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Del archivo de 
Periódico de poesía 

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En este número recuperamos cuatro sonetos portugueses del siglo XVI, de Francisco de Sá de Miranda, Luís Vaz de Camões, António Ferreira y Diogo Bernardes, publicados, originalmente, en el Periódico de Poesía de 2006. Las versiones son de Benjamín de Valdivia.  .............................................................................

 

No. 49 / Mayo 2012


Versiones de Benjamín Valdivia


Francisco de Sá de Miranda
(1481-1558)


SONETO

¿Quién a mis ojos dará una vertiente
de lágrimas, que manen noche y día?
¿Al menos la alma, al fin, repararía,
llorando, ya al pasado, ya al presente?

¿Quién me dará, lejano de la gente,
suspiros, que me lleven la agonía
ya lejos, que el afán tanto encubría?
¡Sucedióme después tanto accidente!

¿Quién me dará palabras con que iguale
tanto agravio que amor ya me tiene hecho,
pues que tan poco el sufrimiento vale?

¡Ah! ¿Quién al medio me abra este mi pecho,
donde yace mal tanto, por que exhale
tamaña cuita mía y mi despecho?


Luís Vaz de Camões
(¿1524?-1580)


SONETO

Yerros míos, fortuna, amor ardiente
para mi perdición se conjuraron;
los yerros y fortuna allí sobraron,
pues me bastaba amor tan solamente.

Todo se fue; mas tengo muy presente
el gran dolor de cosas que pasaron,
que las dañosas iras me enseñaron
a nunca querer ya que me contente.

Erré todo el decurso de mis años;
di causa a que Fortuna castigase
a mis tan mal fundadas esperanzas.

De amor no vi sino breves engaños.
¡Oh, quién tanto pudiese que llenase
este mi duro genio de venganzas!


António Ferreira
(1528-1569)


SONETO

Aquel tan claro Sol, que me mostraba
el camino del Cielo llano y cierto
y con su nuevo rayo largo, abierto,
toda sombra mortal de mí ahuyentaba,

dejó la prisión triste en la que estaba.
Yo quedé ciego al ir, con paso incierto,
perdido peregrino en el desierto,
al que faltó la guía que llevaba.

Así, espíritu triste, juicio oscuro,
sus santas huellas sigo yo buscando
por valles y por campos y por montes.

En todas partes veo y la figuro.
Ella toma mi mano y va guiando
mis ojos —fuentes— por los horizontes.

 

 


Diogo Bernardes
(1532-1605)


SONETOS

Horas breves de mi contentamiento,
nunca me pareció, cuando os tenía,
que tan así tornadas os vería,
en tan cumplidos días de tormento.

Aquellas torres que fundé en el viento,
el viento las llevó, que sostenía:
del daño que quedó la culpa es mía,
que en cosas vanas hice fundamento.

Amor, con rostro ledo y vista blanda,
promete cuanto de él puede desearse,
todo es posible ya, todo asegura;

mas desque dentro el alma reina y manda,
como en la mía fue, puede mirarse
cuan fugitivo es, cuan poco dura.

 
 
 
 

Periódico de Poesía,
nueva época, núm. 11, Dirección de Literatura-UNAM, verano de 2006, págs. 15-18.