Leo Masliah, genio uruguayo

Música y poesía

Por Jorge Fondebrider

musica-masliah-01.jpgLa primera vez que oí a Leo Masliah fue a mediados de la década de 1980. Si no me equivoco, fue gracias a una novia que tenía en ese entonces, que se había traído de Montevideo uno de sus primeros discos, en aquella época poco menos que imposibles de conseguir en Buenos Aires. Más precisamente, ése que tenía esa canción que se llamaba “Pakistán” y que decía así: “Nunca conocí Pakistán. No, no lo conocí./ Pakistán no lo conocí.// Nunca conocí Pakistán./Pero si se viene una guerra nuclear,/Pakistán jua jua jua jua jua jua. //Nunca yo te dije ciertas cosas que pienso de vos./Pero si se viene una guerra nuclear,/lo que yo piense jua jua jua jua jua jua jua.//Nunca hicimos un país como la gente./Pero si se viene una guerra nuclear,/la gente jua jua jua jua jua jua jua,/o al revés. Auj auj auj auj auj.// Nunca escuché ciertas músicas/ ni vi ciertas obras de teatro./ Pero si se viene una guerra nuclear,/ el núcleo de la música, el núcleo del teatro,/jua jua jua jua jua jua.// Nunca vi un hombre nuevo./ Pero si se viene una guerra nuclear,/ habrá que esperar otra vez/de nuevo, jua jua jua jua jua.// Nunca te quise demasiado./ Pero si se viene, jua jua jua jua jua jua,/ una guerra nuclear, te voy a querer,/ te voy a amar, jua jua jua jua jua jua./ Nunca conocí Pakistán. No, no lo conocí./ Pakistán no lo conocí.” ¿Quién era ese tipo? ¿De dónde había salido? Obviamente de Uruguay. Era, como tantos otros, “uno de esos uruguayos” que, por su manifiesta genialidad, los argentinos llamamos “rioplatenses”.

No. 54 / Noviembre 2012


Leo Masliah, genio uruguayo

 

Música y poesía
por Jorge Fondebrider


musica-masliah-01.jpgLa primera vez que oí a Leo Masliah fue a mediados de la década de 1980. Si no me equivoco, fue gracias a una novia que tenía en ese entonces, que se había traído de Montevideo uno de sus primeros discos, en aquella época poco menos que imposibles de conseguir en Buenos Aires. Más precisamente, ése que tenía esa canción que se llamaba “Pakistán” y que decía así: “Nunca conocí Pakistán. No, no lo conocí./ Pakistán no lo conocí.//Nunca conocí Pakistán./Pero si se viene una guerra nuclear,/Pakistán jua jua jua jua jua jua.//Nunca yo te dije ciertas cosas que pienso de vos. /Pero si se viene una guerra nuclear,/lo que yo piense jua jua jua jua jua jua jua.//Nunca hicimos un país como la gente./Pero si se viene una guerra nuclear,/la gente jua jua jua jua jua jua jua,/o al revés. Auj auj auj auj auj.// Nunca escuché ciertas músicas/ ni vi ciertas obras de teatro./ Pero si se viene una guerra nuclear,/ el núcleo de la música, el núcleo del teatro,/jua jua jua jua jua jua.// Nunca vi un hombre nuevo./ Pero si se viene una guerra nuclear, / habrá que esperar otra vez/ de nuevo, jua jua jua jua jua.// Nunca te quise demasiado./ Pero si se viene, jua jua jua jua jua jua,/ una guerra nuclear, te voy a querer,/ te voy a amar, jua jua jua jua jua jua./ Nunca conocí Pakistán. No, no lo conocí./ Pakistán no lo conocí.” ¿Quién era ese tipo? ¿De dónde había salido? Obviamente de Uruguay. Era, como tantos otros, “uno de esos uruguayos” que, por su manifiesta genialidad, los argentinos llamamos “rioplatenses”.

Recuerdo tardes y noches de juntarnos los amigos a escuchar Agua podrida, o El bajón, o mejor todavía, El inspector, que dice: “Dale tu boleto al inspector,/ tenelo pronto, antes que te lo pida,/ no lo hagas esperar,/  dáselo para que vea que sos una persona de bien./  Dale tu boleto al inspector,/ desenróllalo, que quede presentable./ Pero de repente el inspector,/ con una pinza perforadora de boletos,/ de esas que se usan en los trenes,/ te va a decir, no será que usted se quiso colar/ y como al final alguien lo calo tubo que pagar../.pero vos sabes que no es así,/ tranquilízate, el inspector es bueno, /solo quiere recortar un pedazo del boleto/ y dicen que con eso se alimenta./ Un poquito a cada uno, no hace mal a ninguno,/ es una especie de mendigo obligatorio/ y paternal, por que cuando le entregas,/ con toda tu humildad el boleto,/ te acaricia y te dice/ "gracias nene, colaboraste bien con mi noble tarea"./ Si vos no tenes boleto/ no pueden cortarle un pedazo al boleto./ entonces le cortan un pedazo al guarda”. ¿De dónde salía toda esa paranoia? ¿Quién era ese tipo?

Con el tiempo, como todo el mundo, me acostumbre a Leo Masliah. Dejó de ser exótico, pero, no por ello, dejó de ser una de las personalidades más singulares del arte sudamericano. Un día, trabajando en la radio, cometí la torpeza de querer entrevistarlo públicamente. Recuerdo que esa noche se presentaba no sé en qué teatro y su productor me contactó para que hiciésemos esa entrevista. Acordamos por mail la hora y, ya en el aire, lo llamé. Las preguntas que había preparado tenían que ver con la escritura de sus canciones, sus conocimientos de musicología, su preparación como compositor, sus lecturas, etc. A todo me contestó “Sí”, “No”, “Puede ser”, “No sé”, “En una de ésas”, y así pasaron los diez minutos más largos que me tocó vivir en público. La entrevista había sido un total y completo fracaso. El dueño del programa me reprendió. Mis compañeros se burlaron. Los oyentes pensaron que era mi fin en el éter. Yo también.

Por la noche, en mi casa, recibí un mail de Leo Masliah con las respuestas pormenorizadas a mis preguntas. Me dijo que había estado pensándolas, pero que no le gusta improvisar en público, así que, más tranquilo, podía contestarme.

musica-masliah-02.jpgPara entonces sabía quién era ese tipo: un auténtico genio. Copio, a los efectos prácticos, suu currículo, según consta en su sitio web (http://www.leomasliah.com/) dice así: “Nacido en Montevideo en 1954, Leo Maslíah se presentó por primera vez en público en 1974, interpretando un concierto de Haendel para órgano y cuerdas, en el ciclo ‘Música en las Naves’, del SODRE (Uruguay). En 1978 debutó como intérprete de canciones, en Cinemateca Uruguaya, dentro del ciclo ‘Musicantes’. En 1982 participó en un recital de música uruguaya en el estadio Obras, de Buenos Aires, y desde entonces siguió realizando periódicas presentaciones en Argentina, habiendo llegado a todas las provincias menos a Catamarca, Formosa, Salta y Santiago del Estero. Tampoco se presentó nunca en los departamentos uruguayos de Artigas, Rivera, Cerro Largo, Tacuarembó, Treinta y Tres y Flores. Sí lo hizo, en cambio, en varias ciudades de España, en numerosas giras, así como en Brasil, Chile, Perú, Ecuador, México, Guatemala, Venezuela, Colombia, Cuba, Estados Unidos, Francia, Suiza y Suecia. En 1981 su composición electroacústica Llanto integró la programación del Festival anual de la Sociedad Internacional de Música Contemporánea (SIMC) realizado en Bruselas, Bélgica. Editó cerca de 40 discos (o cassettes, o CDs) de música popular y algunos de música impopular, desde Cansiones varias (Ayuí, Montevideo, 1980) hasta Cantanotas (Perro Andaluz, Montevideo, 2011), a dúo con Lucía Gatti. El disco Árboles ganó en 2008 el premio Gardel (Argentina) como mejor álbum instrumental. Leo Maslíah escribió música para piano (inédita en su mayor parte), música de cámara para diferentes grupos de instrumentos, dos conciertos para piano y orquesta, uno para guitarra y cuerdas, uno para vibráfono, dos marimbas y cuerdas y, entre otras cosas, algunas obras sinfónicas como el ballet El Esplendor del 900. También compuso una ópera, Maldoror, basada en Los Cantos de Maldoror, de Isidore Ducasse, que fue representada bajo su régie en el Teatro Colón de Buenos Aires, en junio del 2003. Escribió también numerosas obras de teatro, algunas de las cuales dirigió y en algunas de las cuales actuó, desde Certificaciones médicas (representada en Montevideo en 1982) hasta El último dictador y la primera dama, estrenada en Buenos Aires en el 2006. En 1994 fue nominado por la Fundación Konex (Argentina) entre las cien mejores figuras de las letras argentinas de la década 1984-1994. En 1998 le fue adjudicado el premio Morosoli (Uruguay) por su trayectoria en la música popular, y en el 2000 el premio nacional de literatura en la categoría ‘comedia’ por su obra Telecomedia”. La referencia final indica “continuará”.

Quien quiera saber más, puede buscar sus letras completas en http://diazepan-leomasliah.blogspot.com.ar/p/listado-alfabetico-de-canciones.html . De ahí otras dos, como para que se lo siga leyendo y escuchando. Ahí van:

Zanguango

Soy un imbécil
soy medio tarado
soy nulo
soy un retardado

nunca pase la edad de la bobera
y en el mate yo tengo madera
yo no se si se me nota la cara de idiota o el aire de nabo
aunque también soy un ganso y si un día me canso me convierto en
pavo

zanguango
zanguango

soy un zapato un estúpido, un bobo no sé ni donde estoy parado
no me doy cuenta de nada soy tonto y re tonto soy un abombado
tengo un helado aplastado en la frente y en la mente tengo
detergente
soy medio zonzo y tres cuarto boludo
soy necio soy un pelotudo

zanguango
zanguango

soy un vejiga
soy un banana
soy un zapallo
y un tarambana
soy un zanguango
soy un imbécil de rango
soy medio tonto
soy un bobito
soy lo mas tito
soy un pejerto
un buenas noches que nunca me despierto
soy un peligro
soy un inútil
soy medio lelo
soy como un castigo del cielo, un verdadero flagelo
soy un desastre
soy un estorbo
soy mucho peor que un cero a la izquierda
soy una plaga
soy un imbécil de mierda

zanguango
zanguango


El Neoliberalismo

El neoliberalismo
se postula a sí mismo
como un método imperfecto
de vivir pero con una salvedad
que a pesar de sus defectos
y con todos sus problemas
es el único sistema
que puede hacer funcionar la sociedad
por favor que conste en actas
que hay dos cosas inexactas
en esa nueva teoría,
dos mentiras hay en esa afirmación
una es su señoría
que la sociedad funcione
y la otra usted perdone,
si al decirlo se me pianta un pokemón
pero el neoliberalismo
ni siquiera es eufemismo
sino que es directamente
el mas practico sinónimo que hay
de la muerte y quien lo cuente
como método de vida
puede que hable por Florida
pero no por Argentina o Uruguay
el neoliberalismo
desde su mismo bautismo
o en el útero prestado
del capitalismo que lo reparió
ya venia vacunado
contra el hombre no rentable
que si no era tan amable
de morirse solo el siempre lo ayudo
el neoliberalato
tiene cuerda para rato
y con ella anuda el moño
del regalo de la globalización
nuevo y ultimo retoño
de la trinidad profana
que en relevo de la otra y más de mil te afanan,
matan y establecen su ritual de adoración
con un nuevo calendario que en vez de los santos
tiene las fechas de vencimiento
estipuladas en la carta de intención
que no explican la intención de lo que dicen porque
al igual que los del otro son oscuros
los designios del nuevo señor
este culto que se expande
como un gigantesco glande
en lugar de fecundar
esteriliza todo lo que alrededor
le sostenga la importancia
a algo que no de ganancia
y hasta los más afectados
por las consecuencias de la enfermedad
se acostumbran a luchar por el triunfo
de los que triunfan sobre ellos
convirtiéndolos en terminales de un sistema
que es el que se expresa cuando hablan
convencidos de tener ideas propias
si las tienen porque alguien se las vendió
el neoliberalismo
se libera a sí mismo
de las trabas que les ponen
los estados que una vez se estatuyo
y las nuevas condiciones
se estatuyen estatismos
no estatales son quietismos
como el de la estatua de la libertad
el neoliberalismo se
contempla a sí mismo
como aquel de la leyenda
que se ahogo en el agua que lo reflejo
pero hay una componenda
la división del trabajo
da que no se hunda el majo
sino cualquier otro que ni figuro
de este modo se expresaba
un fiscal que presentaba
en un juzgado los cargos
contra la patota neoliberal
pero el juez que estaba a cargo
dio todo por anulado
dijo que estaba implicado
en el caso este mismo señor fiscal
porque acababa el estado
de quedar privatizado
y el sólo era otro cesante
y si algo tenia para reclamar
que llamara en adelante
y en un tono más paciente
al servicio de atención al cliente
bien dispuesto a aguardar en línea
hasta que la primera ave de rapiña
disponible con suerte lo fuera a escuchar.