World in progress
Nueva Delhi
Two long electrical wires stretch out
On them sit birds, dark and black
So still in concentration
As if someone has
Just placed Hindi alphabets there
Gulzar
Perdimos otra vez el equipaje.
Las maletas aprenden
a viajar sin nosotros, a buscarnos
nombres y domicilios.
El paisaje no envidia la verticalidad
ni justifica el vuelo,
la ráfaga incesante
de nubes de mosquitos
cuya danza se enciende
con los cambios de luz.
La simetría
distribuye el desorden
proporcional de calles y mercados,
bicicletas y templos y jardines
y un largo polisíndeton que en vano
trata de coordinar
la insubordinación de la mirada.
El espacio horizontal se extiende,
crece,
se dilata en la anchura del tiempo
donde la lentitud
avanza a 20 megas por segundo
entre los cables del tendido eléctrico,
las latas oxidadas y los puestos
que ofertan
el monzón de la vida en las ventanas.
Las líneas no se cruzan. Nada
es perpendicular. El cielo finge
que este suelo ya no le pertenece
—página en construcción, disculpen
las molestias—.
La vida te hará trizas
When routine bites hard,
And ambitions are low
Joy Division
La vida te hará trizas,
pasará sobre ti como un tornado,
te marcará la frente con la espuela
de plata de los años,
y, con la soga al cuello,
acabarás bailando
ante cualquier espejo
la danza ritual de los ahorcados,
porque el futuro suele
tener cambiado
el paso.
Hazme caso, resuelve tus asuntos.
Hazme caso, muchacho.
La vida te hará trizas,
como lo hizo con tantos.
Y a los viejos errores
acabarás llamándolos
pasado.
La duda retórica
Dubito ergo cogito
Descartes
To ask the hard question is simple
W. H. Auden
He empezado a dudar,
a concebir la vida como cálculo
de probabilidades:
voy sumando fachadas
en el alba,
divido transeúntes
entre perros rabiosos
y evito las baldosas amarillas.
He aprendido
la duda razonable
que se cumple en el centro del poema
y conduce a otra duda.
Hoy vivimos detrás del escenario,
jugando a cabalgar
con los cuatro jinetes
a lomos del caballo ganador.
Hemos atravesado
los campos de magnolias
y el silencio de Auschwitz.
Ya sabemos la última pregunta.
Aunque tal vez nos falte
capacidad para pensarla.
El síndrome Casandra
Puedes llamarme
La Hechicera, Casandra, Zona 0.
Elijo los presagios.
Tacho
la opción menos propicia.
El hilo de la historia
o el tapiz de la fábula. Espejo
o espejismo. Memoria o argumento.
Me devano los versos, el destino,
velo para que todo
lo que tiene comienzo tenga fin,
una finalidad o un desenlace,
punto y aparte, puntos
suspensivos…
Pero no hay nada nuevo bajo el cielo.
No existe la visión.
Existe lo que ves, lo que contemplo.
Sé quién soy
porque nunca
regresaré al hogar de las ficciones.
No cabe duda: corren
malos tiempos para la épica.
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