No. 56 / Febrero 2013

 

Discurso con poema que remeda el estilo de Gonzalo Berceo

Raúl Renán

 

Hago patente mi agradecimiento en este último peldaño del ciclo Los Protagonistas de la Literatura Mexicana:

A Consuelo Sáizar, Presidenta de CONACULTA por todo el apoyo recibido.

A Tere Vicencio, en la Dirección del Instituto Nacional de Bellas Artes.

A Stasia De la Garza, Coordinadora Nacional de Literatura del INBA a quien conocí desde niña y ahora la reconozco con afecto entrañable.

A Javier González, Director del Centro de Creación Literaria Xavier Villaurrutia-INBA donde desempeño mi tarea docente.

Y a la Dra. Norma Salazar compañera magnífica a quien debo la significación de este acto.

El presente discurso lo dedico a mi querido Maestro y amigo el Dr. Rubén Bonifaz Nuño, a quien hoy deseo BIENESTAR.


DISCURSO CON POEMA QUE REMEDA
EL ESTILO DE GONZALO DE BERCEO


Estos cabellos blancos que hoy pueblan mi cabeza fueron un tiempo frondas oscuras, nido opulento de mis palabras, queridas palabras que desde que las fui conociendo una a una se sujetaban a mis cabellos a modo de frutos adquiridos formando el árbol frondoso del hablar mío. Me han ayudado a lo largo de los años a escribir invenciones de toda laya reunidas en libros (cuentos, epigramas, ficciones breves, versos venidos de los versículos bíblicos, poemas de corta y larga factura, formales y de verso libre) Los edificios que han construido mis palabras son lugares de invenciones puras tomadas de la vida haciendo otras vidas.

Mis palabras no sólo han sido fieles a mi ánimo, rectas a su ben decir, sino también permitieron a su flexibilidad adaptarse a mis modismos caprichosos que resultan de juegos entre ellas para enriquecer el sentido del lenguaje, mi lenguaje.

Se inició mi obsesión por el idioma cuando descubrí en mis años tempranos a la letra verdadera dentro de la letra diaria, después a la palabra donde hallé la palabra profunda, de ahí a la apreciación de los sonidos literales uno por uno en la formación del canto-poema. Precisamente lo que llamo el poema dentro del poema, mi escudo, mi señal, mi elevación, mi elevación plena. Bajo la primicia del pensamiento.