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portada-fugarnos.jpgPara fugarnos de la tierra
Ana Toledano Villar
Renacimiento,
Sevilla, 2010.

Por Juan Carlos Abril
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No. 48 / Abril 2012


 

Ana Toledano Villar (Jaén, 1979) había publicado hasta ahora varias entregas en ediciones con escasa distribución, destacando el libro Cómo decir yo (Premio Federico García Lorca 2007, publicado por la Universidad de Granada en 2008), que había pasado demasiado desapercibido para la calidad que destilaba, pues ya ahí se vio todo el potencial que ahora plenamente observamos en Para fugarnos de la tierra, poemario con el que ha irrumpido en el panorama de la poesía española de manera brillante y sólida.

De lenguaje maduro, como dardos que apuntan a la diana de las emociones, obsesivamente a un enclave sentimental y de reflexión individual, estos poemas breves de Ana Toledano, por lo demás, son certeros e incisivos. Escritos desde la pasión y la fuerza más absolutas, derramándose y entregándose, son inconformistas, contestatarios y valientes. El poema Trilce mezcla todo eso, partiendo del homenaje vallejiano: “Pasión.// Lo pido a cada instante,/ estallar en pasión.// Abajo lo mediocre.” Esta actitud, sin embargo, a veces puede ser contraproducente, porque esa voluntad de vivir hasta las últimas consecuencias, siempre tiene un lado menos cálido, más oscuro, y puede llegar a destruirte. Para fugarnos de la tierra se plantea como un diálogo amoroso donde, en ese sentido, hay idas y venidas, hay sus más y sus menos, pero sobre todo hay ganas de vivir, rabiosa voluntad de estar vivo. La poeta sabe “sacarle provecho/ a los caparazones.”, pero también nos confiesa que esta defensa ante la lluvia exterior, ante los problemas que caen como granizo, solo se produce en casos extremos, y prefiere vivir sin ese tipo de protección: “Por si acaso no llego a ser tortuga.” La poeta vive a la intemperie, a cara descubierta, arrastrando la vida y el mundo, dispuesta a comérselo, a sacarle el máximo partido posible, sin ingenuidades pero sin perder la ilusión por disfrutar, sin recelo. Para fugarnos de la tierra es una apuesta total de vitalidad, y ya desde su título nos impreca a ir más allá de lo posible, a superarnos y no arredrarnos, a ir hacia lo imposible. La idea de huida imposible no es una salva al viento gratuita sino una meta real.

Metas

Las cosas
no son el puro azar.

Pero también en todas se sucede
y ya no existe hogar para el retorno.

No sé qué arquitectura
se sacará de mí
ni aquello que perdí con los desplomes.

Cada vez que me canso de esperarme.

Sin renunciar nunca al contrapunto doloroso, presente desde la primera página, aquello que no nos completa y que nos falta:

Frágil.

Cuidado
No quebrarme.

Me deshago
del fondo hasta la forma.
Como puzzle de 500.000 piezas.

Irreversible.

Para fugarnos de la tierra
es un libro muy recomendable que plantea una poética de la praxis, de la acción y del monólogo dramático vivido como experiencia poemática intensa. Por eso se despliega una arquitectura versal que busca el espesor, la acumulación sensitiva de estratos y planos de diferentes ámbitos, el pellizco. Algunos de estos poemas son verdaderas dentelladas, como Encontramos texturas diferentes, Sabes bien, Un perro pequeño, o No me sacio, sin olvidarnos del magnífico Aquí están mis axiomas, uno de los mejores. Textos que nos invitan a una lectura vital de la poesía (Zahorí), o poética de la vida (¿Metáforas?). Su proyección perfomativa nos empuja a mirar de otro modo, a atender hacia aquellas utopías que de verdad nos preocupan en la intimidad, en nuestra soledad e interioridad. Estos poemas rebeldes nos revolucionan con terquedad, pero sobre todo con tenacidad. Y es por eso por lo que Ana Toledano ha construido un libro que felizmente nos llega hoy a las manos, y merece la pena. Ana Toledano nos ha dado una alegría a sus lectores. Lo estábamos esperando.


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