No. 42 / Septiembre 2011 |
Traducción del árabe de Luis Miguel Cañada Lengua Relámpago sobre el agua Letras de molde esmeraldas De una rama de nombres se derramará una fragancia hacia donde el final no es su final allí donde el canto se desborda en una lengua nuestra muerta desde antiguo o que agoniza bajo un jergón oculta en una esquina como un paria que rastrean los chacales Una lengua con la que he buscado mi cuerpo por grutas que saborean el azul de plata entre dos manos temblorosas con las que mi aliento me devuelve cálamos y tintero Lo reafirmaré Cada vez que paciente te he mirado me he sentido camposanto cuyos muertos se dolían a mi puerta bramando ¿Habrán descubierto los lamentos una grieta hacia mi garganta? ¿Habrá reflejado el extranjero un rostro desgarrado en tiempos de espejismo? Una lengua me unifica con mi desierto y se extiende repitiendo la cantinela de improbables caravanas Me envuelve con una escultura sumergida en la desnudez hace un gesto y se derrama en gota blanca que me embriaga La vibración de la letra nun se vuelve habla Tú por mí eres brasa y yo en ti la ondulación Tal vez Lengua mía delirabas con qué mano te he escrito fugazmente atento al frío de mi lengua entre dos funerales y quién ha dado aquí a tu pueblo tanta muerte Cómo podré regresar de ti si no poseo más que el polvo del aire que aún hoy penetra el murmullo del silencio en mi garganta y en un dolor que hurgan las ruinas Una lengua con la que accedía a los misterios de un sollozo en lo invisible con la que acogía cuanto la combustión de los colores empapa en los órganos Pasajes de la nuba de los enamorados medialunas de sabiduría marchitándose cálamos y tintero La noche se deslíe en otra noche sobre las hojas de papel Lugares Las polvaredas de Bagdad se levantan con la sangre de Al-Mutanabbi Las puertas de Fez respiran por los versos de Ben Sulaymán Los candiles de El Cairo entrechocan sobre los pergaminos de Du l-Nun al-Masri Río del otoño El Nilo cabal avanza por el destello a flor de agua de las almas El Éufrates a mí acude desbocado Y el Sebú me unta de soles las palmas de las manos |
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