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No. 54 / Noviembre 2012

 

Jair Contreras García
(Ciudad de México, 1981)


Cante de lo intenso


¡¡Relincho!!

Soy una carrera desbocada
en medio de la noche.
Los relámpagos y truenos
son mi único entorno.
El aire no me toca,
me adelanto,
soy yo quien lo toca.

Ahora soy el viento.
Hago del cielo entero
el estruendo de una lámina.

Ilumino la noche.

Soy un incendio
que lo abrasa todo
y al que resiste
únicamente
aquello que también es fuego.

Partes de mi cuerpo
se desprenden
desmoronándose
y volando
grisolean
y ¡hay!
cada vez refuljo más
rodeado de ceniza.

Soy el fuego y la leña
así como  lo que de ello queda.

También  soy una tormenta
y corro en medio de ella.
La lluvia no me deja ver
pero continúo la estampida
persiguiendo la sombra
de mi trote.

El agua
e  s  c  u  r  r  e
e  s  c  u  r  r  e
e  s  c  u  r  r  e
e  s  c  u  r  r  e
e  s  c  u  r  r  e
por mis ojos

por mis crines
por todo mi cuerpo.
Mientras alegre
Corro, corro, corro…

Ahora a mi alrededor
la ceguera,
y el inquietante sonido del mundo.

Soy un grito

que se va convirtiendo en canto
a medida que cree desaparecer.
Gritar y cantar no es imposible
un grito que sea canto
un grito-canto
es mi coro-nado.

Sí, soy un grito
que violenta a la ceguera,
una canción en el abismo
que dentro guarda
un concierto de silencios,
cuyo uso es una delicadeza
de ritmo y armonía:
otra canción.

Soy un remolino de luz
que se traga a sí mismo.
Un hueco en el vacío
que con su contradicción
interpela sonriente
a lo desconocido.

Y ¡emocionado!
hecho a la carrera
animado
por mis propios relinchidos.