Dolores Castro 
 

 vozviva-dolores-castro.jpg“Dolores Castro vive atenta al mundo, sabe escuchar y celebrar las voces que la rodean, ya sean giros sintácticos o semánticos, fallas, muestras de estilo o agudezas. Por ello su plática está plagada de evocaciones lingüísticas, de frases afortunadas que acusan en tal sentido la persistencia del eco mediante una conciencia lingüística activa y constante.

El de Dolores Castro es un oído alerta a las sutilezas y a las peripecias del lenguaje. Un oído en vela que por un lado organiza diálogo cotidiano y apuntala su labor (de maestra) y por el otro funge de rector y de censor de su poesía…”

Manuel Andrade



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Qué es lo vivido [1980]

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I

¿Qué es lo vivido
en qué poro ha quedado
o en qué ráfaga?

Puente a la oscuridad
o la pendiente veloz
de una sonrisa
que se apaga,
pero también calor
en medio de la sombra,
acomodo
de criaturas que buscan suavemente
su modo de dormir
mientras una ventana
se va cerrando hacia el oriente
y la luz de la tarde
se unta silenciosa.

                    *

Todo está bien:
no mintieron los rostros de las cosas,
sólo sabían brillar
en su secreta forma de caer,
sólo sabían decir:
es así, así es,
mientras acrecentaban su caída,
se hacían ovillo,
y en su acomodo hablaban en voz baja
de lo que hubieran querido ser.

                    *

Bajo la forma gris de las cenizas
cuántos tonos de rojo,
cuántas lenguas
se quieren desatar
para arder;
cuántas columnas de aire
que gozaron de peso y consistencia
en su día,
sostienen el papel
de seda
para envolver
fantasmas,
que aún tosen suavemente
para no
desaparecer.


II

Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
Nadie ha vuelto. ¿Dónde lanzar la vista,
ciega como lo blanco de los ojos?
Nadie diría hacia dónde ni en qué forma.
Las alas no han nacido. El chasquido de las horas
estremece las sombras y el descanso.
Las madejas de seda del entorno
sólo anuncian lo oscuro:
silencios de crisálida, ciegos y amortiguados.
Es la ronda nocturna, el revolverse sobre el mismo cuerpo
que no tiene respuestas:
las rosadas encías del anciano
ya no pueden morder verdades acidas
pero en el sueño, pero en la seda y su amortiguadura
los golpes de la vida
pierden brutalidad.


IV

Es el mar
que regresa después de huir mil veces.
Son los días y su paso de langosta
que devora el silencio.
Es el mar y los días:

son las horas de paso redoblado
y las noches fugaces
con sus lunas que crecen y decrecen.
Es el sol cotidiano y sus fulgores;
el cielo de la noche,
donde asoman sus ojos centenarios
muchas estrellas frías.

Soy yo
con una caja resonante
donde guardo preguntas.


VIII

Es verdad que se aloja en alguna parte,
en la más recóndita, resguardada de aires y de olvidos.
No sé delimitarlo,
sólo sentirlo:

en el sobresaltado sueño está presente:
en lo negro del párpado cerrado
y en mi futuro cierto.

Un delgado cabello la separa del placer
y consume
como cucharadita de nieve
cualquier excelsitud en su cumbre más alta.

¿Quién se atreve con ella?
Sólo el amor hasta el último aliento.
Sólo el amor su resta sobrepasa.


IX

No es una sola muerte,
es la muerte con mil
máscaras distintas:

a la vuelta del día,
en lo mejor de la noche,
a la mitad de la vida.
Mi mano tiene muerte,
el polvo de sus alas entre mis dedos
me recuerda que está viva.