No. 56 / Febrero 2013


3. Poética de la lengua
(Entrega 7)

Atanor. Notas sobre poesía
Por Francisco Segovia
 

columna-atanor-56.jpgPOESÍA Y CHISTE (08/05/2004): Como los poemas, los chistes a menudo marcan un umbral de la lengua, un lugar donde ésta está a medio formarse o a medio deshacerse, donde dos palabras iguales, por ejemplo, significan cosas distintas… Rimbaud le decía a su madre que los poemas deben leerse, primero literalmente, luego en todos los sentidos. Los chistes suelen apoyarse en esta polisemia para inducir una interpretación que luego resulta errónea. Por ejemplo cuando un señor le dice a otro: “Le vendo un huevo” y éste responde: “¿Y yo para qué lo quiero vendado?”. Vender y vendar comparten la forma del presente de indicativo en primera persona (vendo), y de ahí la disyuntiva interpretativa, reforzada luego por otra (la de las acepciones de huevo). El chiste, como el poema, juega con la variedad de las interpretaciones.

No es difícil ver en el ideal de brevedad del chiste (por comparación con el relato cómico) un impulso similar al de la síntesis poética. En ambos casos el remate es lo importante… Vista de este modo, la brevedad del haikú no es “un modernismo en miniatura” —como decía Pachecohablando de Tablada— sino la búsqueda de un remate que se gana con el mínimo de recursos, como ocurre con el chiste. Lo contrario del modernismo, pues, al menos en su expansión barroca.

DEL VERSO AL LENGUAJE SIMBÓLICO (05/10/2008): En el fondo, “Sólo sé que no sé nada” es un principio práctico, interesado, que nos arroja al mundo-como-cosa. Ahí comienzan la filosofía y la ciencia. Un poco antes, lo que había era una mezcla de eso y el principio originario de la poesía lírica: “Sólo sé que te quiero”. Ésta es una certeza un poco menos solitaria y mucho menos cínica, que arroja al mundo-como-sentido. Quizá por eso antes de Sócrates la filosofía aún se escribía en verso. Después, todo es prosa —excepto el regreso semipoético de Nietzsche, que lleva detrás un “Sólo sé que quiero”, sin el pronombre de segunda persona, te.

Si la filosofía nace con el pensamiento de Platón (y Sócrates no es más que una contracción antes del parto), y si nace además ya como escritura (es decir, de nuevo, con Platón), entonces la filosofía nace ya práctica y prosaica, pero también con el trauma de su propio parto (la escritura), como muestra bien el Fedro de Platón. (Cf. La regla del juego, de José Luis Pardo).

El éxito de la novela recuerda al de la filosofía: también ella, siendo hija de la poesía (de la épica), renuncia al verso para construir su relato. Pero, al hacerlo, se aparta del arte. Por eso creo que tenían razón los que en una época llamaron INBAL a lo que hoy es el INBA; esto es: Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura. La poesía está incluida en las siglas del INBA, porque es una de las bellas artes, pero la novela no, la literatura no. La poesía no es literatura.

El desplazamiento de la poesía (o su dudosa asimilación a la literatura) tiene que ver, supongo, con la madurez de la escritura, que volvió obsoletas las virtudes mnemotécnicas del verso. Libre ya de él, la filosofía volvió sus baterías ya no sólo contra el verso sino contra todo “lo poético”; es decir, contra todo lo que en ella misma oliera a imprecisión metafórica. En una palabra: los filósofos dejaron de cantar —y de bailar, claro; si no, Nietzsche no hubiese exclamado: “¡Filósofos, aprended a bailar!”.

Esto quizá sólo muestra las relaciones de conveniencia que la filosofía sostenía con la poesía antes de la maduración de la escritura, pero sugiere que al pensamiento no le es inherente el verso. Sin embargo, lo contrario no es verdad, pues al verso en cambio sí le es inherente el pensamiento.

Si pudiera, la filosofía renunciaría incluso a las palabras y se convertiría en una mera formulación: en matemáticas, en lógica simbólica. Su mundo no es ya ni siquiera cosa, es objeto.


Toda filosofía es práctica en el sentido en que toda filosofía aspira a ser ciencia (o, en su defecto, programa moral). Por eso no es raro que en la escolástica el Trivium (la especulación sobre las herramientas de la lengua) fuera la antesala del Quadrivium (la especulación sobre las herramientas de la matemática). Es verdad que este último incluía la música, lo cual es un problema. Aunque podría alegarse que la música no era más que el motivo por antonomasia de la especulación matemática, la verdad es que ésta nunca logró librarse del todo de algunos valores subjetivos que se hallaban en su fundamento (pues la noción de armonía, por ejemplo, no dejaba de estar montada sobre la de belleza, lo que delataba su origen pitagórico, presocrático). Los filósofos modernos han disuelto el dilema de dos maneras: o bien estudian de plano matemáticas, o bien no las estudian, pero en ningún caso se rozan mucho con la música.

Todo esto parece desarrollarse entre dos extremos: el verso y el lenguaje de la poesía, por una parte, y el símbolo y el lenguaje de las matemáticas, por el otro. Son dos extremos definidos por la historia de la escritura. Lo que no es alfa ni omega es prosa: la filosofía moral, la novela. En el fondo, son tres maneras de expresión; esto es, tres maneras de pensar (verso, prosa, símbolo matemático). No creo que ninguna sea del todo reductible a la otra, pero acaso no sean las únicas formas en que el pensamiento puede darse.


PAVESAS:

Hay un desciframiento del pasado en las huellas de los animales, y otro del futuro en la configuración de las estrellas. Entre ambos queda la escritura. (09/03/2006)