Ausiàs March, nacido en el actual territorio de Valencia hacia 1397, escribió 128 cantos en lengua catalana a lo largo de su vida. Su abandono del provenzal constituyó un acto de modernidad literaria. En sus versos es posible observar un primer esbozo del estilo italianizante que triunfaría durante el renacimiento español en manos de Juan Boscán y Garcilazo de la Vega. Aunque la poesía amorosa es propia de su juventud tanto vital como poética, al igual que sus maestros medievales, March hace del amor el elemento unificador de su obra.
Casi toda su poesía sigue una constante formal. El endecasílabo —denominado decasílabo en la tradición provenzal—, con una cesura tras la cuarta sílaba, es el verso al que más recurre, y las octavas la estrofa que prefiere. La cantidad de sus rimas es escasa y de una simpleza notable. Se le ha tachado de reiterativo y de torpe a la hora de versificar, sin embargo, los aspectos que algunos han considerado deficiencias poéticas, bien pueden entenderse como características de su trabajo, incluso como logros. Como ha dicho Lola Badia, la brusquedad de este poeta responde a una voluntad de rudeza y de autenticidad; March no canta, como lo hicieron sus predecesores, sino que grita amargamente.
El gran logro de su obra poética fue el saber renovar a los antiguos trovadores provenzales, de quienes aprendió el oficio, y proyectarse de tal manera en el futuro literario, que no sólo fue un agente primordial en el desarrollo de la literatura española en su época, sino que puede ser leído con interés por los lectores de hoy en día.
XXIX
Sí com lo taur se’n va fuyt pel desert
quant és sobrat per son semblant qui·l força,
ne torna may fins ha cobrada força
per destuir aquell qui l’ha desert,
tot enaxí·m cové lunyar de vós,
car vostre gest mon esforç ha confús;
no tornaré fins del tot haja fus
la gran pahor qui·m toll ser delitós.
XXIX
Así como el toro huye por el desierto
al ser superado por su semejante que lo fuerza,
no vuelve ya hasta tener la suficiente fuerza
para destuir a aquel que lo perjudicado,
así pues, me conviene huir de vos,
pues vuestro gesto mi esfuerzo ha confundido;
no volveré hasta que del todo se haya ido
el gran pavor que me impide ser dichoso.
LXXX
Tot laurador és pagat del jornal,
e l’advocat qui pert lo guanyat plet.
Yo, per servi Amor, romanch desfet
de tot quant he, que servir no me’n cal;
he fet senyor del seny a mon voler,
vehent Amor de mon seny mal servit;
rapaç l’e fet e Déu a part jaquit,
e són setz·anys que lo guardó esper.
Amor, Amor, poch és vostre poder
per altre hom com o fer tant amar;
anau, anau vostres armes provoar
en contra·quell qui vostre no vol ser!
LXXX
A todo labrador se le paga el jornal,
y al abogado que pierde el pleito ganado.
Yo, por servir a Amor, quedo despojado
de todo cuanto tengo, que no me falta servir;
he hecho señor del juicio a mi querer,
al ver a Amor por mi juicio mal servido;
rapaz lo he hecho, y Dios dejado aparte,
y son dieciséis años que espero el galardón.
Amor, Amor, poco es vuestro poder
para hacer amar a otro tanto como yo;
¡andad, andad a probar vuestras armas
en contra de quien no quiere ser vuestro!
LXXXI
Axí com cell qui·s veu prop de la mort,
corrent mal temps, perillant en la mar,
e veu lo loch on se pot restaurar
e no y ateny per sa malvada sort,
ne pren a me, qui vaig affanys passant,
e veig a vós bastant mos mals delir.
Desesperat de mos desigs complir,
iré pel món vostr·ergull recitant.
LXXXI
Así como aquel que se ve cerca de la muerte,
corriendo mal tiempo, peligrando en la mar,
y ve el lugar en que puede salvarse,
mas no lo alcanza por su malvada suerte,
me ocurre a mí, que voy pasando afanes
y veo que bastáis para aliviar mis males.
Desesperado de cumplir mis deseos,
iré por el mundo recitando vuestro orgullo.
LXXXIII
Sí co·l malalt qui lonch temps ha que jau
e vol hun jorn esforçar-se llevar,
e sa virtut no li pot molt aydar,
ans, llevat dret, soptament, plegat, cau,
ne pren a mi, que m’esforç contr·Amor
e vull seguir tot ço que mon seny vol;
complir no u pusch, perquè la força·m tol
un mal estrem atraçat per Amor.
LXXXIII
Así como el enfermo que ha mucho tiempo yace
y un día quiere esforzarse en levantar,
y no puede su virtud mucho ayudarlo,
antes, puesto en pie, súbitamente, doblado, cae,
me ocurre a mí, que me esfuerzo contra Amor
y quiero seguir todo lo que mi juicio quiere;
no puedo cumplirlo, porque me quita la fuerza
un mal extremo causado por Amor.
LXXXVI
Si·m demanau lo greu turment que pas,
és pas tan fort que·m lleva·l dir què passe,
y és d’admirar, passant, com no·m trespasse
ingratitut, portant-me·l contrapàs.
May retrauré de vostr·amor un pas,
puix en seguir a vós, honesta, medre;
y si rahó me fa contrast, desmedre,
y és-me lo món, sens vós, present escàs.
Passe, penant, un riu de mort lo dia,
y en ser per vós, me dol ver curta via.
LXXXVI
Si me preguntáis el gran tormento que paso,
pasa tan fuerte, que me impide decir qué paso,
y es de admirarse, pasándolo, que no me traspase
la ingratitud, llevándome el contrapaso.
No retraeré de vuestro amor un paso,
pues en seguiros, honesta, medro;
mas si me hace contraste la razón, desmedro,
y me es el mundo, sin vos, un don escaso.
Paso, penando, un río de muerte, el día,
y, en ser por vos, me duele hacer corto camino.