Haz caso a tu corazón
Cuando el corazón habla,
la imaginación escucha


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El corazón es el órgano que impulsa la sangre para la existencia de la vida de los vertebrados y de algunos invertebrados; también es el estímulo de las sensaciones, y, recientemente, se ha descubierto en estudios científicos que posee un cúmulo de terminales nerviosas, las cuales le permiten tomar decisiones de manera independiente del cerebro.

“El corazón vive el aquí y el ahora, no tiene memoria; a diferencia del cerebro, que resguarda y almacena los recuerdos. Es necesario volver, regresar al aquí y al ahora, por medio de la expresión”,  nos recuerda el pintor y poeta Armando Brito.

No. 49 / Mayo 2012


 

Haz caso a tu corazón
Cuando el corazón habla, la imaginación escucha

Por Angélica Marmolejo


El corazón es el órgano que impulsa la sangre para la existencia de la vida de los vertebrados y de algunos invertebrados; también es el estímulo de las sensaciones, y, recientemente, se ha descubierto en estudios científicos que posee un cúmulo de terminales nerviosas, las cuales le permiten tomar decisiones de manera independiente del cerebro.

“El corazón vive el aquí y el ahora, no tiene memoria; a diferencia del cerebro, que resguarda y almacena los recuerdos. Es necesario volver, regresar al aquí y al ahora, por medio de la expresión”,  nos recuerda el pintor y poeta Armando Brito.

La manifestación de nuestros pensamientos y sentimientos es una de las características que nos hacen diferentes dentro del reino animal. El lenguaje y con ello la palabra, así como los diversos modos de expresión, marcaron el inicio de la historia de la humanidad. Sin embargo, al día de hoy, ¿acaso hemos dejado a un lado nuestra capacidad para expresarnos?, ¿hemos olvidado que nuestro carácter de individuación es lo que nos hace singulares?

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Esta historia empieza con la poesía, porque como Octavio Paz apuntó en El Arco y la Lira: “La poesía es conocimiento, salvación, poder, abandono. Operación capaz de cambiar al mundo, la actividad poética es revolucionaria por naturaleza; ejercicio espiritual, es un método de liberación interior. La poesía revela este mundo; crea otro.”

Ante una desolada situación y en la búsqueda por la justicia, el poeta Javier Sicilia encontró en la expresión poética lo que hoy es un movimiento social mediante el que se ha dirigido a los corazones de los mexicanos. Nos recordó que “la palabra del poeta habla al corazón del hombre”. A partir de esta sencilla pero elocuente frase, comienza la intervención de arte público Haz Caso a tu Corazón, concebida por los artistas Roger von Gunten y Armando Brito.

¿Cómo transformar, de manera simbólica, la realidad sangrienta de nuestros días? A partir de esta premisa, artistas de Morelos, Veracruz y la Ciudad de México, decidieron utilizar la metáfora “escucha a tu corazón”, como respuesta a la necesidad de sentir el pulso de una vida colectiva, consciente y creativa.

Entre los participantes en este intento por mover los corazones de todos los mexicanos se congregaron artistas visuales, artistas gráficos, fotógrafos, grafiteros, colectivos, estudiantes, niños, amas de casa, transeúntes y poetas.

Del 5 al 9 de mayo, 500 cilindros de cartón de 1.50 cm x 40 cm situados en el corazón del país —el Centro Histórico de la Ciudad de México— transgredieron el paisaje urbano, al teñirlo de voces coloridas, y dieron como resultado un variopinto bosque de “Faros de Paz”, en los que habían inscrito su sentir aproximadamente 400 personas, de manera simultánea en la Plaza El Aguilita, de la Merced, y en la Plaza de Santo Domingo. Previamente a los talleres públicos, tres cuartas partes de estas columnas fueron intervenidas por artistas y colectivos.

Las piezas se moverán de manera itinerante a otros puntos de la Ciudad de México, como el corredor peatonal Regina; y estarán también en los principales municipios de Morelos.

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La gente se acercaba al atrio de la iglesia de Santo Domingo —quizá por curiosidad, quizá sólo para matar el tiempo mientras esperaba algo o a alguien— y comenzaba a hacer preguntas concretas: ¿qué debo hacer para pintar uno de ésos?, ¿cuánto cuesta el taller?, ¿qué días se van a poner?, ¿quién patrocina esto?

A veces se conglomeraba un grupo considerable y, de una sola vez, se le explicaba la razón de los talleres in situ de Haz Caso a tu Corazón: “Sólo tienen que registrarse y permitir que su corazón se exprese. Estamos manifestándonos a favor de la paz. Hemos invitado a artistas y colectivos pero creemos que todos, también los que no somos artistas, podemos expresar nuestros sentimientos contra la violencia, a través de estos cilindros”. De tal modo que pocos se negaron a hacerlo a pesar de que muchos tenían prisa o no se sentían del todo confiados al pintar en un lienzo cilíndrico.

Monserrat, una niña de 11 años, llegó al atrio de Santo Domingo intrigada por el alboroto del conjunto que pasado el mediodía ya sumaba más de cien. Ella vive muy cerca de la Plaza y sus papás trabajan en uno de los comercios aledaños. “Estaba muy aburrida en mi casa y salí a dar una vuelta, y vi que la gente estaba pintando; por eso vine aquí, quería saber si puedo pintar lo que yo quiera”, a lo que uno de los coordinadores respondió que el único requisito consistía en expresarse con libertad.

La verdadera emoción de la mayoría de los participantes fue el entusiasmo; una alegría cimentada en la poco frecuente oportunidad de hacernos escuchar —a través de cualquier medio—. No sólo se atendió al corazón, sino que éste habló a través de las manos y la imaginación de los niños, las mamás, los hermanos, los amigos, los vecinos, los amantes y los incautos. Muchas de las frases demandaban un alto a la masacre que implica cualquier conflicto: “Somos muchos. Somos todos. Somos más de 60 mil”, “ojalá que pronto se acabe este guerra”; otras más invitaban a la reflexión, a tirar la basura en su lugar, por ejemplo, o a no talar árboles y respetar a los seres vivos que nos rodean.

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Y como la palabra del poeta se dirige al corazón del hombre en cualquier momento y en cualquier sitio, algunos de los poetas que participaron en Haz Caso a tu Corazón nos han expresado su experiencia en esta intervención de arte público.

Para el poeta Fernando Salazar Torres la conjunción entre la poesía y el arte público radica en “llevar la poesía a las calles, acercar la poesía al mundo cotidiano y expresar que la poesía puede ser entendida y sentida por todos y no sólo por unos cuantos. Así como llevar la vida cotidiana al escenario de la palabra y expresar que todo es motivo de tema poético”.

Dulce Chiang, por su parte, volvió a su etapa de infante, porque disfrutó el proceso de constituir la poesía en un trabajo plástico. “El tener contacto con materiales que no sean el ordenador, el papel o la pluma –digamos, los instrumentos comunes del oficio– fue una alegoría de la infancia, de algunos viejos tiempos; cuando mancharse las manos era consecuencia obligada de conocer el mundo, de transformarlo”. También la poeta y cantante comenta que “incluir a la literatura, en este caso, a la poesía –cuyo público es especialmente reducido– en el arte público, es una buena oportunidad para llevar la poesía a más ámbitos, a más personas”.

En cambio, la intención del poeta Andrés Cisneros de la Cruz fue la de “otorgar una experiencia reflexiva a partir no de un solo corazón, sino de los corazones que nos componen como humanos. El corazón de la mente, el de la voz, el de las manos. ¿Qué seríamos sin todos esos corazones, y sólo tuviéramos el corazón motriz de nuestra sangre?”, además, agrega que: “La poesía es visual, y aunque es invisible tiende a ser monumental, sobre todo en la poesía mexicana, con poetas que han construido poemas que son monumentos.”

Adriana Tafoya comenta que “La poesía es parte importante de esta exposición, pues son los poetas quienes ayudan a que la imagen cante, no sólo a que pueda verse, sino también oírse. Por eso las palabras en este contexto son más que ornamentos, voces para que los espectadores encuentren veredas interesantes y nuevas en su paso por estos árboles pictóricos”. Asimismo nos explica que la poesía y el espacio público permiten “unir al peatón con elementos vitales que puedan otorgarle un poco de oxígeno dentro de una ciudad de piedra”.



  

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