Cinco poetas novísimos del Perú cinco


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Entrado ya el siglo XXI, en el Perú la poesía irrumpe en todos los rincones del país, y surgen nombres y movimientos por doquier, a pesar de que en Lima se centran –como es tradicional—los pocos focos de atención mediática que existen frente a este suceso.

No. 55 / Diciembre 2012-Enero 2013



Cinco poetas novísimos del Perú cinco

Por Víctor Coral


Entrado ya el siglo XXI, en el Perú la poesía irrumpe en todos los rincones del país, y surgen nombres y movimientos por doquier, a pesar de que en Lima se centran –como es tradicional—los pocos focos de atención mediática que existen frente a este suceso.

Tenemos aquí apenas una muestra de nuevos poetas, con voces disímiles pero con cierto nivel de calidad que me permiten afirmar que el ejercicio poético en mi país tiene una sana continuidad. He comentado solo un poemario de cada poeta, para hacer una entrega centrada y concreta de lo que viene sucediendo en el campo de la poesía joven en el Perú.


1


Pedro Favarón (1979), en Oeste oriental (Colección piedra/sangre, 2009), cumple con los requisitos del llamado neobarroco con una constancia tal vez deliberada, pero a su vez con ello se entrega a una búsqueda lingüística inusual y refrescante dentro de su generación, que parece haberse asumido como "la del 2000".

Estamos frente a 69 poemas numerados, sin título y "tipificados" solamente por una seña topográfica ("Montevideo", "Tarma", otros) en ciertas ocasiones. Sorprende desde los primeros poemas un afán de reescritura o secualización poética, como en el Poema 4, dedicado a un "R.L.R.P." y que juega con un famoso poema de Vallejo:

Sé que dulce Rita anda con otro
Sus trenzas ahorcando mi olor
(…)
Alcoholizado de rímel y Bizancio
(…)
He de sentarme solo a la mesa
(…)
Resonando eco dios inexistente
No lluvia no casa y primor niégase

Sin embargo, la cita, la recontextualización, el cover poético no son los recursos más frecuentes en el libro. Con enorme libertad la voz se ampara en una visión descreída y árida de lo real, donde a los sonidos asfixiantes de lo citadino, y a los páramos desolados de los desiertos costeros, se opone el fragor de la naturaleza y, en especial, cierta vivacidad de la Sierra peruana.

Pero va más allá de ciertas melopeias denotativas el poeta. Con frescor engarza, en algunos poemas, el verso castellano con expresiones quechuas que no solo logran mantener –precariamente a veces, sí– una continuidad semántica, sino que mantienen hasta cierto punto la ilación eufónica, y esto último es más importante en el caso:

Qasilla qawaykamuy días ahogados, gritando
Mascanayku pacha. Pues perdido nada vuelve:
Retornando ¡kashanchisraqmi!, seguir caídos.
Espera alba, tayta wamani, wiphala primero
Suyashan en mí, sapan runa adolorido...

Ésta es la médula del poemario: una propuesta de recentralización de lo andino en perspectiva de la lectura etimológica de lo que significan Oriente y Occidente –expuesta en el inicio del poemario, en una larga cita de Cirlot sobre el tema– originalmente, y donde lo andino parece tomar ese lugar-no-lugar de lo oesteoriental dentro de un mundo recompuesto o, mejor aún, puesto de pie.

Aquí otra breve muestra:

Aparta tu espuela, cañón contra piedra, del madero sus clavos dientes temblando huaycos, antiguos lamentos, cayendo sin decir dónde pueblos que resoplaron amapola, corazones de chimo, sudando monedas que los olvidaron, olvidando desprecio  con rostros rebalsados dónde rostro inconcebible cinco mil serpientes, ojos de sangre bebedores, muertos palpitando mina adentro, cavando waka noche a noche orca voladora arrastrando barbas flotantes al crepúsculo, derribando desde abajo motores y andamiajes, hornos cocinando críos, herreros forjando soledades piso sobre piso progresando verdugo, avanzándonos a obraje sin mañana, maldiciendo tanto ingenio, tantas lunas negadas, tan larga alambrada sin saber porqué aliento no levanta al artesano, al alma del mundo, al pan de centeno, al que cae y al que pisa, al mar que viene y lleva al olvido.

Chan Chan


2


Luego de leer Ruido Blanco (2011), la sensación que me queda es que Mario Pera (1981) ha entendido con este su segundo libro que la poesía no radica en el abigarramiento culterano ni en la saturación de citas, ni mucho menos en la creación de una coraza verbal de cultismos y tipografías diversas que solo demuestran afectación.

Ruido blanco
se ha despojado de aquellas veladuras innecesarias. El yo poético se enfrenta esta vez, pecho abierto, a sus preocupaciones, infiernos y desazones. Tan solo quedan de aquel abigarramiento de su primer libro, un cierto abuso de las frases en cursiva –algo que un editor avisado hubiera moderado de haber leído con ojos críticos el libro- y algunas concesiones al confesionalismo que, aunque personalmente no me agradan, no dejan de tener un sabor de autenticidad, cualquier cosa que signifique hoy ese concepto.

Por cierto, sigue siendo una poesía difícil la de Pera. Exige un lector con un conocimiento aceptable de la tradición poética y religiosa occidentales. Pero el afinamiento de estos textos, la adecuada dosificación de las citas, lo “redondo” de algunos poemas, pueden ayudar al lego a salvar tal escollo. Por último, para algunos poetas es más importante escribir lo que sienten y lo que creen, antes que ceder a la pobreza de exigencias del lector promedio de poesía peruano.

Ruido blanco
convence más que el primer libro del autor. Por lo expuesto y por el esfuerzo hecho en aclarar la voz, ensayar tonalidades menos farragosas y lograr un puñado de poemas bien escritos sin traicionarse el poeta a sí mismo.


Mujeres y animales se observan

I
Pietka, la madre, ingresa al dormitorio.
Su hija lleva días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.
De los brazos de la niña se escurre
una desgastada materia, y se forma
un río ahogado en una entrecortada respiración.
La hija se desvanece,
y flotando lentamente, sin obstáculo,
aterriza envuelta en su último aliento.

II
Pietka rompe en gritos,
sus anillos caen y crepitan
y el viejo gallinazo huye espantado.

El animal incólume, vuelve a posarse frente
a la ventana.
La madre, con la lengua hecha flamas,
acude dubitativa a ver al ave.
Dos plumas rojas
son el centro de su pecho.

III
La hija despierta agobiada por una llovizna
que incesante ingresa a la estancia por la ventana;
muy tarde,
aprecian que el nuevo día no trae sol;
el dormitorio, a los ojos del animal,
se presenta como una inmensa jaula de fuego.

IV
Madre e hija llevan días observando,
a través de la ventana,
al viejo gallinazo.


3

Este poeta de origen provinciano ha tenido una suerte disímil. Su primer poemario, Amórfor, tuvo alguna acogida en medios especializados. El que iba a ser su segundo poemario, Nigrublancu, una propuesta novedosa, fue truncado por problemas de edición con la editorial Sol Negro. Ahora tenemos Universo (Paracaídas, 2011), un libro que significa un cambio de aliento, donde se puede leer:

Con el aliento perdido exploro la vista
Más hundida del relieve posible entre las aguas
El secreto otoñal que proteges alejada
Siendo niña en prisión solar del fallecer
Tamaño en el fuego de las formas que retornan
Retorcidas nadando en más modernidad se van

Si bien el poemario de Salomón Valderrama (1979) evidencia el trato con las figuras eternas y los símbolos de siempre, también se intuye que ese no es el sino de poeta. Él está mejor entre neologismos, barroquismos y aventuras de lengua que ni son muy acuciosas ni tampoco se prestan al lector más mediato. Luego de Universo se impone una reedición seria de Nigrublanco, o una continuación de la soledad del poeta, que es lo más probable.

Unigénito

Breve combate de importuna guerra,
en mi defensa, soy peligro sumo;
y mientras con mis armas me consumo,
Francisco de Quevedo y Villegas

Crío mío, el dado, malcriado, malherido.
Frontal de la cúspide llorada, de estío
Imperdido, en la moneda, tesoro mío.
Astillado, imán, como Dios, el preferido.

Desdibujado por lo perdido, por pecado;
Recaudador nulo de belleza asustada.
Ajeno asir, ceremonial, poesía hurtada
En la montaña, tino, del dios malhumorado.

Y mejor, aún, pensar atacar mujer, noche,
Disfrutar en las laderas puta, como coche
Cargar ataúd, Cielo, de virgen alumbrada.

Y ser Fin, el único, el mismo de repisa,
De vital literatura: Hijo de alambrada.
Hijo, el temido, Dios, que no va ni a su misa.


4


El haiku, más que un género, es toda una tradición poética con un largo devenir histórico iniciado en China y consolidado en Japón. El haiku en castellano tiene también una historia ya venerable, que se inicia con los poetas mexicanos José Juan Tablada y su Al sol y bajo la luna (1918), Efrén Rebolledo, Rafael Lozano, José Rubén Romero, entre otros. Entre los que cultivaron el haiku, aunque sea esporádicamente, están también Jorge Luis Borges y Álvaro Yunque, en Argentina; Mario Benedetti, en Uruguay, y en el Perú: Alberto Guillén, Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox.

Diario Haiku (Katatay, 2011), segunda entrega de David Collazos (1979), intenta inscribirse en la vertiente más tradicional de esta corriente. Su librito está dividido en las cuatro estaciones del año, y la presencia de la naturaleza y algunos animales es una constante en el volumen.

No se puede negar la afinada sensibilidad de Collazos para captar instantes esenciales que puedan plasmarse en este tipo de poemas. Pero su eficiencia formal no está todavía cuajada. Así, intuiciones muy profundas resultan desaliñadas por un ejercicio desbordado de la medida silábica –esto si entendemos que las moras del lenguaje original deberían traducirse en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima-, aunque a veces tenga logros interesantes.

Lo que abunda en el libro de Collazos son observaciones poéticas, imágenes atendibles, pero que debieron ser un poco más trabajadas, recibir el pulido artesanal que merecen los muebles antiguos y finos, pues materia prima de primera existe en el poeta.

Se expande la orilla

Un sonido extraño me ha perdido
donde soy roca y algas de mi cuerpo.
Alma aquí cercana recolectando
arena y olas en mis desnudos pies.
Tras aquel cerro un mar se acuesta.
Infinito el sueño donde me existe
ligado al presentimiento del otro
―ser que vive un comienzo inmaculado:
de la pureza del agua emergió
el hombre y al ser secado por el sol
manifestó su autentica sombra.
La espuma no corrige su tránsito
y a veces un cadáver varado
lo detiene hasta hacerlo dolor.
En otras una brisa lo hincha y viaja
como una goleta dentro de mí.
―¿Soy yo lo que canto dentro de mí?
Aunque explore el litoral y sus islas
siempre yo: la palabra y la música.


5

Santería (2011) es el tercer libro de Kreit Vargas (1981), poeta arequipeño que, a pesar de que ubica su centro de enunciación en su ciudad natal –con nombramiento de calles y plazas inclusive--, logra trascender el regionalismo con una propuesta muy sólida afirmada en dos pilares: la poesía amoroso-sensual y ciertos atisbos surrealistas de buena factura.

Otro rasgo interesante en el libro es su vocación lírica, la cual se manifiesta en un estilo a veces inflamado, otras de una delicada eufonía, que nos recuerda a los poetas románticos alemanes y a los poetas surrealistas, con Breton y Moro a la cabeza.

Un tercer punto interesante es el afán rupturista en el volumen. Con una diagramación muy particular, el uso de dos tipos de tinta y de varias tipografías y tamaños de letra. Mas no es este un juego formal meramente, pues se engarza con la presencia de personajes como la actriz porno Alexis Amore, a quien se le rinde especioso poema, y recurrentes incursiones en la poesía erótica y en la ironía religiosa.

El trabajo de Vargas, aunque recién comienza, es de lo más interesante en la escena joven del Perú.

Ilca

I

Si

También a mí............la creación me quema el vientre
Cuando la mañana se disfraza de sonrisa o mundo
Y sus modos animales edifican nuestros cuerpos vapores

Ahora he paseado mis ojos

Sobre tus bóvedas custodiadas
Sobre tu historia románica

Nunca te permitieron ver el cielo
........................Ciudad arena poco humana
Te han envuelto tantas veces entre sombras
Antes de ser río
Que repites tu nombre para saberte un cuerpo

Puntal goteas sobre nosotros tus casas
A todos nos llega tú marea de pasos
........................Tus santos ingenuos
........................Tus putas amando a quemarropa

Ahora el amanecer derrite la luna

Ayer no la miraste para que no cayera

Ilca

Uniste las avenidas de los hombres al brillo de los astros
........................Y ellos descubrieron la muerte
A las puertas del sanatorio

Ilca
Ilca
Ilca
............Hasta quemarme la sangre Ilca repito tus huesos

........................Tus ojos partieron las calles en dos
........................Tus piernas destaparon mis sesos

............Tienes la belleza de un arma en silencio

........................Desaparezco

............Disuelto en la multitud sin nombre, amante, desbocada, sin rumbo

Ilca lames con los ojos el falo nocturno de una ciudad dormida
Sus edificios lumínicos trasparentes se los lleva el sueño

San Agustín barre de extremo a extremo con sus ojos piadosos la calle. .. 5:00 a.m.


II

Otra vez he encontrado un incendio en mi pecho
Un bosque tembloroso de movimientos antiguos

........................Tu nombre Ilca

Que mis palabras se hagan carne en tu boca

........................Ansío
........................Ansío
........................Ansío

Hasta quemarme los días

Sobre la tarde donde disipas tus puertas
Te descubres como un laberinto

Una noche incalculable

Amo la enfermedad que contrajo tu cuerpo
Las manos que desataron tus fiebres

............Me preocupa tanto esto de ser carne
............Mirar mi cuerpo con piedad
............Entender que pronto no estaré aquí

Inmoral se levanta tu carne
Tus santos inicios me tejen piedades
Me prometen el cielo

¿Cómo escapar?

Ahora

Has traído nuevos descubrimientos a mis ojos

Y entro a la noche sin ruido
Como Colon a la noche del mundo nuevo

Casi sin cuerpo
Alucinado
Convocado más allá de sus fuerzas humanas

He descubierto un continente
Un nombre que evapora los ojos
Una isla inquietante a la deriva sobre las calles plagadas de neón

Cagado por las palomas San Agustín sonríe mientras el mundo irrumpe en sus ojos
..........................................................................................................5.13 a.m.