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portada-junkie.jpg Junkie de nada
Zazil Alaíde Collins
Lenguaraz
México, 2009


 

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No. 39 / Mayo 2011

 

El derrumbre de San Sebastián

 

pensando en El derrumbe de San Sebastián (1989),
de Rafael Cauduro.

 

Te ceñiste los calzones
y por el ojito del goce
gritaste tu libertad.


Todo mundo

I was marching to the wrong drum
with the wrong scum
pissing out the wrong energy.

Depeche Mode

 

I

Todo mundo dice que son palabras
y Palabra es un tambor,
sentido piel
que se desgaja
en ardores,
en brumas.

Todo mundo gira,
sube la vista a la Luna
y por dentro se sonroja y
grita:
¡Yoooooo!
[eco]

Miente el aire,
el mar confunde,
presume sonrisas,
caracoles que se agitan.

Todo mundo sonríe como
el cartón y llora,

en sus ojitos cuitados
el mundo es pobre todo,
carga parches y enmiendas
en sus costados.

Todo mundo se duele
escuchando el canto
que del alba se queda
en las miradas
de los que gimen y giran;

que las ruecas te pinchen,
mundo mondo
de redobles y costuras.

Todo mundo lleva existencia
de pasamontañas,
lazarillos alfileres,

y todo mundo dice que son palabras
y Palabra es un tambor
sentido piel
que se desgaja.

Tiémblame, mundo,
porque todo mundo gira y tiembla
las olas que se agrandan
en los ecos,

y de nuevo
yo
retumba:

redoble resuena
—t r u e n o—
tensada piel sobre la boca
de un cuerpo
—t i m b a l e s—

Todo mundo es tamborero;

ténsame, mundo,
el cuero de la piel
porque tiembla el eco.


II

En el manicomio van de caqui.

Mis amigos dejaron de hablar,
para sentarse al lado de dios,
una verga de barro que hace pipí
y juegan con la cabeza de Changó;

el más sonriente dejó de hablar,
no sube la mirada,
a toda hora, en cuclillas,
escuetamente pronuncia: pipí.

El tótem es un meadero
que en el submundo está relegado.

[La observación da miedo:
voy vestida de bata blanca
y experimento con subconjuntos]

No hay palabras,
sólo hedor.

[El sueño aturde,
aparecen familiares que no conocí,
amigos actores,
maratones atléticos.]

Y de vuelta al meadero,
el que conozco, amigo,
dejó de hablar
para estar con la verga de barro
que hace pipí.

De pronto no es sueño,
de pronto, el que conozco,
a esta hora,
ya dejó de hablar.


III

Porque Serapio es un muñeco de plástico
con ropa tejida por hilanderas ropavejeras
de miradas y manos desgastadas, nubladas,
la ceguera condena:

la existencia consecuencia del infierno.

El suicidio fue pretencioso,
sobrevivimos;
la bala entró, y cebos nos dejó,

no resistimos y huimos
(resistimos y preferimos huir)
con burla e incógnita,
con el eficaz verbo retraído.

Estamos en la calle y ya no lloramos.
Ellos, sensatos y finos, lloran
por nosotros;
algunos, los muchos,
por la truncada estética callejera.

Muertes evitables inevitadas.
Vestimos a Serapio como al hijo
que nos abandonó
porque Hijo es añorado.

El mejor regalo, la vida,
según ellos, los muchos;
los algunos suspiran,
huelen moribundos.

Las calles, estupidez
que conocen los transeúntes,
los choferes;
los algunos comprenden,
los muchos desprenden abrojos
su lepra

lee proooo sos

ES  PUUUU TOS. [clamamos]
Ya no salivamos.

Despojos griegos. [vociferan]
Su perfil no tiene la nariz perfecta.

Lo nuestro luce por la noche,
como todo ojo de gato,
todo ojo de gato,
ojo de gato.
[eso no lo saben]

Que se junte el mundo a mear,
porque nosotros,
los algunos y los muchos,
somos todo mundo.

Serapio no pasa frío
porque lo tapamos cuando nos sentimos
los algunos y los muchos,
porque es lo único que podemos darle
al Hijo, al Niño.

El frío cala a todo mundo
que sabe prender fogatas,
que sabe lo que es tener
una bala atravesada,
que es ciego.

 


Leer reseña de Christopher M. García Vega...

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