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portada-beacuseofthe.jpgBecause of the times
Ismael Lares
Conaculta / Instituto de Cultura del Estado,
de Durango, 2010.

Por Jorge Aguilera López
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No. 47 / Marzo 2012


 

Because of the times es un libro directo. El artilugio verbal que constituye esta poesía está despojado de toda estilización. Sangre, carne, cuerpos mutilados y una buena dosis de cinismo emanan de cada página. Sin embargo, no es Ismael Lares el apólogo de una estética gore. Por el contrario, la fuerza de esta obra reside en su capacidad de nombrar un mundo real que se reconoce en la nota roja informativa pero sobre todo en la experiencia inmediata del peatón. Más, si se camina por las calles del norte de México esperando no sumarse a la cuota diaria de “daños colaterales” que alimenta las estadísticas de una guerra que (dicen) no es tal, de un combate que (cuentan) vamos ganando “aunque no lo parezca”.

No obstante lo anterior, éste no es un libro de lamentaciones o desgarramientos, aunque sin duda nos estremece por la crueldad de las imágenes directas y altamente referenciales, por más que la ironía y el desparpajo distiendan el ánimo lector. En cambio, encontramos una vena reflexiva que no alcanza a volverse analítica, menos aún prédica, sino más bien una voz que al develar nombrando obliga a mirar y por ende a pensar en aquello que hemos encontrado. Sin duda, una posible virtud del poeta es elaborar estéticamente el caos, aquí aludido en un epígrafe inicial de Máximo Gorki. En este sentido, Ismael Lares consigue elaborar estampas breves y reveladoras del entorno aludido. Empero, la intención no constituye el poema, aunque le sea necesaria. Lo que permite encontrar poesía en este libro es una dicción eufónica que emparenta la realidad con el ritmo: “luz puñetazo fatal/ bochorno lastimadura/ golpe candente atroz”. Los octosílabos de este poema (Sing), bien que irregulares, revelan a un poeta con buen oído, aunque su educación rítmica sea menos clásica y más actual: menos Díaz Mirón y más Joey Ramone.

De las tres partes que componen el libro, la segunda (Because of me) revela en mayor grado la intención del autor: necesidad de nombrar lo inmediato, de relacionar el mundo externo con la experiencia viva. En la cultura pop y el presente tecnológico que pueblan toda cosmogonía constituida en el último cambio de milenio se cifra la relación amor/odio que establece, respectivamente, con el otro y con sí mismo: compárese, como ejemplo, los poemas Farewell y The Wrestler. Sin duda, ese espacio que muchos han dado en llamar posmodernidad, donde el mundo se nos da en fragmentos astillados –por usar la imagen de Mario Santiago–, violenta al poeta a aceptarse de antemano como un derrotado. A partir de allí, lo que pueda rescatarse, literalmente, ya es vencer, porque “escribir de dos a tres caídas/ es una forma de pelear/ luchar contra el silencio/ desenmascarar a la vida”.

Ahora bien: no es Ismael Lares alguien que asuma la poesía como sacramento. La última sección del libro (Because of them) recuerda la dinamita verbal que, de Parra a Bukowski y de Efraín Huerta a Orlando Guillen, propenden a trastocar el tropo en chiste, la metáfora en chunga. En el centro, una necesidad urgente de desarropar la poesía de sus constreñidas galas metafísicas tan caras a cierta tradición hegemónica. La palabra cobra importancia en cuanto tal, emancipándose así del vasallaje prestado a la retórica: “que la palabra sea golpe/ contundente/ sin llegar al knockout”. La realidad, pues, está en otra parte, fuera del poema y en sintonía sólo a partir de su semejanza sonora: “que si el ritmo que si el ritmo/ esto no es cabina de radio/ ni pista de baile/ he dicho!” El poema final de donde he tomado los versos anteriores, Esto no es propaganda, pretende incomodar más que proponer, y algo logra en su intento.

En resumen, Because of the times nos permite leer la voz de un poeta mexicano reciente que ha conseguido traer al ámbito de la poesía la realidad más cruda de su época y lugar. Hay cierta aridez en los vocablos y una tendencia al paralelismo y la enumeración que por instantes pueden tornarse chocantes, pero prefiero creer que la voluntad de violentar el buen gusto homologa este aspecto con la intención del libro. En este caso, la poesía no es sino un Ejercicio de distracción, donde escribir de lo que se ofrezca (la coca/ las tachas/ lucha libre/ papas y refresco grandes) se torna necesidad: “puedes escribir/ nada/ inevitablemente/ estás aquí”. Si Ismael Lares es fan de Pink Floyd y adicto a la Coca Cola light, según reza su ficha biográfica, será acaso menos importante como dato biográfico que como revelación de una voluntad de estilo aprendida en los juegos de video, las arenas de lucha y el slam. Mientras tanto, la vida sigue afuera, la violencia asfixia y el poema no le importa a la cabeza encontrada en una hielera diez pasos más allá de tu casa.


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