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portada-el-pequeno.jpg El pequeño mecanismo de los acontecimientos
Fabián Casas
Almadía
México, 2012

Por Adán Ramírez Serret
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No. 52 / Septiembre 2012




El éxito de un escritor es extraño e impredecible. Es difícil dar un argumento convincente que explique porqué  autores llenos de talento y premios, no son leídos, y otros, escritores sombríos y marginales, agotan con facilidad ejemplares, y los que se hallan se encuentran en librerías manoseados y gastados de tantas lecturas.

El pequeño mecanismo de los acontecimientos de Fabián Casas, es una compilación realizada por el poeta Hernán Bravo Varela. Es el título número trece de la colección de poesía de Almadía, la cual hasta ahora ha logrado sacar al género poético de los rincones de bibliotecas y librerías. Ha ampliado el público y ahora estos textos son leídos no sólo por académicos y poetas, sino que es posible encontrar lectores de esta colección en el metro y en los parques. Sobre todo autores como Alejandro Magallanes y ahora Fabián Casas han hecho de esta colección una poesía más cercana al público.

En este poemario de Casas, convergen muchos puntos; momentos, estados de ánimo y estéticas. Poemas mayores y poemas menores. La cotidianeidad y la eternidad. La tradición y la vanguardia. Pienso, entre otros, en el poema Sin llaves y a oscuras “Entonces salí al pasillo a tirar la basura […] la puerta se cerró /Quedé sin llaves y a oscuras… Así también puede ser la muerte: / Un pasillo oscuro / una puerta cerrada con la llave adentro / la basura en la mano”.

Conviven la cotidianeidad y la eternidad. Una anécdota prosaica como tirar la basura y que esta lleve al poeta a vislumbrar la consistencia de la muerte. Dos momentos lejanos se unen en un poema de apenas quince líneas.

Fabián Casas es un poeta original porque su obra se inserta en una tradición pero también en un parricidio. Es difícil comparar su voz, necrófila, desencantada, pero no así distinguirla. Quizá sea esto lo que lo ha hecho un poeta fundamental en el nacimiento de una nueva generación.

No hay la búsqueda de un hilo negro en la poesía de Casas, tampoco es complaciente con las voces paradigmáticas de la poesía latinoamericana. No cae en el canon de amar a un poeta. Más bien tiene afinidades, se acerca al Oliverio Girondo de Poemas para leer en el tranvía que hace a la poesía algo cotidiano. También a Julio Cortazar que encuentra lo sublime en el hecho más baladí. La poesía es algo que sucede en todo momento y en cualquier cosa.

Poemas para leerse mientras se hace tiempo en un parque, a la espera del camión o mientras se camina. Poemas para releerse y descubrir que detrás de cada instante hay una compleja maquinaria que mueve el mundo. Cito para terminar, el poema que da nombre a la antología: “El hombre de campo mira pasar el río. / El hombre de ciudad mira pasar el tren. / Ambos reflexionan sobre el  pequeño mecanismo / de los acontecimientos.



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