No. 53/ Octubre 2012

 
Literatura hipertextual: el camino de los senderos que se bifurcan

Poéticas visuales
Por María Andrea Giovine
 
Lo que define al hipertexto no es la no-linealidad, sino la elección que hay que hacer frente a los múltiples caminos que presenta el universo cibernético. La no-linealidad no representa necesariamente discontinuidad discursiva, sino más bien un nuevo tipo de continuidad policéntrica. Así pues, el hipertexto es un tipo especial de texto en el que el lector elige activamente la secuencia del material. Se trata de un recurso del todo posmodermo que trabaja directamente desde el concepto de margen, de borde.

En ese sentido, uno de los aspectos más importantes del hipertexto es que enlaza materiales que han sido colocados en la red. Constituye una especie de diagrama virtual que vincula páginas y páginas hasta nunca acabar. La versatilidad del hipertexto, que se manifiesta en múltiples conexiones entre bloques textuales individuales, evidentemente, requiere de un lector activo.

César Horacio Espinoza, en “Hipertexto, el prestidigitador electrónico”, texto publicado en su blog Poesíarte/poéticas experimentales, afirma que el hipertexto es un sistema fundamentalmente intertextual, que potencia en una escala superlativa la capacidad de enfatizar esa intertextualidad que con dificultad alcanza el texto encuadernado en un libro. Por tanto, es la facultad o posibilidad de la conexión electrónica lo que crea el hipertexto: una textualidad compuesta de bloques y nexos que permiten multiplicar los trayectos de lectura. Esa particular forma de construir el texto a partir de la no secuencialidad deja abiertas las posibilidades para ejercer una lectura no lineal, al margen de las limitaciones impuestas por los sistemas tradicionales de lectura y escritura, basados en nociones como centro, margen, jerarquía y linealidad.

El hipertexto, como ya decíamos líneas antes, está directamente ligado a la posmodernidad, es un producto de ella. Encarna una nueva forma de “textualidad transitable”, de ahí que el término “navegar” por Internet sea tan revelador sobre el tipo de movimiento que lleva a cabo el lector. Es esencialmente su condición de “movilidad” la que permite al hipertexto crear continuamente cadenas o recorridos en una textualidad abierta, eternamente inacabada.

poeticas-visuales53.jpgLa manera en que está configurado el ciberespacio posibilita que cada lector pueda agregar, alterar y editar un texto: abre la puerta a la creación colectiva, a las obras móviles, transitorias y cambiantes, así como a la posibilidad de tener acceso a textos que no han sido aprobados por los criterios de un editor o una editorial. De este modo, se inaugura un espacio de flexibilidad en el que puede participar cualquiera que cuente con las herramientas tecnológicas necesarias.

La lectura hipertextual subraya el carácter polidireccional de la condición posmoderna, la ausencia de centro y la polifonía son nociones centrales en esta nueva forma de lectura que cada vez es más natural. Las nuevas generaciones no conciben la lectura hipertextual como una experiencia nueva, sino como parte de la configuración del mundo en el que nacieron, no conocen otro, no conciben otro. Y, de hecho, en la actualidad, existe el término ergodic literature (formado a partir de los vocablos griegos ergon y hodos que significan “obra” y “camino”), con el objeto de aludir a las creaciones literarias que exigen un esfuerzo nada trivial para que el lector atraviese el texto, penetre en su sentido.

Para César Espinoza, el hipertexto es la herramienta que permite la emancipación de la mirada para construir el espacio. La mirada se proyecta sobre la pantalla, sobre la superficie de contacto que denominamos interfaz y que, no podía ser de otro modo, se construye a partir de metáforas visuales.

El hipertexto crea una nueva noción de espacio, donde lo móvil y transitorio genera una experiencia enmarcada en la velocidad perceptiva. El tiempo, el espacio y el movimiento se han incorporado al arte y han ido modelando experiencias estéticas nuevas en las que el perceptor participa activamente. En ese sentido, resulta claro que el lector de literatura hipertextual ha adquirido nuevas funciones, que desempeña un papel nuevo.

La literatura contemporánea (hipertextual, intermedial, multimodal) a todas luces ha generado nuevos tipos de interacciones entre obra y receptor. Es en esa interacción en donde se realiza la experiencia estética y cognoscitiva de aprehensión de un texto. Estas nuevas relaciones son tan significativas y paradigmáticas que, de hecho, han permitido que se genere una nueva noción de lectura y de lector, una revolución lectora.

Hay modalidades de literatura contemporánea más interactivas que otras y dentro de las propuestas particulares de cada modalidad hay obras que requieren mayor interacción que otras. No obstante, en todas ellas, el receptor participa activamente reconfigurando la obra. Esto es particularmente evidente en las obras que emplean el hipertexto como elemento constitutivo.

Algunos autores han empleado el término “operador” para referirse al sujeto que interactúa con una obra de literatura contemporánea (como la literatura hipertextual) en la cual es imprescindible “operar” el texto. Otros se han referido a este sujeto como “accionador”.  A mí me gusta más un término que, aunque más largo y más complicado, es también más claro: “perceptor-reconfigurador”, pues nos muestra las dos facetas de acción del sujeto que interactúa con una obra de este tipo: por un lado, percibir, contemplar, la obra y, por otro, reconfigurarla desde sus decisiones individuales, es decir, darle vida de manera participativa, particular e irrepetible.

Sin embargo, sin importar cómo llamemos al lector que interactúa con la literatura hipertextual, lo que es claro es que nos encontramos en un momento en que la noción de lectura está cambiando gracias a los nuevos mecanismos textuales a los que nos enfrentamos cada vez más habitualmente.


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