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portada-asuntos.jpg Asuntos de falsificador. 1997-1998
John Filiberto
(Heterónimo de
Washington Benavides)
Ediciones
de la Banda
Oriental
Montevideo, 2012

 
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No. 57 / Marzo 2013



El inconformista

Eres un amante inconformable.
(un loco suelto)
Cuando la tienes, hablas de saciedad,
te apartas de sus muslos
como si hubieras descubierto en ellos
lepra.
Le das la espalda, como el ganado
ante la lluvia fuerte.
        Bostezas,
sueñas con otras, todas te parecen
        mejores, únicas.
Cuando no la tienes, galopas por el cuarto;
        te arrimas a los Santos,
        lees tu horóscopo.
A cada rato vas a la ventana
por si la ves venir entre los árboles.
        Suspiras
       (y bostezas con el estómago
       amotinado).
Aprietas los dientes, tecleas en tu
       Underwood,
con fonemas, con signos automáticos,
como una forma de invocarla.
                               Sacas
de un tirón el papel victimado.
Lo arrojas con violencia en el canasto.
Corres de nuevo a la ventana
(habrás adivinado que la ventana es solo
la metáfora de la página en blanco)
a través de las lágrimas intentas descubrirla
       entre los tilos.
No viene nadie. Suspiras y puteas.
        No eches en saco roto:
si la tuvieras, luego del blanco simún
        entre las sábanas,
        (las sábanas –tú sabes– son metáforas, etc.)
saciado, apartarías, como un paréntesis
    fuera de lugar, sus bellos muslos,
        su vellocino de oro.
No voy a repetirte lo que eres.




Sobre Mairena, Preceptiva y otro líos

–¿No le convence, entonces,
Juan de Mairena en su clase de retórica
y poética?
Aquello de: “Los eventos consuetudinarios
que acontecen en la rúa”
y su versión: “Lo que pasa en la calle”.
–No le convence, ¿podría explicarlo?
–Juan de Mairena instaura una Preceptiva.
Una manera de escribir.
Y la única Preceptiva aceptable
es la inexistente.
–Pero, al decir eso, ¿Usted no está creando…?
–Sí. La Preceptiva que brille por
su ausencia.
La palabra increada, la oración no dicha,
                el molde vacío.
–¿De vuelta al Caos?
–Del Caos no salimos.




Esperando el Motz

Si tuvieras en manos
una perinola alucinante
que, en vez de números, sus caras
ofrecieran palabras.
Intercambiables,
y en distintas lenguas,
palabras.
Palabras en el más bello desorden,
con sugestiones,
ráfagas
de delirio y brisas de inteligencia.
“Bello como el encuentro fortuito
sobre una mesa de disección
de una máquina de coser y un paraguas”
¿No es verdad Lautréamont?
“El Plagio es necesario”
Haces girar la perinola
y en esa danza todas las palabras
se vuelven
una sola:
así como los siete colores
se unen en el blanco.
Qué palabra –me dices–.
En principio fue el Verbo.
¿Qué pasó con el Golem cuando
cambiaron la palabra de su pecho?
Una palabra.
La perinola está por detenerse:
norte sur frío ángeles hambre valvas vulvas columnas
caballos sagitarios radares cocacolas
cántico de cánticos computadoras navegantes
clones de ratas y de cucarachas
realidades virtuales.
                        Se ha detenido
al fin la perinola.
Pero tus viejos ojos ya no pueden
                 distinguir la palabra.     

 

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