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Cinco poetas novísimos del Perú cinco
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Entrado ya el siglo XXI, en el Perú la poesía irrumpe en todos los
rincones del país, y surgen nombres y movimientos por doquier, a pesar
de que en Lima se centran –como es tradicional—los pocos focos de
atención mediática que existen frente a este suceso. |
No. 55 / Diciembre 2012-Enero 2013
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Cinco poetas novísimos del Perú cinco
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Por Víctor Coral |
Sé que dulce Rita anda con otro Sin embargo, la cita, la recontextualización, el cover poético no son los recursos más frecuentes en el libro. Con enorme libertad la voz se ampara en una visión descreída y árida de lo real, donde a los sonidos asfixiantes de lo citadino, y a los páramos desolados de los desiertos costeros, se opone el fragor de la naturaleza y, en especial, cierta vivacidad de la Sierra peruana. Pero va más allá de ciertas melopeias denotativas el poeta. Con frescor engarza, en algunos poemas, el verso castellano con expresiones quechuas que no solo logran mantener –precariamente a veces, sí– una continuidad semántica, sino que mantienen hasta cierto punto la ilación eufónica, y esto último es más importante en el caso: Qasilla qawaykamuy días ahogados, gritando Ésta es la médula del poemario: una propuesta de recentralización de lo andino en perspectiva de la lectura etimológica de lo que significan Oriente y Occidente –expuesta en el inicio del poemario, en una larga cita de Cirlot sobre el tema– originalmente, y donde lo andino parece tomar ese lugar-no-lugar de lo oesteoriental dentro de un mundo recompuesto o, mejor aún, puesto de pie. Aquí otra breve muestra: Aparta tu espuela, cañón contra piedra, del madero sus clavos dientes temblando huaycos, antiguos lamentos, cayendo sin decir dónde pueblos que resoplaron amapola, corazones de chimo, sudando monedas que los olvidaron, olvidando desprecio con rostros rebalsados dónde rostro inconcebible cinco mil serpientes, ojos de sangre bebedores, muertos palpitando mina adentro, cavando waka noche a noche orca voladora arrastrando barbas flotantes al crepúsculo, derribando desde abajo motores y andamiajes, hornos cocinando críos, herreros forjando soledades piso sobre piso progresando verdugo, avanzándonos a obraje sin mañana, maldiciendo tanto ingenio, tantas lunas negadas, tan larga alambrada sin saber porqué aliento no levanta al artesano, al alma del mundo, al pan de centeno, al que cae y al que pisa, al mar que viene y lleva al olvido. 2 Luego de leer Ruido Blanco (2011), la sensación que me queda es que Mario Pera (1981) ha entendido con este su segundo libro que la poesía no radica en el abigarramiento culterano ni en la saturación de citas, ni mucho menos en la creación de una coraza verbal de cultismos y tipografías diversas que solo demuestran afectación. Ruido blanco se ha despojado de aquellas veladuras innecesarias. El yo poético se enfrenta esta vez, pecho abierto, a sus preocupaciones, infiernos y desazones. Tan solo quedan de aquel abigarramiento de su primer libro, un cierto abuso de las frases en cursiva –algo que un editor avisado hubiera moderado de haber leído con ojos críticos el libro- y algunas concesiones al confesionalismo que, aunque personalmente no me agradan, no dejan de tener un sabor de autenticidad, cualquier cosa que signifique hoy ese concepto. Por cierto, sigue siendo una poesía difícil la de Pera. Exige un lector con un conocimiento aceptable de la tradición poética y religiosa occidentales. Pero el afinamiento de estos textos, la adecuada dosificación de las citas, lo “redondo” de algunos poemas, pueden ayudar al lego a salvar tal escollo. Por último, para algunos poetas es más importante escribir lo que sienten y lo que creen, antes que ceder a la pobreza de exigencias del lector promedio de poesía peruano. Ruido blanco convence más que el primer libro del autor. Por lo expuesto y por el esfuerzo hecho en aclarar la voz, ensayar tonalidades menos farragosas y lograr un puñado de poemas bien escritos sin traicionarse el poeta a sí mismo. Mujeres y animales se observan 3 Este poeta de origen provinciano ha tenido una suerte disímil. Su primer poemario, Amórfor, tuvo alguna acogida en medios especializados. El que iba a ser su segundo poemario, Nigrublancu, una propuesta novedosa, fue truncado por problemas de edición con la editorial Sol Negro. Ahora tenemos Universo (Paracaídas, 2011), un libro que significa un cambio de aliento, donde se puede leer: Con el aliento perdido exploro la vista Si bien el poemario de Salomón Valderrama (1979) evidencia el trato con las figuras eternas y los símbolos de siempre, también se intuye que ese no es el sino de poeta. Él está mejor entre neologismos, barroquismos y aventuras de lengua que ni son muy acuciosas ni tampoco se prestan al lector más mediato. Luego de Universo se impone una reedición seria de Nigrublanco, o una continuación de la soledad del poeta, que es lo más probable. Unigénito 4 El haiku, más que un género, es toda una tradición poética con un largo devenir histórico iniciado en China y consolidado en Japón. El haiku en castellano tiene también una historia ya venerable, que se inicia con los poetas mexicanos José Juan Tablada y su Al sol y bajo la luna (1918), Efrén Rebolledo, Rafael Lozano, José Rubén Romero, entre otros. Entre los que cultivaron el haiku, aunque sea esporádicamente, están también Jorge Luis Borges y Álvaro Yunque, en Argentina; Mario Benedetti, en Uruguay, y en el Perú: Alberto Guillén, Javier Sologuren y Alfonso Cisneros Cox. Diario Haiku (Katatay, 2011), segunda entrega de David Collazos (1979), intenta inscribirse en la vertiente más tradicional de esta corriente. Su librito está dividido en las cuatro estaciones del año, y la presencia de la naturaleza y algunos animales es una constante en el volumen. No se puede negar la afinada sensibilidad de Collazos para captar instantes esenciales que puedan plasmarse en este tipo de poemas. Pero su eficiencia formal no está todavía cuajada. Así, intuiciones muy profundas resultan desaliñadas por un ejercicio desbordado de la medida silábica –esto si entendemos que las moras del lenguaje original deberían traducirse en tres versos de 5, 7 y 5 sílabas, sin rima-, aunque a veces tenga logros interesantes. Lo que abunda en el libro de Collazos son observaciones poéticas, imágenes atendibles, pero que debieron ser un poco más trabajadas, recibir el pulido artesanal que merecen los muebles antiguos y finos, pues materia prima de primera existe en el poeta. Se expande la orilla 5 Santería (2011) es el tercer libro de Kreit Vargas (1981), poeta arequipeño que, a pesar de que ubica su centro de enunciación en su ciudad natal –con nombramiento de calles y plazas inclusive--, logra trascender el regionalismo con una propuesta muy sólida afirmada en dos pilares: la poesía amoroso-sensual y ciertos atisbos surrealistas de buena factura. Otro rasgo interesante en el libro es su vocación lírica, la cual se manifiesta en un estilo a veces inflamado, otras de una delicada eufonía, que nos recuerda a los poetas románticos alemanes y a los poetas surrealistas, con Breton y Moro a la cabeza. Un tercer punto interesante es el afán rupturista en el volumen. Con una diagramación muy particular, el uso de dos tipos de tinta y de varias tipografías y tamaños de letra. Mas no es este un juego formal meramente, pues se engarza con la presencia de personajes como la actriz porno Alexis Amore, a quien se le rinde especioso poema, y recurrentes incursiones en la poesía erótica y en la ironía religiosa. El trabajo de Vargas, aunque recién comienza, es de lo más interesante en la escena joven del Perú. Ilca |
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