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portada-outsider.jpg La canción del Outsider
Álvaro Salvador
Visor, Madrid, 2009.
XI Premio Internacional de Poesía Generación del 27

Por Juan Carlos Abril
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No. 45 / Diciembre 2011 - Enero 2011

 

Los lectores de la poesía de Álvaro Salvador habrán disfrutado con esta última entrega, porque están disfrutando —disfrutamos— de un Álvaro Salvador distinto y a la vez nuevo, o mejor: renovado. La canción el Outsider, justo merecedor del XI Premio Internacional de Poesía Generación del 27, es un libro atrevido e impúdico, que no renuncia a los hallazgos líricos y a las emociones cotidianas en las que ha venido siempre enmarcándose la poética del granadino, pero nos parece además que ofrece cierta profundización en su trayectoria.

Alternando poemas de hondo calado reflexivo con lúdicos acercamientos cancioneriles, La canción del Outsider plantea un recorrido por los territorios de la experiencia, sin renunciar al recuerdo y a la memoria. Es, en este sentido, un libro rico que ofrece un abanico de registros y temas que lo hacen altamente atractivo. De las composiciones más reflexivas destacan, entre otras, El dios de los peces, Un hombre no es siempre todos los hombres, y el poema con el que finaliza el libro Nocturno de Nueva Inglaterra. Cierta voz cernudiana —el monólogo dramático entretejido, y no en vano el último de estos poemas lleva la cita del sevillano— resuena aquí, una voz donde se combinan sequedad y emoción. Posiblemente sean los mejores poemas del libro, donde brillan otros textos también largos (como Madrugada, con el que a modo de apertura comienza toda la obra), aunque como hemos apuntado la chispa de La canción del Outsider se halla en esos poemas breves, de tono sentencioso a veces, haikus, epigramas, o canciones explícitas, que son el contrapunto ideal para lo que se presenta en su conjunto como una «canción», un relato ameno y cantado de quien se considera que está al margen de las normas morales de la vida, pero también sociales. Un «outsider» es literalmente un «fuera de la ley», un transgresor, alguien que no acepta la Norma y que vive para romperla, cuestionarla, criticarla. La parte titulada El pornógrafo merece ser destacada ya que es quizás una de las aproximaciones más importantes a esta controvertida cuestión, la pornografía, soslayada en la poesía española contemporánea, y Álvaro Salvador se acerca con pleno acierto, sin frivolidades ni excentricidades, sin melindres ni «realismo sucio», con el debido respeto, con el sutil bisturí descriptivo de quien sabe que en el fondo se están planteando problemas fundamentales de la cultura de todos los tiempos, como la contemplación, el deseo, la belleza, etc. Sin metafísicas ni himnos.

Pero no nos confundamos. Ese «fuera de la ley» no es ningún héroe (tampoco se define como antihéroe), ya que se sabe débil, vulnerable, melancólico, “sentimental y torpe”. Lejos de convertirse en ningún tipo de epopeya, los poemas de La canción del Outsider nos presentan a un personaje dolido por el tiempo y por la historia, digno en su vida cotidiana y a la vez entusiasta por el trabajo, animado por esas dos o tres cosas que nos hacen ser felices en la cotidianidad y que son, al fin y al cabo, las cosas que merecen la pena. La canción del Outsider es un poemario crudo en muchas ocasiones, y duro. Nos presenta una vida descarnada, una realidad sin paños calientes, las injusticias que nos tornan infelices e incluso nos vuelven viles. Su lenguaje no atiende a ningún tipo de servidumbre. Su mirada, severa en ocasiones. Pero también es, como decimos, una reflexión emocionante sobre lo que más nos conmueve, esas cosas —repetimos—, esas pocas cosas «auténticas» que de verdad se nos quedan grabadas y que nos conforman. Si a través de la canción el autor nos aporta un tono accesible y cercano, en ciertos temas y desarrollos poemáticos nos plantea otro tipo de asuntos, digamos «espinosos», que según nuestro criterio no suelen ser tratados de manera tan rigurosa en ninguna de las propuestas de otros autores de la poesía española contemporánea. Es por esto, sin duda alguna, que este libro alcanza altas cotas incisivas en nuestro imaginario emocional, en nuestra configuración sentimental, y no es ésta una característica que Álvaro Salvador haya explorado sólo en este poemario, sino que de un modo u otro le ha venido definiendo en su ya larga carrera como poeta, una voz que se ha venido confirmando como singular dentro de la poesía española de las últimas décadas.

Emoción, lucidez, desgarradura o divertimento, juntas y separadas, a veces. Las diferentes y diversas partes de La canción del Outsider invitan a una lectura que no nos dejará impasibles, desde el implícito homenaje a Javier Egea de Príncipe de la noche, hasta el osado, por temerario, Estación de servicio, un poema largo —de largo aliento, que nos adivina un camino antes no recorrido por nuestro autor— dividido en tres partes y muy conseguido, muy destacable. Este libro viene a ser el refrendo que avala a Álvaro Salvador para situarle de lleno en la actualidad literaria, pero a la vez es una voz que en su trayectoria nos muestra que no se ha estancado y que ha crecido en su madurez.




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