Del archivo de
Periódico de poesía
.............................................................................. |
No. 55 / Diciembre 2012 - Enero 2013 |
|
Jorge Teillier* En la secreta casa de la noche Cuando ella y yo nos ocultamos en la secreta casa de la noche a la hora en que los pescadores furtivos reparan sus redes tras los matorrales, aunque todas las estrellas cayeran yo no tendría ningún deseo que pedirles. Y no importa que el viento olvide mi nombre y pase dando gritos burlones como un campesino ebrio que vuelve de la feria, ni que las madres cierren todas las puertas porque ella y yo estamos ocultos en la secreta casa de la noche. Ella pasea por mi cuarto como la sombra desnuda de los manzanos en el muro, y su cuerpo se enciende como un árbol de pascua para una fiesta de ángeles perdidos. El último tren pasa como un temporal remeciendo las casas de madera, las madres cierran todas las puertas y los pescadores furtivos van a repletar sus redes mientras ella y yo nos ocultamos en la secreta casa de la noche. Sentado, en el fondo del patio Sentado, en el fondo del patio, trato de pensar qué haré en el futuro. Pero pierdo mi tiempo mirando los moscardones cuyo oro es el único que podría alcanzar, y saludo a un caballo al que puse nombre un oscuro mediodía de infancia y que asoma su pobre cabeza entre los geranios El viento de los locos Sopla el viento por las calles. El viento de los locos. El viento de los locos. Las brujas hacen que enciendas fuego en la chimenea al mediodía del pleno verano, los niños descalzos abandonan en el atajo sus morrales de piel de conejo y no volverán más a la escuela. Tú ya no distingues una garza de un halcón. Esta noche sopla el viento norte, el viento de los locos y tú recuerdas a las bellas de otros días que ahora se pasean insomnes por los corredores de tristes pensiones sin siquiera pensar en hacer el amor: María, Ana María, Mariana, María Antonia. Nadie te va a mostrar cómo florece la higuera. Ninguna niña te llevará de la mano para que despiertes junto a las pimpinelas. Nadie puede ayudarte: ni el canto de los escarabajos ni la brújula de los girasoles, El viento te lleva a una isla desierta donde nunca llegará un arca ni construirás una canoa. Sopla el viento de los locos y hace que tu cerebro se llene de agujeros por donde entra el vino que te hace soñar en trenes de los cuales eres el único pasajero que parte hacia lugares donde cuchillos y tijeras trabajan todo el día en tu corazón. Periódico de poesía, UNAM/UAM, núm. 13, México, 1990, p. 35 |
* (1935) “Sentado en el fondo del patio” es de El árbol de la memoria;
“En la secreta casa de la noche” de Poemas del País de Nunca jamás; “El
viento de los locos” de Para un pueblo fantasma; además, es autor de
Crónica del forastero. |