lo leído a frases de 140 caracteres es lo que les invitamos a hacer a través de una convocatoria que respondió al título Tuitrulfo. El poeta mexicano y autor de Drestel (Bonobos, 2011) y la escritora tapatía Graciela Romero (@diamandina) leyeron los TL´s que llegaron a nuestra dirección electrónica y, de entre ellos, eligieron “Río Adentro”, el TL en que Herson Barona (@viajerovertical) publicó su muy personal versión de "Es que somos muy pobres", el cuento de Rulfo. Desde aquí nuestro contento mayístico por los tuits de este estudiante de la Facultad de Letras de la UNAM, tuitero consuetudinario, y reciente ganador del concurso Las Letras y el 2012, convocado por la revista Los Suicidas, con el poemario “Cartografía del fin del mundo”. También se le puede leer en variainvencion.blogspot.com.

Las escuetas (cual debe) razones del jurado aquí: “Por tener tuits que se conectan, pero pueden ser comprendidos de forma independiente y porque no están tomados literalmente del texto, nos quedamos con la visión de la vaca de @viajerovertical ”. Tanto @roman_lujan como @diamandina mencionaron con aprecio “la versión del cuerpo como lo único que no pueden perder las hermanas”, en el TL de Enrique Layna. Y el TL de @Xiomara, “especialmente los dos últimos tuits, con la vaca queriendo vivir y Tacha queriendo morirse para no tener que quedarse sin nada”.

La Cámara Verde manda desde aquí las gracias (esas chicas tan traviesas) a los participantes, los jurados y el ganador. Y también les avisa que Literal, la revista que tan atinadamente dirige Rose Mary Salum desde Houston, Texas, se ha comprometido a publicar tanto el ganador de mayo como de los meses subsecuentes en su último número de 2011.

Quítense los zapatos y exijan lo imposible, que para eso y no para otra cosa se hizo mayo. Puesn.

[mientras escuchaba Magnus, The Body Gave You Everything]

San Diego-Tijuana
Mayo 4, 2011

 

 

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