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portada-latinoamericana.jpg Poesía latinoamericana hoy. 20 países, 50 poetas
Coordinadores: Mario Sampaolesi, Jacobo Rauskin y Roberto Arizmendi
Ediciones Fósforo-UTH-Barataria Libros-Arandurã
México, 2011.

Por Víctor M. León Leitón

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No. 39 / Mayo 2011

 
 
 

Entre los oficios más azarosos para la salud están, en primer lugar, la pesca de cangrejos en aguas gélidas, seguido inmediatamente por la minería de carbón, y pocos lugares más abajo, antologar un volumen de poesía. Los peligros de éste último derivan de herir susceptibilidades, situación que no promete mejorar ni para antologadores, ni para marginados, pese a las efusivas disculpas con que prologan cada volumen los primeros, o pese a los excelentes profesionales en psicología y psiquiatría que hay en la ciudad, que podrían asistir a los segundos.

Es difícil saber si se habrá fijado precio por las cabezas de Jacobo Rauskin, Mario Sampaolesi y Roberto Arizmendi, coordinadores de la antología Poesía latinoamericana hoy. 20 países, 50 poetas (idea original de Sampaolesi y compilación de de Arizmendi). Lo seguro es que —sin disculpas ni excusas— aceptaron en grande las ilimitadas posibles represalias por emprender una selección singular como ésta.

Precediendo el corpus de la antología, el prólogo de Héctor Carreto nos prepara para enfrentarse con —como él mismo aclara— “una muestra” de poesía latinoamericana, y acuciosamente esclarece qué reúne a los poetas y sus poemas. En la lectura del volumen puede juzgarse de primera mano:

En primer lugar, los pocos denominadores comunes: todos los autores (son latinoamericanos, obviamente) están vivos, y gozan de una obra saludable que les ha merecido, en su mayoría, múltiples reconocimientos (aunque es curioso leer en algunas de las breves fichas biobibliográficas “Recibió diversos premios” o “Más de 20 premios literarios”, como si lo importante fuera librar espacio en la página para mostrar más poesía y que cada poeta sea arrojado a la arena sólo con sus poemas).

En segundo lugar, lo heterogéneo de la muestra. Por ejemplo, no discrimina en las edades (abarca del brasileño Lêdo Ivo nacido en 1924, hasta el panameño Javier Alvarado en 1982), corrientes poéticas o ideológicas, poesía lírica o política, verso o prosa, etcétera. Este segundo aspecto, lo impredecible de la muestra, irónicamente es su mayor virtud, ya que de encontrar el hilo negro que dio origen a la alineación de autores y poemas, tendríamos una vez más a los mismos de siempre. Esta particular selección convierte a la antología en una aportación real.

Siguiendo la línea de la versatilidad, se presentan poemas de cortísimo alient, que pregonan el humor o la ironía, como el Chileno de Omar Lara titulado Toque de queda: “Quédate/ Le dije/ Y/ La toqué”. O Defensa propia, de Otoniel Guevara (El Salvador): “Un hombre me amenaza con un arma/ Yo lo amenazo con una piscucha/ Él a lo sumo logrará matarme/ Yo/ en cambio/ podría hacerlo feliz”. Y también, textos de largo aliento, tanto en verso como en prosa, representados por fragmentos que parecen tener consignado el rencor largamente reposado, como Malvinas, de Sampaolesi (Argentina), “El muchachito, el soldadito está echado, aplastado contra esa especie de oscuridad flotante y fría./ Trata de diluirse en esa acuática superficie sin resistencia mientras espera el ataque, mientras el viento feroz arrasa la planicie de Malvinas”, o la nicaragüense Gloria Gabuardi que en Nunca más reclama la vida de sus muertos y puede, con madurez, escribir al pie del poema: “A 30 años del triunfo de la Revolución./ A 20 Años de la pérdida de la Revolución”.

Todos estos contrastes llevan al siguiente punto: empiezan a surgir los accidentes geográficos, los acentos, los perfumes, las voces, los años, las heridas. Empieza a vislumbrarse en el patrimonio literario una América Latina poética e imperecedera. Están, en efecto, la metralla y el grito que estremecieron cada patria a su manera, y asoma el guerrillero a la voz catracha de Marco Tulio Del Arca: “una edad/ que avanza encima de las balas/ entre la piel del río/ y bajo el iris de la noche”, de pronto son los días de la represión que se desangran “la testa de porcino simula por instantes/ los arrestos de un César augusto y altanero/ que contempla el destino ineluctable/ mientras la sangre escurre presurosa/ por los conductos institucionales.”, tal y como ha querido que recordemos a Pinochet, Manuel Silva de Acevedo de Chile. No pueden faltar en este retrato de América Latina Los pobres en la estación de autobuses, acogidos magistralmente y con tierna ironía en el respectivo poema de Lêdo Ivo, esos que “No tienen noción de lo conveniente, no saben portarse en público./ […] Los pobres no saben viajar ni divertirse./ […] Verdaderamente los pobres no saben ni morir./ […] Viajeros inoportunos que ocupan nuestros lugares/ aun cuando vayamos sentados y ellos viajen de pie”. Pero eso no es todo, también está el trópico representando el valor de la tierra que ampara como en Último corteza amarilla imperial de Norberto Salinas (Costa Rica).

La intertextualidad de un mundo más cercano mediáticamente se hace sentir no con el clásico esnobismo intelectual, sino más bien con una pizca de bienvenido prosaísmo, y de pronto es natural que Bob Marley, el Gobernator, el gato de Alicia o Tarzán, protagonicen los poemas. Lo mismo tienta al poeta la poesía como en esa poderosa Poética de Juan Manuel Roca (Colombia), o la osamenta de una vieja chatarra en Cementerio de automóviles escrito en tierras incas por Hildebrando Pérez Grande.

Otro aporte es la inclusión de valiosos autores de geografías literarias lamentablemente desapercibidas. En particular Paraguay es favorecido con la presencia de Rauskin entre los coordinadores, y posiblemente saque de la ignorancia de la mayoría de los lectores, cinco fulgurantes nombres; algo parecido puede aplicar para países como Bolivia, Panamá, Puerto Rico, República Dominicana y Venezuela. México es en sí un continente literario y siendo que se puede disponer la vida para recorrerlo también es bochornoso que los jóvenes que inician sus lecturas desconozcan lo que está fuera de sus fronteras. Una antología como ésta es una oportunidad para brindarles un vistazo a lo que está más allá.

Luego de que Poesía latinoamericana hoy. 20 países, 50 poetas (Barataria Libros, Arandurã Editorial, Ediciones Fósforo y la Universidad Tecnológica de Hermosillo) encuentre a sus lectores, no sería de extrañar que caiga algún sobre misterioso en el buzón de quienes urdieron este trabajo. Quizá, luego de apelar a la existencia de potentes antibióticos contra el ántrax lo abran con cierta suspicacia y encuentren… alguna felicitación.

 



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