.....................................................................

portada-lobo.jpgMientras el lobo está
Eduardo Chirinos
Visor
Madrid, 2010

XII Premio de Poesía Generación del 27



 

 

.....................................................................

No. 43 / Octubre 2011

 


 

Otro poema doméstico

Y bien, aquí estamos de nuevo. Yo, sentado
frente al ordenador, sin bañarme. Tú,
como siempre, detrás de la pantalla, haciéndome
gestos en la música, nadando en el café ya frío.
Por la ventana veo caer la nieve. No le presto
atención, hace tiempo dejó de ser metáfora.
Pronto volverá Jannine de la universidad.
Si en diez minutos no apareces
me iré a tender la cama, a darme una ducha,
a calentar el almuerzo. Tal vez entonces
te vea dormida entre las sábanas, en las gotas
que resbalan en la cortina del baño, dejando
mensajes en la borra del café. Ya lo sabes:
si te escondes, bien; si vienes, bien. La paciencia
es una virtud que se gana con los años. Cuando
llegue Jannine le diré que he perdido la mañana.
Me dirá sonriendo que no importa, y será suficiente
para volver a empezar. Lo malo de la poesía
–dijo Billy Collins– es que anima a escribir más poesía.




Escena para una película

¿Cómo maneja uno los recuerdos? Yo tengo
varios que se alternan y, para colmo, varían
con el tiempo. No son organizados. Un buen
día aparecen y ¡zas! se instalan sin permiso
reclamando alguna música, si es posible
alguna explicación. Ayer, por ejemplo, tenía
siete años y entré sin llamar al dormitorio
de mi madre. La ventana daba a un amplio
jardín donde jugaba el collie, al fondo
renacía una palmera, un floreciente árbol
de papayas. Mamá se pintaba las uñas
de los pies. Parecía estar muy concentrada
y apenas me hizo caso. «¿Por qué te pintas?»,
pregunté. «Porque hoy llega tu papá», me
dijo. Y eso fue todo. No. Eso no fue todo.
Su vestido colgaba impaciente de una silla
y una cámara filmaba sus piernas (la
izquierda recogida, la derecha ligeramente
levantada). ¿Qué quería de mí ese recuerdo?
No lo sé. Si le pregunto dirá que no había
ningún collie. Que tal vez había soñado.




Un círculo lleno de flores

Un día como hoy mataron a John Lennon.
Fue hace veintisiete años. Extraño número,
impar y terminado en siete. No es redondo, no
invita a celebrar aniversarios. A los veintisiete
estaba en el esplendor de su carrera (era la
morsa) y se daba el lujo de cantar algunas calles
que ahora nos pertenecen a todos. Juré visitar
algún día esas calles. Pero el destino, que no
sabe de juramentos, me llevó primero al Central
Park. Allí lo recuerda un círculo (siempre lleno
de flores) y en él una palabra: imagine.
Comencé por el final. Siempre comencé por
el final. Escuché a los Beatles cuando se habían
disuelto, y por cobrarme diez años los vengo
escuchando casi treinta. Lo demás es historia.
George sobrevivió a las puñaladas de un loco
y dijo adiós. A Paul se le murió Linda y sobrevivió
a un divorcio. Ringo ha perdido algo de pelo,
no esa sonrisa bonachona de quien finge no
tomarse en serio. Hace veintisiete años mataron
a John Lennon. Yo tenía veinte, mi hermano
diecinueve. Los dos nos encerramos a escuchar
sus canciones y lloramos en silencio. Nunca
habíamos llorado juntos. Tal vez ni se acuerde.
Cuando lo vea voy a preguntarle.




El minotauro

Hace un par de meses conocí a un poeta esloveno.
Nunca antes lo había leído. Era un señor amable,
de mediana edad que vestía blue-jeans
y hablaba inglés con acento de Europa del Este.
También chapurreaba un poquito de español
(que aprendió en México) y descubrimos amigos
comunes. Ah, los amigos comunes, son una patria
más allá de la lengua. Como los estudiantes
lo ignoraban pudimos conversar un poco más.
Habló de la vieja Yugoslavia, de cómo llegó
a los Estados Unidos, de su gusto insobornable
por The Who y su pasión por Jean Harlow
(«quien murió víctima de una excesiva decoloración
de su cabello») mientras el hielo chocaba una
y otra vez en su vaso de whisky. Al volver
a casa conseguí una selección de sus poemas:
un minotauro blanco sobre un fondo negro.
Qué laberinto, dije, qué laberinto. Así supe
que fue soldado del Ejército Popular, que el
norte que mira hacia el norte es riguroso,
que hay una mujer llamada Maruška.
Y muchas cosas más de las que no estoy seguro
porque el Minotauro es sólo una traducción
y los poetas, como decía Platón, mienten.




Doveglion

Solía poner comas entre palabra y palabra.
«Para regular la densidad del poema», decía,
para saborear cada vocablo, como Seurat
saboreaba cada gota de color en el lienzo. No
era excentricidad, tampoco exhibicionismo;
el suyo era el más puro amor a las palabras.
Pude haberlo conocido: murió cuando llevaba
cuatro años viviendo en Nueva Jersey (él
llevaba sesenta viviendo en Nueva York),
pero jamás escuché su nombre. Los poetas
no tienen nombre. Sólo escriben unos versos,
se mueren como todo el mundo. Y se sientan
a esperar. él esperaba en el segundo piso
de una librería, en una mesa de novedades 
(que será mañana una mesa de saldos). Allí 
estaba: paloma-águila-león escapado del
trópico, acogido por la más franca tiniebla,
sonriendo y sonriendo ante mi confusión.
«¿Es usted un poeta hispano?» No, me dijo.
En casa los más viejos hablaban español
y los más jóvenes contestaban en tagalo.
Pero yo prefería poner comas en inglés.




Cet obscur objet du désir

Sabemos que es una frase de Pierre Louys.
O, más bien, de un personaje suyo que
despreciaba a las rubias. Oscuro es mejor
que pálido, oscuro reclama deseo y
acompaña a objeto. Aunque, pensándolo
bien, se trata de dos deseos en uno. O de
un deseo doble: de la santa pasada de moda
y de la puta (pasada de moda también).
Pero la moda no interesa, sino el deseo
que se define, igual que el lenguaje, por
su ausencia. Quiero decir que si el objeto
es el sentido, ¿qué sentido tiene desear?
Podría formularlo de otro modo y concluir
que quien desea se halla sujeto a su deseo.
Y es su esclavo. Como el viejo burgués
de la perversa bailarina, como la pobre
bailarina del perverso burgués. Como
el bombazo final que incendia la pantalla
con música de Wagner. Sólo quiero
decir que me gusta Ángela Molina,
pero Carole Bouquet me gusta más.
 


Leer reseña...