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No. 52 /Septiembre 2012


La poesía y los niños
Por Karina Castaño

Es de todos sabido que los niños poseen la capacidad de asociar palabras y en consecuencia realidades que un adulto regido por la lógica, difícilmente establecería. Explicar al mundo a partir de relaciones inéditas es la constante en el universo infantil. Los poetas más experimentados aconsejan como regla de oro, no abusar de los adjetivos, en palabras de Vicente Huidobro: “el adjetivo cuando no da vida, mata”. No obstante, esta premisa, entre otras, son para los niños desconocidas y francamente les resultan irrelevantes, de hecho, es en la adjetivación donde muchas veces reside su fuerza. Para un escritor profesional encontrar la palabra exacta es producto de largas horas de trabajo, no así para un niño, dado que obedece a su instinto sin pensarlo demasiado.

Pero, ¿cómo se relaciona un niño con la poesía? A decir verdad esta es una pregunta que tiene más que ver con nuestra curiosidad, ya que para un niño la poesía es muy probablemente una categoría ajena y hasta desconocida, no representa para él algo cercano. La relación entre los niños y la poesía se define por la espontaneidad, en modo alguno se relaciona con el trabajo profesional de un escritor. Otro aspecto importante es su relación de irreverencia con la gramática, si bien son hablantes de una lengua determinada y son perfectamente capaces de establecer una comunicación óptima, también es cierto que hasta determinada edad están en un período de formación, así que esto abre la puerta a posibilidades léxicas, muchas veces insospechadas. La imaginación es otro elemento que merece la pena explorar, aunque corramos el riesgo de quedarnos sólo en los lindes, ya que el sólo hecho de intentar abordar este tema en relación con un niño, es una empresa infinita y harto compleja; los textos literarios son una herramienta básica para que un niño establezca una relación con las palabras, hoy día la oferta es basta, cada vez resulta más común encontrarse con ediciones bellísimas y didácticas que acercan a los niños a la poesía y a la narrativa.

Nombrar al mundo con otras palabras es una forma de acercarse a una experiencia estética; la relación entre la poesía y los niños es un terreno aún poco explorado, pero que bien vale la pena revisar. No desde los criterios que aplicamos al escritor más avezado o profesional, nuestro acercamiento tiene más que ver con la espontaneidad y la imaginación.