Darrell Scott, intérprete de Guy Clark


Música y poesía

Por Jorge Fondebrider

musica-scott.jpgLos intérpretes cantan las canciones que escriben otros. Es el caso de Frank Sinatra o Tony Bennet, el de Aretha Franklin y el de Gal Costa, para citar a unos pocos. Dicho de otro modo, los intérpretes no componen, sino que ejecutan lo compuesto por los compositores. Ahora bien, las razones por las que los compositores consagrados se dedican, en algún momento de su carrera, a grabar canciones de otros convirtiéndose en intérpretes son muchas. En algunos casos se trata de meros ejercicios de nostalgia, como en Rock and Roll (1975), de John Lennon, y Run Devil Run (1999), de Paul McCartney, en el que ambos ex- Beatles se dedican, cada cual a su manera, a celebrar los temas que escuchaban en su adolescencia. En otros, como en el reciente Americana (2012), de Neil Young, donde el cantante y compositor canadiense plantea versiones eléctricas de música tradicional de los Estados Unidos, se busca honrar un material remanido e incluso gastado desde una perspectiva completamente novedosa. Hay también quien recurre a las canciones ajenas por razones políticas, como fue el caso de Chico Buarque con su  Sinal Fechado (algo así como “semáforo en rojo”), de 1974, fecha en que la dictadura brasileña de aquellos años le impidió grabar sus propias composiciones, por entonces sujetas a todo tipo de censura...

No. 57 / Marzo 2013


Darrell Scott, intérprete de Guy Clark

 

Música y poesía
por Jorge Fondebrider


 

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Darrell Scott
Los intérpretes cantan las canciones que escriben otros. Es el caso de Frank Sinatra o Tony Bennet, el de Aretha Franklin y el de Gal Costa, para citar a unos pocos. Dicho de otro modo, los intérpretes no componen, sino que ejecutan lo compuesto por los compositores. Ahora bien, las razones por las que los compositores consagrados se dedican, en algún momento de su carrera, a grabar canciones de otros convirtiéndose en intérpretes son muchas. En algunos casos se trata de meros ejercicios de nostalgia, como en Rock and Roll (1975), de John Lennon, y Run Devil Run (1999), de Paul McCartney, en el que ambos ex- Beatles se dedican, cada cual a su manera, a celebrar los temas que escuchaban en su adolescencia. En otros, como en el reciente Americana (2012), de Neil Young, donde el cantante y compositor canadiense plantea versiones eléctricas de música tradicional de los Estados Unidos, se busca honrar un material remanido e incluso gastado desde una perspectiva completamente novedosa. Hay también quien recurre a las canciones ajenas por razones políticas, como fue el caso de Chico Buarque con su  Sinal Fechado (algo así como “semáforo en rojo”), de 1974, fecha en que la dictadura brasileña de aquellos años le impidió grabar sus propias composiciones, por entonces sujetas a todo tipo de censura. Y por supuesto, están también las razones estrictamente comerciales, que no siempre son espurias, como cuando Luis Miguel, en Romance (1991), se dedicó a cantar boleros, a resultas de su encuentro con Armando Manzanero. La lista, por supuesto, es infinita. Apelando al azar de la memoria recuerdo Moondog Matinee (1973), de The Band, Kojak Variety (1995), de Elvis Costello, South of Delia (2007), de Richard Shindell, Covers (2008), de James Taylor, los cinco volúmenes que Rod Stewart les dedicó, entre 2003 hasta 2010 a los standards de la música popular norteamericana, etc.

Podría, con todo, pensarse que cantar canciones de otros siendo un compositor reconocido obedece también a otras razones. Un ejemplo muy destacado es el de Bob Dylan. En distintos momentos de su carrera, en épocas que bien podríamos pensar como “de transición”, recurrió al material ajeno para cargar la batería. Ocurrió con Self Portrait (1970), cuando se grabó canciones del repertorio country, acompañado por un importante número de músicos de Nashville. También con Dylan (1973), un extrañísimo álbum de covers –con temas que abarcan un espectro amplísimo, que va del repertorio de Sammy Davis Jr. al de Joni Mitchell–, editado por Columbia, sin autorización de Dylan, cuando éste pasó de esa compañía a Asylum Records, de David Geffen. Mucho más importantes todavía son Good As I Been To You (1992) y World Gone Wrong (1993), dos álbumes solistas, completamente acústicos, donde el autor de “Mr. Tamborin Man” recurre al repertorio folk, tanto tradicional como contemporáneo, tanto de Gran Bretaña e Irlanda como de los Estados Unidos, para reinventarse y, en cierta forma, prepararse a ser el Dylan actual, ése de la voz rasposa y la gira internacional eterna.

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Guy Clark
Hay más. Está por ejemplo el caso de Darrell Scott (London, Kentucky; 1959). Hijo de Wayne Scott –célebre referencia de la música country norteamericana, muerto a los 77 años en un accidente automovilístico en 2011–, es, desde su adolescencia, cantante, compositor y multi-instrumentista. Como tal ha trabajado Scott con Steve Earle, Sam Bush, Emmylou Harris, Guy Clark, Tim O’Brien, Kate Rusby y Robert Plant –de cuya Band of Joy ha sido integrante–, entre muchos otros. Resulta interesante mencionar que, paralelamente, estudió poesía y literatura en la Tufts University, de Medford/Somerville, localidad cercana a Boston. Es muy probable que por ello haya desarrollado un especial interés por las letras de las canciones, lo cual se manifiesta en sus propias composiciones disco a disco, pero, sobre todo, en Modern Hymns (2008), un disco que se destaca por la enorme calidad literaria de los temas elegidos. Así lo manifiesta Scott en las pormenorizadas notas que presentan las canciones elegidas, firmadas por Gordon Lightfoot, Joni Mitchell, Kris Kristofferson, Hoyt Axton, Mickey Newbury, Paul Simon, John Hartford, Leonard Cohen, Bob Dylan y el inoxidable Guy Clark (1941), entre otros. A propósito de éste último, Scott señala que el tema elegido es una de las primeras canciones escritas por Clark –eminente compositor e intérprete de la música country, cuyas canciones merecieron versiones de, por ejemplo, Johnny Cash, Vince Gil y Ricky Sckaggs–  alrededor de sus 30 años. El cantante y compositor estadounidense Richard Schindell, quien me la hizo conocer, señalaba la profundidad psicológica y el increíble ejercicio de observación llevado a cabo por Clark, quien, poniéndose en la piel de un hombre mayor, logra un prodigio de simplicidad, potenciado aquí por la excelente versión de Darrell Scott.

Reproduzco a continuación el original en inglés.

 

 

And that old time feelin'

And that old time feelin' goes sneakin' down the hall,
Like an old gray cat in winter, keepin' close to the wall.
And that old time feelin' comes stumblin' up the street,
Like an old salesman kickin' the papers from his feet.

And that old time feelin' draws circles around the blok,
Like old women with no children, holdin' hands with the clock.
And that old time feelin' fall on it's face in the park,
Like and old wino prayin' he can make it 'till it's dark.

And that old time feelin' comes and goes in the rain,
Like an old man with his checkers, dyin' to find a game.
And that old time feelin' plays for beer in bars,
Like and old blues-time picker who don't recall who you are.

And that old time feelin' limps through the night on a crutch,
Like an old soldier wonderin' if he's paid too much.
And that old time feelin' rocks and spits and cries,
Like and old lover rememberin' the girl with the clear blue eyes.

And that old time feelin' goes sneakin' down the hall,
Like an old gray cat in winter, keepin' close to the wall.
And that old time feelin' comes stumblin' up the street,
Like an old salesman kickin' the papers from his feet.