A 90 años de la publicación de Trilce

 

 
 

Por Jorge Aguilera López


En 1922, Cesar Vallejo entrega a los Talleres de la Penitenciaría de Lima Trilce, libro  que se convertirá en la obra más importante del poeta peruano y en uno de los más trascendentes para la historia de la poesía latinoamericana del siglo XX. Existen gran cantidad de versiones sobre el significado del título, de las cuales la que parece más fiable es la referida por su viuda, Georgette Vallejo, según la cual Trilce es una deformación de “tres”, costo de venta de cada ejemplar. De cualquier modo, los críticos, estudiosos y lectores de Vallejo han interpretado de diversos modos el polisémico y enigmático título, lo cual, ante todo, contribuye a dejar en claro que estamos aún lejos de encerrar este libro en una jaula hermenéutica.

Vale recordar ahora que la fecha es por demás significativa: constituye un verdadero annus mirabilis para las vanguardias literarias latinoamericanas y aun mundiales. 1922 es el año de la publicación del Ulises de James Joyce, de The Waste Land de T. S. Elliot, de Los gemidos de Pablo de Rokha y de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía de Oliverio Girondo; de igual modo, en este año surge el Estridentismo –con la aparición de su manifiesto Actual no. 1 y la publicación de Andamios interiores de Manuel Maples Arce y la Señorita Etcétera de Arqueles Vela– y se realiza la Semana del Arte Moderno en Sao Paulo, origen del Modernismo brasileño. En otras palabras, el contexto literario vanguardista de la época determina en gran medida la interpretación de Trilce como un texto seminal para el desarrollo de la poesía vanguardista, por más que el propio Vallejo insistiera siempre en marcar una distancia crítica con los ismos literarios. Al mismo tiempo, resulta paradójico que la primera edición de tan importante obra, la cual contó con apenas doscientos ejemplares, cayera “en el mayor vacío” de la crítica literaria peruana, algo de lo que siempre se quejó el poeta de Santiago de Chuco. Al respecto, debemos recordar el testimonio que él mismo dejó sobre la extraña condición que le atribuye a este libro, la de ser un “asomo” a los límites del lenguaje y la libertad creativa. En carta a Antenor Orrego, citada por José Carlos Mariátegui en sus 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, afirma:

No. 48 / Abril 2012



A 90 años de la publicación de Trilce


Por Jorge Aguilera López


En 1922, Cesar Vallejo entrega a los Talleres de la Penitenciaría de Lima Trilce, libro  que se convertirá en la obra más importante del poeta peruano y en uno de los más trascendentes para la historia de la poesía latinoamericana del siglo XX. Existen gran cantidad de versiones sobre el significado del título, de las cuales la que parece más fiable es la referida por su viuda, Georgette Vallejo, según la cual Trilce es una deformación de “tres”, costo de venta de cada ejemplar. De cualquier modo, los críticos, estudiosos y lectores de Vallejo han interpretado de diversos modos el polisémico y enigmático título, lo cual, ante todo, contribuye a dejar en claro que estamos aún lejos de encerrar este libro en una jaula hermenéutica.

Vale recordar ahora que la fecha es por demás significativa: constituye un verdadero annus mirabilis para las vanguardias literarias latinoamericanas y aun mundiales. 1922 es el año de la publicación del Ulises de James Joyce, de The Waste Land de T. S. Elliot, de Los gemidos de Pablo de Rokha y de Veinte poemas para ser leídos en el tranvía de Oliverio Girondo; de igual modo, en este año surge el Estridentismo –con la aparición de su manifiesto Actual no. 1 y la publicación de Andamios interiores de Manuel Maples Arce y la Señorita Etcétera de Arqueles Vela– y se realiza la Semana del Arte Moderno en Sao Paulo, origen del Modernismo brasileño. En otras palabras, el contexto literario vanguardista de la época determina en gran medida la interpretación de Trilce como un texto seminal para el desarrollo de la poesía vanguardista, por más que el propio Vallejo insistiera siempre en marcar una distancia crítica con los ismos literarios. Al mismo tiempo, resulta paradójico que la primera edición de tan importante obra, la cual contó con apenas doscientos ejemplares, cayera “en el mayor vacío” de la crítica literaria peruana, algo de lo que siempre se quejó el poeta de Santiago de Chuco. Al respecto, debemos recordar el testimonio que él mismo dejó sobre la extraña condición que le atribuye a este libro, la de ser un “asomo” a los límites del lenguaje y la libertad creativa. En carta a Antenor Orrego, citada por José Carlos Mariátegui en sus 7 ensayos de interpretación de la realidad peruana, afirma:
 
 
El libro ha nacido en el mayor vacío. Soy responsable de él. Asumo toda la responsabilidad de su estética. Hoy más que nunca quizá, siento gravitar sobre mí, una hasta ahora desconocida obligación sacratísima, de hombre y de artista. ¡La de ser Libre! Si no he de ser libre hoy, no lo seré jamás. Siento que gana el arco de mi frente su más imperativa fuerza de heroicidad. Me doy en la forma más libre que puedo y ésta es mi mejor cosecha artística”. (...) ¡Dios sabe cuánto he sufrido para que el ritmo no traspasara esa libertad y cayera en libertinaje! ¡Dios sabe hasta qué bordes espeluznantes me he asomado, colmado de miedo, temeroso de que todo se vaya a morir a fondo para que mi pobre ánima viva!
 
 
Estas célebres palabras de Vallejo, más allá de los exhaustivos ejercicios hermenéuticos que se ha practicado, y se seguirán realizando, sobre Trilce, evidencian la angustia vital y estética que fundamenta el libro. El estado de exilio permanente en que vive la voz lírica del poemario, la experiencia carcelaria, la condición de orfandad y el fracaso amoroso son apenas un indicio de las preocupaciones fundamentales que motivaron la escritura de este libro: la pugna por vencer al lenguaje, por hacerlo decir lo que el poema quiere expresar y no lo que las palabras sugieren en su significado ordinario. Más allá también de las rupturas e innovaciones formales existentes en Trilce –que podemos conocer con sólo hojear alguna historia de la literatura, es sorprendente la capacidad comunicativa que mantienen cada uno de sus setenta y siete poemas: importa menos a sus lectores el presunto hermetismo de ellos que el efecto final de su lectura, la idea de que el poema en algo nos ha transformado.

Resultaba casi natural que, luego de esta experiencia poética límite, Vallejo tuviera que dar marcha atrás ante los abismos estéticos a los que “se había asomado”. Su obra posterior, tanto Poemas Humanos como España, aparta de mí este cáliz, ofrecen otro tipo de complejidades, sin duda en sintonía con las preocupaciones vitales que el poeta mostró desde Los Heraldos negros y que llevó al extremo en Trilce; sin embargo, este último libro es el permanece en la historia de la poesía latinoamericana como un monumento a la voluntad poética, como un signo de los nuevos tiempos que la segunda década del siglo pasado, particularmente, anunciaba para la poesía latinoamericana y como una obra cuya capacidad de producir significados se renueva con cada lectura. A 90 años de su publicación, y a 120 del nacimiento de su autor, Trilce se nos presenta como un clásico que mantendrá su vigencia por mucho tiempo más.


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