Transitar la historia por el género y la lengua: Constelación de poetas francófonas de cinco continentes. (Diez siglos)


Ana Franco Ortuño

 
 
clasicos-poetas-francofonas.jpgHace poco, un año tal vez, me reuní en casa de una amiga poeta para convocar a otras mujeres, escritoras todas, y retomar la cuestión de género como asunto de actualidad. María y yo estábamos convencidas de que había mucho no resuelto, y creíamos que nuestra sensación podría compartirse; pero no fue así. El acuerdo común, con posturas más o menos similares, fue que esa tarea estaba hecha. De alguna manera tenían razón, sobre todo quienes participaron activamente en los movimientos feministas de las décadas anteriores, y que el día de hoy gozan de libertad de expresión, y ejercen con orgullo lo alcanzado. Todas ellas son escritoras plenas, que sabían a dónde querían llegar y lo lograron.

Las cuotas, sabemos, son un recurso que debería cumplir una función socio-histórica, y dejarse de lado. Lo ideal es que los temas que se revisaron (tal vez hasta el exceso o el cansancio) durante la segunda mitad del siglo XX, ahora deberían darse por supuestos. Y sin embargo la realidad nos urge otra cosa. Desafortunadamente en muchos aspectos el terreno ganado no fue suficiente. Hay que retomar, eso sí, procurando no repetir el camino, discursos que preferiríamos agotados. La lucha de la mujer es uno de ellos: su lugar en el mundo, sus posibilidades de expresión, de integración, las formas de habitar su libertad, el derecho a la decisión, a la educación, a la igualdad de condiciones laborales…, tanto pendiente de nuevo, todavía. No fue inútil; no fue suficiente.

No. 43 / Octubre 2011



Transitar la historia por el género y la lengua:
Constelación de Poetas francófonas
de cinco continentes (Diez siglos)

UNAM-CONACULTA-IFAL


Por Ana Franco Ortuño


clasicos-poetas-francofonas.jpgHace poco, un año tal vez, me reuní en casa de una amiga poeta para convocar a otras mujeres, escritoras todas, y retomar la cuestión de género como asunto de actualidad. María y yo estábamos convencidas de que había mucho no resuelto, y creíamos que nuestra sensación podría compartirse; pero no fue así. El acuerdo común, con posturas más o menos similares, fue que esa tarea estaba hecha. De alguna manera tenían razón, sobre todo quienes participaron activamente en los movimientos feministas de las décadas anteriores, y que el día de hoy gozan de libertad de expresión, y ejercen con orgullo lo alcanzado. Todas ellas son escritoras plenas, que sabían a dónde querían llegar y lo lograron.

Las cuotas, sabemos, son un recurso que debería cumplir una función socio-histórica, y dejarse de lado. Lo ideal es que los temas que se revisaron (tal vez hasta el exceso o el cansancio) durante la segunda mitad del siglo XX, ahora deberían darse por supuestos. Y sin embargo la realidad nos urge otra cosa. Desafortunadamente en muchos aspectos el terreno ganado no fue suficiente. Hay que retomar, eso sí, procurando no repetir el camino, discursos que preferiríamos agotados. La lucha de la mujer es uno de ellos: su lugar en el mundo, sus posibilidades de expresión, de integración, las formas de habitar su libertad, el derecho a la decisión, a la educación, a la igualdad de condiciones laborales…, tanto pendiente de nuevo, todavía. No fue inútil; no fue suficiente.

En este entendido se publica el volumen (que lo es en dimensión) Constelación de poetas francófonas de cinco continentes (Diez siglos), selección, traducción y notas de Verónica Martínez Lira y Yael Weiss.

El libro −magnífico− parte de la sentencia “Este tipo de antología no debería existir”, en tanto que no se publican compilaciones escritas “por hombres”. Sí se publican pero, efectivamente, no lo aclaran, no ha sido necesario. Leo la reunión de 250 poetas, del siglo XII al XXI, que se ofrece entre estos amplísimos márgenes: una panorama de la poesía de mujeres que han hablado y escrito en francés, en toda la orbe. Los criterios de selección aparecen en los textos introductorios: porqué ubicaron a las autoras en el siglo de su nacimiento y no de la publicación de su obra; porqué a los casos aislados, como quien nació en otro lugar pero produjo en el exilio, la asientan bajo un carácter insular, de “conjuntos más bastos”.

La introducción general, Recorrido por el universo de habla francesa, de Laura López Morales, nos lleva por la historia de la lengua. Con ironía, distingue las formas institucionales y colonialistas de los lenguajes que, como el poético, incorporan lo complejo de la realidad: “Tanto los pueblos cuyo idioma materno es el francés como aquellos que lo emplean por motivos históricos convergen en la necesidad de proclamar el arraigo a sus costumbres” (…) “La construcción de un territorio francófono tiene que pasar por la aceptación de su naturaleza multicultural y por la voluntad de aprovechar las potencialidades de la pluralidad.” Es interesante cómo la necesidad que reclama la autora (“tiene que pasar”) se cumplió en el trabajo mismo; la palabra “territorio” se metaforiza en un contexto como éste. La constelación se ha convertido ya en el territorio que conforma la reunión de una lengua moldeada entre mujeres, siglos y poemas. Es decir, el reconocimiento de lo plural ha dejado de ser una voluntad para ser tierra recuperada, reconocida e igualitaria. Identidad.

El arduo trabajo de investigación y selección de autoras y poemas no solo da como resultado un libro de poesía imprescindible; además se convierte en un documento (histórico, geográfico, enciclopédico) que materializa la existencia de la mujer, tan convenientemente ensombrecida. No el dato ni el retrato; la voz y las ideas.

Marie de France (mitad s. XII)


No se sabe nada a ciencia cierta de la más antigua poeta francesa. Se le atribuye una obra en dialecto anglonormando1 compuesta de lais,2 fábulas adaptadas de Esopo y un relato: El purgatorio de san Patricio. En el epílogo de una fábula se presenta: Marie ai nun, si sui de France, “Mi nombre es María y vengo de Francia”. Al nombrarse dentro de su obra rompe con el anonimato usual de la época. Los especialistas han acordado que la poeta nació en Francia durante el siglo XII, en la Casa Real, y llegó a la corte de Inglaterra en la segunda mitad de ese mismo siglo. Se calcula que escribió entre 1160 y 1200. En el siglo XIX se rescata e imprime esta obra conservada hasta entonces únicamente en manuscritos. Ha sido traducida a varios idiomas.





Frene
[fragment]3

La dame ki si mesparla
En l’an meïsmes enceinta:
De deus enfanz est enceintie:
Ore est sa veisine vengie!
Desque a sun terme les porta;
Deus filles ot, mut li pesa!
Mut durement en est dolente,
A sei meïsmes se desmente:
« Lasse, fet ele, que ferai?
James pris ne honur n’avrai!
Hunie sui, c’est veritez!
Mis sire e tuz sis parentez
Certes jamés ne me crerrunt,
Des que ceste aventure orrunt;
Kar jeo meïsmes me jugai.
De tutes femmes mesparlai.
Dunc ne dis jeo que une ne fu
Ne nus ne l’avïum veü
Que femme deus enfanz eüst,
Si deus humes ne coneüst?
Ore en ai deus! Ceo m’est avis,
Sur mei en est turné le pis!
Ki sur autrui mesdit e ment
Ne seit mie qu’a l’oil li pent;
De tel hume peot l’um parler
Ki mieuz de lui fet a loër.
Pur mei defendre de hunir,
Un des enfanz m’estuet murdrir;
Mieuz le voil vers Deu amender
Que mei hunir e vergunder. »

Celes ki en la chambre esteient
La cunfortoent e diseient
Que eles nel suffereient pas:
De humme ocire n’est pas gas!
La dame aveit une meschine
Ki mut esteit de franche orine;
Lung tens l’ot gardee e nurie
E mut amee e mu cherie.
Cele 0ï sa dame plurer,
Durement pleindre e doluser;
Anguissusement li pesa.
Ali vint, si la cunforta:
« Dame, fet ele, ne vaut rien:
Lessez cest dol, si ferez bien!
L’un des enfanz me baillez ça:
Jeo vus en deliverai ja.
Si que honie ne serez
Ne ke jamés ne la verrez.
A un mustier la geterai,
Tut sein e sauf le porterai;
Aucuns produm la trovera:
Si deu plest, nurir la fera. »




Fresno

La mujer que había mal hablado
Se embarazó ese mismo año:
De dos niñas fue preñada:
¡De tal forma su vecina fue vengada!
Cuando a término llegó
¡Dos hijas tuvo, y mucho le pesó!
Muy fuertemente se acongoja
Y se lamenta para sí:
“Desdichada, dice, ¿qué haré?
¡Nunca más estima
Ni honor tendré!
Mi esposo y todos sus parientes
Jamás me creerán
Cuando escuchen esta desventura;
Yo misma di mi veredicto
Cuando hablé mal de las mujeres.
¿No fui yo quien dijo que nunca ha sucedido
Y que nunca se ha visto
Que una mujer tenga dos hijos
Si no ha intimado con dos hombres?
¡Y ahora tengo dos! ¡Creo que lo que dije,
Peor aún ha resultado para mí!
Quien de su prójimo habla mal y miente
No sabe lo que le espera;
De alguien puede uno mal hablar
Cuando merece más honores que una misma.
Para proteger mi honor
Mataré a una de mis hijas;
Prefiero a Dios pedir perdón
Que deshonrada y despreciada verme.”

Las mujeres presentes en la recámara
La consolaban y decían
Que no lo tolerarían:
¡Matar un ser humano es cosa grave!
Entre su servidumbre contaba la dama
Con una doncella de alcurnia
A quien había acogido y alimentado
Y mucho querido y amado.
Cuando ésta oyó que su señora lloraba,
Que con gran dolor se lamentaba,
Sintió mucha tristeza y pesar.
Se acercó para reconfortarla:
“Dama, dice, no vale la pena,
Deja ya de sufrir, ¡será lo mejor!
Dame a una de las niñas:
Yo me encargaré de ella
Para que despreciada no seas
Aunque nunca más la veas.
A un monasterio la llevaré
Sana y salva la dejaré,
Algún hombre bueno la encontrará
Y si Dios quiere, alimento le dará.”

1 Dialecto del francés utilizado en Normandía y en la corte de Inglaterra durante el reino de los Plantagenêt. Sin embargo, se piensa que la obra de Marie de France fue compuesta en algún dialecto del territorio francés y posteriormente traducida al anglonormando por los copistas.
2 Un lai o lay es una composición poética de la Edad Media, en francés o en provenzal, destinada a relatar una leyenda o historia de amor, generalmente en versos cortos.
3 Lais de Marie de France, Paris: Flammarion, 1994, p. 102 y 104, v. 65-116. Hemos escogido este fragmento para mostrar la ignorancia en la que vivían las mujeres por el desconocimiento general en torno a la fecundidad y al embarazo. Para comprenderlo es necesario conocer lo que precede: dos mujeres se casan con dos íntimos amigos, una de ellas se embaraza y da a luz a gemelos. La otra rumora que si una mujer engendra dos niños es porque ha sido fecundada por dos hombres, y logra que su amiga pierda el honor y la estima tanto de su marido como de la sociedad. Tiempo después, la difamadora se embaraza, y cuál no sería su sorpresa al dar a luz gemelas... Por suerte, en ese entonces, los maridos no asistían al parto.





Christine de Pisan (¿1364?-¿1431?)



Primera mujer de letras que vive de su pluma. Nace en Venecia y, a los cinco años, llega a la corte de Francia donde su padre, Thomas de Pisan, médico, astrólogo y filósofo, fue llamado a ser consejero de Charles V. A los quince años se casa con Étienne de Castel; sobre él escribe: “Desde la primera noche/ [...] pude apreciar/ su bondad, porque ningún ultraje/ Intentó que me pudiera lastimar”. Más tarde, la pérdida del padre y luego la del marido la sumergen en un profundo dolor del que deja testimonio; sin embargo, se concentra en la escritura para ganar el pan y sacar adelante a su madre e hijas. Comienza una carrera de historiadora como cronista oficial del rey; de manera independiente reflexiona sobre la época, y en crónicas, opúsculos y epístolas denuncia los abusos religiosos y políticos. Como ninguna otra mujer analiza y comprende su tiempo, observa con agudeza la ambivalencia del carácter humano. A los pocos años se convierte en una autora renombrada. Es la primera empresaria que antologa, ilustra y vende sus manuscritos a una clientela de seguidores. Introduce la obra de Dante en Francia. Apóstol del feminismo como se puede ver en Livre de la cité des dames (1405) y en Ditié de Jehanne d’Arc (1429). Pasa los últimos años en un convento.



L’inconstant

[fragment]1

Oyez amants:
Dura trois mois, même encore moins de temps,
La foi promise par un inconstant.
De cette amour conterai à l’instant
      Ce qui advint.
Pour l’ami, la Dame pâle devint,
Maigre et triste; sans cesse lui souvint
Du jour malheureux où lui appartint.
        Or ne pouvait
Oublier cil à qui donné avait
Tout âme et corps et pour certain tenait
Qu’au vrai l’ingrat nullement ne l’aimait.
        ...La pauvre adonc,
Pleine de pleurs et lourds soupirs dont
Son cœur fondait, lui disait: « Hélas! donc
Mourrais-je ainsi? Car Dieu me le pardont,
        Ne puis plus vivre
Si de ce mal n’est rien qui me délivre.
Mais je vous jure et promets sur le Livre
Que je ne sais, comme une qui est ivre,
        Ce qui survient.
Hélas! ami, notre amour que devient?
Je meurs de deuil certes quand me revient
Que si tôt fault. Mais par moi ce n’advient.
        Lors qui vous meut?
Ne sentez-vous comment mon cœur se deult
Quand je ne sais ce que le vôtre veut?
Mais je vois bien que reçoivent fort peu
        En soi mes larmes.
Que serve mon example à toutes dames
Pour éviter ceux qui jurent leur âme
Car ce n’est rien que pour tromper les femmes.
        ...Alors me dites
Si vous voulez de m amour étre quitte
Et ne m’offrir que mal pour mes mérites?
Où allez-vous, la valeur de deux mittes,2
        Vous amender
Vis-á-vis moi qui ne fais que mander
Nombreuses fois sans beaucoup y gagner?
Avouez-moi, vous prie, sans tarder
        Bien tout le voir. »3
Ainsi souvent la Dame son devoir
Faisait pour qui n’en consentait avoir
Nulle pitié. Mais pour la décevoir
        Il s’excusait
Qu’il avait trop à faire et lui nuisait
Le médisant parler de qui jasait;
Puis, à la fin, promettait et jurait
        Qu’il la verrait
A l’avenir souvent... quand il pourrait,
Mais que pourtant son honneur garderait;
Que jamáis, jamáis autre n’aimerait.
        Ce assurait
Le déloyal qui en tous point mentait,
Et celle qui pour lui se lamentait
S’y fiait bien. Toute joie attendait
        D’un mensonger
Car la passion fait croire au léger.
Ainsi, cherchant son martyre alléger,
Elle envoyait parfois un messager
        Le rappeler.
Mais fréquemment avait petit loyer
Celle qu’amour faisait tant foloyer
Et devait en douleur se consumer.
        ...Cela dura
Trois ans ou plus, ainsi que me jura
Celle qui tant de chagrins endura
Que je ne sais comment elle resta
        Sans trépasser.
Elle ne pouvait son cœur retirer
De celui qui n’avait su s’attacher.
Ainsi vécut en deuil et âpreté
        Un grand termine.4
Mais il n’est rien au monde qui ne fine,
Tout malade cherche sa médecine.
Lors la dame commença la racine
        A extirper
De cet amour qui était un danger
Et lui ôtait repos, boire et manger.
Elle n’envoya plus de messager...




El inconstante

Escuchad amantes:
Duró tres meses, quizá menos tiempo aún,
La fe jurada por un inconstante.
De este amor os contaré al instante
        Lo que sucedió.
Por el amigo, la dama empalideció,
Delgada y triste, sin cesar se acordó
Del desafortunado día en que le perteneció.
        Ya no podía
Olvidar a quien entregado había
Alma y cuerpo, y segura estaba
Que en verdad el ingrato no la amaba nada.
        ...Entonces la pobre,
Bañada en lágrimas y largos suspiros que
Anegaban su corazón, le decía: “¡Ay desgracia!
¿Moriré así? Que Dios me perdone,
        No puedo más vivir
Si de este mal nada me libra.
Os juro y prometo sobre la Biblia
Que ya no sé, como mujer que está ebria,
        Lo que aquí sucede.
¡Ay, desgracia! amigo, ¿y nuestro amor?
Me muero en duelo cuando recuerdo
Lo rápido que huyó. Y yo inocente soy.
        ¿Qué intención os mueve?
¿No sentís cómo mi corazón desfallece
Por no saber lo que el vuestro quiere?
Pero veo bien cuán poco a cambio
         Reciben mis lágrimas.
Que mi ejemplo sirva a todas las damas
Para evitar a aquellos que prometen el alma
Únicamente para engañarlas.
        ...Entonces dime
¿Quieres de mi amor estar a mano
Y no ofrecerme por mi bien más que daño?
¿A dónde iréis, por el valor de dos centavos,
        A enmendarte
Conmigo que no hago más que llamarte
Tantas veces sin nada en ello ganar?
Confiesa, te lo ruego, sin tardar
        Toda la verdad.”
De este modo hacía la Dama su deber
Con quien no se dignaba con ella tener
Ninguna piedad. Pero por mal no quedar
        Él se justificaba
Que tenía demasiado quehacer y le molestaba
Que hablaran mal de él a sus espaldas;
Y al final, prometía y juraba
        Que la volvería a ver
En un futuro... cuando pudiera,
Pero que su fidelidad guardaría,
Que nunca jamás a otra querría.
        Eso aseguraba
El desleal que en todo punto mentía,
Y ella que por él se lamentaba
Le creía. Toda la felicidad esperaba
        De un mentiroso
Porque la pasión le cree al liviano.
Y así, buscando alivio a su martirio,
Mandaba a veces un mensajero
        A llamarlo.
Pero casi siempre recibía poco a cambio
Ella a quien el amor enloquecía
Y en dolor se consumía.
        ...Esto duró
Tres años o más, así lo juró
Quien había sufrido tantas penas
Que no sé cómo no
        Desfalleció.
Ella no podía su corazón alejar
De quien no fue capaz de retener.
Así vivió en duelo y amargura
        Largo tiempo.
Pero no hay cosa en el mundo sin término,
Todo enfermo busca su medicamento.
Entonces la dama comenzó a cortar
        Las raíces
De este amor que era un peligro:
Le quitaba reposo, sed y hambre.
No envió más mensajeros...

1 Jeanine MOULIN, Christine de Pisan, Paris: Seghers, 1962, p. 98-100. Fragmento de Le livre des trois jugements, v. 220-343.
2 Liards. [Nota de Jeanine Moulin.]
3 Vrai. [Nota de Jeanine Moulin.]
4 ‘Temps. [Nota de Jeanine Moulin.]
 






Françoise Pascal (1632-¿1680?)
 

Dramaturga, poeta y pintora. Primera mujer en ver sus piezas representadas por actores profesionales; se dice incluso que la compañía de Molière interpretó una obra suya en Lyon, su ciudad natal. De espíritu independiente, rechaza el matrimonio para dedicarse al arte. En 1667 se instala en París donde se gana la vida como retratista y profesora de pintura. A partir de 1670 escribe únicamente poesía religiosa; sus “Navidades” para órgano son un éxito.




Sur une Tristesse1

Soucys, chagrins, ennuis, retirez-vous de moy.
Je me veux restablir dans mes humeurs premieres,
En me determinant à fuyr les dernieres,
Je veux vivre tousjours sous la plus douce loy.

Quand vous me poursuiviez sans me diré pourquoy,
Je n’aymois que la nuict, et fuyois les lumieres,
Pour mieux m’entretenir de facheuses chimeres,
Où mes tristes esprits se donnoient de l’effroy.

Venez charmans plaisirs, Peinture, Vers, Musique,
Je n’ay plus de chagrins lors que je vous pratique,
Et je vous ayme trop pour jamáis vous bannir,

Quand je vous oubliois je m’oubliois moy-mesme,
Je sentois dans mon cœur un déplaisir extrême,
Puisque je n’avois plus de quoy m’entretenir.




Acerca de una Tristeza

Aflicciones, disgustos, fastidios, retiraos de mí.
Quiero restablecer mi disposición original,
De vosotros me determino a huir,
Para vivir bajo más dulce ley.

Cuando me perseguís, sin decir por qué,
No ansio más que la noche, y huyo de las luces
Para mejor dialogar con las quimeras enfadosas,
Donde mis tristes espíritus se entregan al miedo.

Venid placeres encantadores, Pintura, Música, Poesía,
No tengo aflicciones cuando os practico,
Y os aprecio demasiado para alejaros un día,

Cuando os olvido me olvido de mí misma,
Siento en el corazón un disgusto extremo,
Porque vosotras sois mi mejor entretenimiento.
 

1 Le commerce du Parnasse, Exeter: University of Exeter, 2001, p. 46.



Anna de Noailles (1876-1933)


Princesa de Broncovan, hija de un príncipe rumano en exilio. Nace en el París aristocrático de finales del siglo XIX. Debe su notoriedad tanto a su alto rango social, como a los poetas y letrados mundanos que la celebran: Proust, Cocteau, Montesquiou, entre otros. Compone siguiendo la métrica tradicional. Su obra es conservadora comparada con el emergente movimiento Surrealista. Nombrada miembro honorario de la Academia Real de la Lengua y Literatura Francesa en Bélgica.




La vie profonde1

Étre dans la nature ainsi qu’un arbre humain,
Étendre ses désirs comme un profond feuillage,
Et sentir, par la nuit paisible et par l’orage,
La sève universelle affluer dans ses mains!

Vivre, avoir les rayons du soleil sur la face,
Boire le sel ardent des embruns et des pleurs,
Et goûter chaudement la joie et la douleur
Qui font une buée humaine dans l’espace!

Sentir dans son cœur vif, l’air, le feu et le sang
Tourbillonner ainsi que le vent sur la terre.
—S’élever au réel et pencher au mystère,
Être le jour qui monte et l’ombre qui descend.

Comme du pourpre soir aux couleurs de cerise,
Laisser du cœur vermeil couler la flamme et l’eau,
Et comme l’aube claire appuyée au coteau
Avoirl’âme qui rêve, au bord du monde assise...




La vida profunda

¡Estar en la naturaleza como un árbol humano,
Expandir los deseos como profundo follaje,
Y sentir, en la noche tranquila y salvaje,
La savia universal afluir a las manos!

Vivir, sentir sobre el rostro el sol y sus rayos,
Beber la sal ardiente del llanto y del rocío,
¡Y probar con ardor el dolor y el regocijo
Que forman un vaho humano en el espacio!

Sentir en el corazón vivo el aire, la sangre y el fuego
Arremolinarse sobre la tierra como el viento.
—Elevarse a la realidad y asomarse al misterio,
Ser el día que sube y la sombra en descenso.

Como del ocaso púrpura color cereza,
Dejar correr del corazón bermejo la flama y el agua,
Y como el alba clara en la cumbre apoyada
El alma sueña, al borde del mundo sentada...

1 Le cœur innombrable, Paris: Grasset, 1957, p. 74.





Anne Hebert (1916-2000)


Nace en Sainte-Catherine-de-Fossambault. Novelista, poeta y cuentista. Hija de un crítico literario y prima del poeta Hector de Saint-Denys: el padre la anima a escribir y el primo la provee de libros importados de Francia y censurados en Quebec. Las muertes del primo y de su única hermana marcan su obra posterior. Desde 1940 publica poemas y cuentos en periódicos. En 1950, después del rechazo de varios editores, imprime por cuenta propia Le torrent, colección de historias contra la represión social y religiosa de Quebec. En 1954 se muda a París para escapar de las restricciones; sin embargo, no corta relaciones laborales con Quebec a donde regresa definitivamente en 1997. Trabaja para Radio-Canadá (1950-1953) y en el National Film Board de Canadá (1953-1954; 1959-1960).



Alchimie du jour1


Qu’aucune servante ne te serve en ce jour où tu lias ta peine sauvage, bête de sang aux branches basses du noir sapin,

Ne le dites pas aux filles de feux roux, ne prévenez pas les filles aux cœurs violets;

Elles paraîtraient toutes les sept en ta chambre portant les pitiés bleues en des amphores tranquilles hissées sur leurs cheveux,

Elles glisseraient la longue file de leurs ombres mauves pareilles à l’envers des flammes marines en une calme frise processionnelle aux quatre vents de tes murs.

Ne prévenez pas les filles aux pieds de feutre vert découpés à même d’antiques tapis réservés au déroulement lent des douleurs sacrées, pré doux au soleil tondu, aux herbes silencieuses et drues sans l’espace vif du cri,

Ni l’obscure et forte vibration de l’amour souterrain semblable à la passion excessive de la mer en l’origine de son chant appareillant.

La première fille alertée joindrait ses sœurs, une à une, el leur parlerait bas de l’amour blessé amarré aux feuillages de tes veines ouvertes.

La plus sombre des sœurs désignées te porterait des baumes nouvellement fleuris sur des cœurs amers, très vieux celliers désaffectés, plate-bande des remèdes et des conseils nocturnes,

Tandis que la plus lente d’entre elles referait son visage de larmes brûlées comme une belle pierre mise à jour sous des fouilles patientes et pures,

La voici qui délègue vers toi une fille de sel portant des paniers fins pour ses moissons claires. Elle soupèse en chemin le poids de tes pleurs cueillis à la pointe de l’ongle comme la rosée sur le jardin qui s’affale,

Vois, celle qui a nom Véronique plie de grandes toiles pures et rêve d’un visage à saisir en sa grimace à même des voiles déroulés comme de clairs miroirs d’eau,

Se hâte la fille-fièvre parée d’épines cuivrées, maintenant que la nuit, en sa haute taille levée, bouge ses paumes mûres comme de noirs tournesols,

Sur tes paupières bientôt elle posera ses mains étroitement comme des huîtres vives où la mort médite, des siècles de songe sans faille, la blanche floraison d’une perle dure.

Ô toi qui trembles dans le vent, ayant hissé la beauté de ton visage au mât des quatre saisons,

Toi qui grinces de sable, ointe par des huiles pures, nue, en des miracles certains de couleur agile et d’eau puissante,

Redoute l’avènement silencieux des compassions crayeuses aux faces d’argiles brouillés;

Pose le vert contre le bleu, usant d’un vif pouvoir, ne crains pas l’ocre sur le pourpre, laisse débonder le verbe se liant au monde telle la flèche à son arc,

Laisse le don alerté mûrir son étrange alchimie en des équipages fougueux,

Profère des choses sauvages dans le soleil, nomme toute chose face au tumulte des grands morts friables et irrités.

Les murs aux tessons bleus crèvent comme des cercles d’eau sur la mer,

Et le point du cœur dessine sa propre souple ceinture,

Le jour, pour la seconde fois convoqué, monte en parole comme un large pavot éclatant sur sa tige.




Alquimia del día

Que ninguna sirvienta te asista este día en que ataste tu pena salvaje, bestia de sangre, a las ramas bajas del pino negro,

No se lo digan a las muchachas de fuegos rojizos, no avisen a las muchachas de corazones violeta;

Aparecerían juntas las siete en tu cuarto llevando piedades azules en ánforas serenas suspendidas en sus cabellos,

Deslizarían sus sombras malva en largas filas semejantes al anverso de las llamas marinas con una calma de friso procesional a los cuatro vientos de tus muros.

No avisen a las muchachas con pies de terciopelo verde recortadas de antiguos tapices reservados a la marcha lenta de sacros dolores, prado suave bajo un sol sin rayos, de hierbas silenciosas y tupidas sin el espacio vivo del grito,

Ni la oscura y fuerte vibración del amor subterráneo semejante a la pasión excesiva del mar al zarpar en el origen de su canto.

La primera muchacha alertada alcanzaría a sus hermanas, una por una, y les hablaría en voz baja del amor herido atado al follaje de tus venas abiertas,

La más sombría de las hermanas designadas te llevaría bálsamos recién florecidos sobre corazones amargos, viejísimos sótanos abandonados, jardinera de remedios y consejos nocturnos,

Mientras que la más lenta de ellas renovaría su rostro de lágrimas quemadas como una bella piedra que viera la luz tras excavaciones pacientes y puras,

Hela aquí enviándote una muchacha de sal que lleva canastas finas para sus cosechas claras. En el camino ella calcula el peso de tus lágrimas colectadas con la punta de la uña como el rocío en el jardín que se derrumba,

Mira, aquella que lleva por nombre Verónica pliega lienzos grandes y puros y sueña con atrapar el gesto de un rostro en los velos extendidos como claros espejos de agua,

Se apresura la muchacha-fiebre ataviada con espinas cobrizas, ahora que la noche, de pie en toda su dimensión, mueve sus palmas maduras como negros girasoles,

En tus párpados pronto posará sus manos estrechamente como conchas vivas donde medita la muerte, durante siglos de sueño sin falla, la blanca floración de una perla dura.

Oh tú que tiemblas al viento, habiendo izado la belleza de tu rostro en el mástil de las cuatro estaciones,

Tú que crujes de arena, ungida de aceites puros, desnuda, en milagros certeros de color ágil y de agua poderosa,

Teme el advenimiento silencioso de las compasiones gredosas con faz de arcilla revuelta;

Coloca el verde contra el azul, usando un intenso poder, no temas al ocre sobre el púrpura, deja surgir el verbo ligándose al mundo como la flecha al arco,

Deja el don alertado madurar su extraña alquimia en fogosos cortejos,

Profiere cosas salvajes en el sol, nombra todo frente al tumulto de los grandes muertos frágiles e irritados.

Los muros de tiestos azules revientan como círculos de agua en el mar,

Y el punto del corazón dibuja su propia y flexible cintura,

El día, por segunda vez convocado, remonta en palabra como una larga amapola estallando en su tallo.



1 Poémes, Paris: Seuil, 1960, p. 80-83.




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