Del archivo de
Periódico de poesía
.............................................................................. |
No. 52 / Septiembre 2012 |
|
José Kozer El rebaño de ancianas Pecas y mierdas en la piel, ni un solo verdugón de amores. Judías calentonas de ultramar, corazonzuelas de bisutería. Ostentan aún el lujo beige de sus pezones que algún ángel castaño soba: dormirán siesta y en los dobleces de una carne amarilla olerán a ciruelas maduras y antídoto la corza corretea: dos horas de boudoir lentísimo y aguardar de cinco a nueve el paso retozón de serafín que ceba su péndulo de hueso y jarcias visionarias en la decrepitud del ano rosa de una anciana. En los espejos, se tutea a sí misma y en sus crenchas coloca el beso de algún húsar que quizás la sostuvo de espadachín a horcajadas (metió) el puño íntegro de una mano en el ojal violera que alió a entretela y benjuí. Todas recuerdan la orza de sus cuerpos y la estrella polar en algún trasatlántico: inconformistas de calzón blanco al tenis en América (mancebitas) dadas al candor del lucro se aposentaron en sus terrazas con cingulillos de satén para sus fiebres puerperales, sahumerios de anís y escapularios para el menstruo. Previsoras no cabe duda aquí dan unos pasos de fox o remedan un charles en el salón de festejos, se abrazan (hasta la madrugada) a sus tocayas y se alborozan como un perifollo grueso en sus sillas plegables con el bridge y unos termos. Eran las hilanderas: tres taburetes. La señora condesa tiene un pasatiempo de cristales, atisba: y a hurtadillas ve derramarse el salerito labrado, una puntada y gira la bárbara introspección del grajo en el salón de festejos un maniquí propaga la emoción de su vestido de novia, en el azahar hemoglobina. Enter the Queen la heresiarea de las tres letras, triunfo en los pechos del As (it flares the music) y en el alboroto aparece una zampoña (trama, otras nupcias, la Reina) modulación los gorjeos del tímpano a la flauta. Callen todos y todas sargentos y meretrices firmen las actas erijan el patíbulo y la Reina se siente (asista) a su estrangulación y muera en cambray y camisola, jáctese con un eructo de champán y mariscos en la boca. Trompas, cada cual a su sitio: la noble dama (un solitario) y los caballeros (al tresillo). En los nueve naipes, una misma figura: las parcas, tranquilotas y de espaldas al público coronan al primogénito y la infantina (novios y novias, a la quema) incestos de la marrana y el ciervo, una loba redentora abre el cortejo los alguaciles anuncian que la Reina (golosa) parió en el ataúd un sudario de zánganos y flores, cuchichearon los clérigos. Periódico de Poesía, núm. 14, UNAM/UAM, México, 1990 |
{moscomment} |