Robin Williamson, bardo escocés

 


Por Jorge Fondebrider
 

musica-48-horses.jpgLeo Electric Eden. Unearthing Britain’s Visionary Music, un libro excelente –y probable tema de otra columna– escrito por Rob Young y publicado el año pasado por Faber & Faber sobre la Incredible String Band, el grupo de Robin Williamson y Mike Heron, que tanto nos maravilló a mis amigos y a mí en los primeros setenta cuando, por casualidad, lo descubrimos gracias a los buenos oficios del hermano mayor de uno del grupo, que atesoraba esos extrañísimas grabaciones llegadas a Buenos Aires en cuentagotas. Juro que, junto con los de Captain Beefheart, los miembros de la Incredible –que así llamábamos al grupo– nos ayudaron a pensar que el mundo podía ser un tanto más amplio y fantástico de lo que creíamos.

No. 48 / Abril 2012


Robin Williamson, bardo escocés   

 

Música y poesía
por Jorge Fondebrider


musica-48-horses.jpgLeo en Electric Eden. Unearthing Britain’s Visionary Music, un libro excelente –y probable tema de otra columna– escrito por Rob Young y publicado el año pasado por Faber & Faber sobre la Incredible String Band, el grupo de Robin Williamson y Mike Heron, que tanto nos maravilló a mis amigos y a mí en los primeros setenta cuando, por casualidad, lo descubrimos gracias a los buenos oficios del hermano mayor de uno del grupo, que atesoraba esos extrañísimas grabaciones llegadas a Buenos Aires en cuentagotas. Juro que, junto con los de Captain Beefheart, los miembros de la Incredible –que así llamábamos al grupo– nos ayudaron a pensar que el mundo podía ser un tanto más amplio y fantástico de lo que creíamos.

Leo en el libro de Rob Young, digo, y me acuerdo de la curiosísima sensación de escuchar la extraña voz de Robin Williamson y las increíbles letras de sus canciones, primero simplemente psicodélicas, luego un tanto más filosóficas, finalmente dignas de un bardo, que es lo que realmente es. Tardes enteras de oír “White Bird”, o “A Very Celular Song”, o “The Minotaur Song” como compartiendo un secreto, que por entonces lo era.

La banda, originalmente formada en Edimburgo en 1965 por Robin Williamson, Clive Palmer y Mike Heron, sólo empezó a ser conocida en 1967, cuando el estadounidense Joe Boyd –el primer productor de Pink Floyd, pero también de Fairport Convention, Nick Drake y John Martyn, entre muchos otros– se ocupó de que firmaran un contrato digno con el sello Elektra. Allí editaron un primer álbum que el trío original había grabado en Escocia –Incredible String Band –, y luego The 5000 Spirits or the Layers of the Onion (1967), The Hangman's Beautiful Daughter (1968), Wee Tam and the Big Huge (1968), Changing Horses (1969), I Looked Up (1970) y U (1970). Cualquiera de ellos, por su originalidad, avergonzaría a la mayoría de los grupos de la supuesta vanguardia actual: música de tradición céltica matizada con flautas magrebíes e instrumentos japoneses, y todo pasado por el tamiz de la India, Paquistán y Afganistán, y algo después, el rock. A ello deberían sumarse las increíbles letras de Heron y fundamentalmente de Williamson que, con o sin ácido lisérgico, hacían convivir al Minotauro con células parlantes, a un juglar que resultaba ser dios y jugaba con los planetas que eran naranjas, etc. No había nada que se les pudiera comparar y así lo entendió el público de esa época, que se transformó a la insólita causa de estos extraños músicos trashumantes, por entonces residentes de una comunidad hippie en Pembroke, Gales.

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En 1971, con la partida de Boyd, quien volvió a los Estados Unidos, se sucedió un cambio de sello y, ya en Island Records, grabaron un extraordinario álbum que se llamó Liquid Acrobat As Regards The Air. El grupo siguió unos años más y grabó Earthspan (I1972), No Ruinous Feud (1973), Hard Rope and Silken Twine (1974) y Seasons They Change (1976), pero ninguno de esos discos alcanzó la descomunal desfachatez de los anteriores. Finalmente, Heron y Williamson se separaron y cada cual siguió su camino. Heron sacó algunos muy buenos discos acompañado por un verdadero seleccionado de grandes músicos de la época (sobre todo, el primero de ellos, Smiling Men With Bad Reputations, de 1971, donde tocan Pete Townshend, Keith Moon, Duncan Browne, Ronnie Lane, John Cale, Richard Thompson, Dave Mattacks, Simon Nicol, Dave Pegg, Dudu Pukwana, Elton John y Steve Winwood.), pero el que verdaderamente tuvo una carrera posterior espectacular fue Robin Williamson.

La discografía solista de Williamson pasa los 45 títulos. Algunos de ellos son cantados; otros, meramente instrumentales; varios alternan música, canto y recitado; finalmente, otros son exclusivamente de poesía y de narraciones, tanto tradicionales como compuestas por el mismo Williamson, quien además es autor de una serie de libros, entre los que destacan Five Denials on Merlin's Grave: A Poem With Annotations (1979), Holy Howlers (1987), The Craneskin Bag: Celtic Stories and Poems (1989), Wise and Foolish Tongue: Celtic Stories and Poems (1991). Con todo, últimamente se le ha dado por ponerle música a Walt Whitman y a Dylan Thomas, además de profundizar en las historias tradicionales, que cuenta acompañado de un arpa, exactamente como los bardos escoceses de antaño.


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