No. 53 / Octubre 2012


Deseo humano y deseo místico

Mística y Poesía
Por María Auxiliadora Álvarez
 

mistica-portada_variaciones_del_pajaro.jpgEn el ensayo “Verbum absconditum” (Variaciones del pájaro y la red), José Ángel Valente subvierte el sentido divino de la interpretación metafórica de San Juan de la Cruz al contenido del Cantar de los Cantares para sublimar la idea del deseo subyacente al eros hacia una modalidad de perpetuación, pero entonces la define como una “perpetuación incompleta” por su condición infinita: “Tal es la perspectiva del místico: la demanda insatisfecha del deseo que nos hace salir [éxtasis] del presente y nos proyecta hacia un futuro sin términos: ‘Yo soy de mi amado y hacia mí se tiende su deseo’, dice la esposa del Cantar de los cantares (VII). Al igual que el Cantar, el Cántico espiritual o Canciones de la esposa de Juan de la Cruz, es sin duda, el poema de la unión, pero acaso sea todavía más, el poema de la infinita perpetuación del deseo”.

La sucinta analogía de la dinámica del deseo del amor humano con el deseo místico ofrece la perspectiva (en éste último) del ser que aspira a ser asumido por Dios, que es el Otro por antonomasia: “llegar a ser el otro de quien no tiene otro, del non-aliud, de aquel cuyo ser consiste en ser sin que nadie sea el otro de sí”. Y en este caso no hay diferencia entre el “deseo de ser deseado o reconocido” y el “deseo de querer ser” o de  “llegar a ser”, con la salvedad de la imposibilidad de una reciprocidad (de amor y “existencia”) nivelada en términos de igualdad.

mistica-dali-gala-leda-swan.jpg Tal vez en esta búsqueda de reciprocidad en idénticas proporciones radique el impulso del corpus parlante de la poética de José Ángel Valente hacia tópicos y tonos intensamente reconciliados con lo natural-amoroso, y no solo con lo sobrenatural-amoroso. Poemas de esta índole (en ambos sentidos) reaparecen constantemente desde sus primeros libros hasta los últimos, destacándose: A modo de esperanza (1955), Poemas a Lázaro (1960), La memoria y los signos (1966), Siete representaciones (1967), El inocente (1970); Treinta y siete fragmentos (1972), Interior con figuras (1976), Material memoria (1979), Tres lecciones de tinieblas (1980), Mandorla (1982), El fulgor (1984), Entrada en materia (1985), Al Dios del lugar (1989), No amanece el cantor (1992), y Fragmentos de un libro futuro (2000).

José Ángel Valente atravesó la tragedia de la indigencia ontológica y sus rigores a través del canal espiritual (intermitente mas consecutivo), pero preservó la vitalidad del amor corporal dentro del amor-dolor universal: “no está el amor petrificado/ y el residuo del fuego/ lo hace arder, correr desde sí mismo, como semen o/ lava/ … para arrasar el mundo” (“El poema”,  El inocente),  trascendiendo luego la limitación material de su erótica alada de “vuelos altos y ligeros” para rozar lo invisible y acceder a lo infinito de lo amoroso.

 


Ilustración:

Portada de Variaciones sobre el pájaro y la red, precedido
de La Piedra y el Centro,
tomada de
http://www.tusquetseditores.com/titulos/marginales-variaciones-
sobre-el-pajaro-y-la-red-precedido-de-la-piedra-y-el-centro

 

Leda atómica de Salvador Dalí, imagen tomada de
http://www.skeptically.org/sitebuildercontent/
sitebuilderpictures/dali-gala-leda-swan070.jpg

 



Publicaciones anteriores de esta columna