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portada-hueso.jpg El hueso de la memoria
Verónica Zondek
Editorial Cuenta
Santiago de Chile, 2011

 
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No. 48 / Abril 2012


 

Tercera parte

El placer de la máscara



Un hueso me habita.
Un silencio.
Un arrastre en mi carne.

Otra carne.
Otra carne de mi carne come.
OTRA CARNE ENVUELVE ESTA ILUSIÓN.
De fuego se cubre mi hueso.
En esta cavidad

habita la blanda noche.

CATEDRAL
MI HUESO.

Para tu palabra

mi hueso
catedral.




Un espasmo silba en tu cuerpo.
En la ceguera ardo.

Su reptil no pienso.
Anterior al velo
en la máscara oscura de una vigilia
en el desecho de mi cuerpo
habita el gusano.

Su vida deambula en mis rojas ramblas.

El
ellos
los gusanos

un jardín incoloro.




Olvido.
Olvido su ser gusano.
Olvido mi yo mujer.
Olvido.

VIBRA EL ARTE EN LA PANTALLA.




Su habla me mira.

Con una mano arrugo su signo.

Estoy arropada
envuelta en lodo.




NO SOY BESTIA.

Soy ojo y trituro.
Veo.

Hago transcripción de vanidades
vanidad de vanidades
a un escudo blanco que de mí habla
que de mí guarda
y busca
busca tus costras usadas
allá
fuera del palco
más allá

SOBRE EL ESCENARIO DE ESTE PAÍS.




Un juego se expone a mi juego.
Un escenario expone el tuyo.
En tus restos alcanzamos la meta.
Es posible.
Es posible que te seduzca.
Posible que te añore después de perdido.

Me miro llorando.

LLORO.

Lloro lágrimas tibias
tibias hasta la cera dura
y afronto tu escapatoria en mi desnudo entero
                                           con mi casi borrón traslúcido
porque te estrujo el pezón
y te mamo el jugo
más allá de la tripa tuya

MAS ALLÁ

aunque no lo creas.
SOY FANÁTICA HACEDORA DE MI PROPIA SOMBRA.

Gusto enhebrar mis comienzos
y lanzarlos lejos
muy lejos
del jardín inglés que me llama al orden.




Eres pretexto
pretexto de acero
barrote de orgullo



y me niegas sin compunción ni insomnio.

Trasquilada
me deslizas tu sudor
me calas el cuerpo con punto bordado
para que no se te queme el párpado
                                            el tuyo pubis tan desnudo
y busques engordar tu carne
con el despojo mío que se abandona

a la hambruna de tu mirada.




El cuerpo te busca.
Punzado
el cuerpo se aterra.

CAE LA PREGUNTA ENTERA DE TU CARETA.

Se estrella con un olor antiguo
todo impreso aquí

en mi piel.
LA MÁSCARA DE MI AGRESIÓN BAILA EL FUEGO.

Ígnea
arrasa la candente.

A matar
sale la vendida.

La vendida sale
y entera desnuca mi competencia.




Salvaje soy sin la máscara.
Cada yo mío por eso carga con una al hombro
instantánea
sólo tres minutos de hervor.

Salvaje
sin persona
en paraíso terrenal e infierno
en busca de la máscara que me diga
si es necesario.




Nada aquí.
Nada allá.

Días que se construyen a sí mismos
         que incrustan la máscara íntima de él
                                                                          que se complace
                                                                          que no se aguanta
y se hace trizas
e irrumpe.
Viene y nos planta sin pena en el miedo
                                                 en el hambre
                                                 en el frío
fuera del conocimiento
sin opuestos
sin proceso
y oficial
hace entrega
del tragaluz que nos mantiene.




SOMOS.

Y tú no puedes saberlo.

Somos pose
             artefacto
             máscara repetida.

SOMOS EL FRUTO PROHIBIDO.

Somos un dado sin cuestión
             un olvido de la conciencia.
Somos un solo infinito.
             Un tú
             un yo
             un nosotros
             un ellos.

Somos una multitud.




Tu sueño no encaja a pesar del esfuerzo.

Tras el ansia de la búsqueda
sientes placer en una máscara
                         en todas
                         en probarlas una a una
                     de día o de noche.

No hay tregua bajo los astros.




SÉ QUE SIENTES EL GOCE DEL PÉNDULO.




Vives la alegría del momento
                            del futuro motor
que se enreda a tu vestido en abandono.
A veces
como en tu sueño
soy la delicia del fin.
Vuelvo desnuda a la tierra.
No cargo preguntas
ni deslizo respuestas.




La vida de arrastre vela mi lodo.
Su intestino es irrevocable.




Puedo restituir el inicio.

PUEDO SER AQUÍ UN INICIO.


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