.....................................................................

portada-morir-mejor-feli-davalos.jpg Morir mejor
Feli Dávalos
Mantarraya Ediciones/
Editorial Aldus,
México.

 
....................................................................

No. 42 / septiembre 2011

 

Soteriología

Expectoré astillas que después descubrí
eran la cascara de un foco derretido
que nada más no se les prende
—aunque dependa todo de ello—
a los paracaidistas del terror
cardiovascular, corporativo,
que instituye fechas en el calendario
—el menos festivo—;
alegoría de hienas, vasallaje crediticio,
en una bancarrota ontográfica infinita
de desnutrición e incendios
de finales bosques entumidos.

Me encontré conmigo mismo troglodita,
anhelando una cobertura mediática abultada:

que me tomaran mi mejor ángulo sus cámaras, pensé,
si he de arrebatarles, emprendedor y joven,
un highlight de la borrachera tiránica del ego
desde mi cuartito de azotea entuzado en la Narvarte.

Al poco rato comprendí que los espejos
en los baños públicos reflejan nítida
la silueta de Narciso,
milenios después de que Belleza
hubo sido de habitual altísima, sagrada puerta
—más salvaje que punible—
para llegar al jardín botánico trasero
del Salvador estigio que cuajaba,
clausurado ahora
—en guerra declarada de limpieza blattodeática—
por la derrama económica insaciable
de las industrias líquidas e infladas.

Y aunque en el tuétano del fémur aún esconda
la calcificación una esclerosis terminal y típica
—de portada en la revista de chismes más vendida—,
desde hace cuánto no vemos que maquinan
los hemimetábolos su avanzada inexorable y pacienzuda
que conquistará este mundo,
inmunes a la costra endosada radioactiva
—regodeada en ríos de pus y estupidez decana—;

les llegará su turno, no hay que dudarlo,
como en papelito numerado de oficina burocrática,
para que la metafísica descanse al fin,
a salvo,
iluminada en el patíbulo de esta verdad a rastras
y gravite músico el planeta desechado
en un silencio transparente de fauna bacteriana
con la extinción de la especie
celebrada en marquesina ufóloga.




pero en la franca ontología del ser
tarugo por los cuatro costados
opté por arrebatarle a las pájaras
con enaguas de adorno,
partenogenéticas ingenuas
—en su vocación de madres—
la aeróbica manutención del catre
sin un afilia verás de beatriz,
apenas atando el par de cabos
demasiado a la mano, gorjeo natural
poco pélvico que apuró sí sus dos
minutos la mar de opresivos,
precocidad clandestina,
oral.




cómo olvidar las épocas iniciáticas
del canal siete, onanismos oriundos,
la nana fine, comerciales,
mi cepillo de dientes, un amigo
de la primaria encontrándome el ano,
goce sencillo, de pliegues,
llorón todos sabe lo suyo,
cascada rozan hyaku ryu ha.


Leer reseña...



{moscomment}