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portada-arbol.jpg Árbol de corazones
Roberto Ransom,
Ediciones El Tucán de Virginia,
México, 2010.

Por Julieta Flores Jurado
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No. 58 / Abril 2013



Árbol de corazones
es mi primer encuentro con la obra de Roberto Ransom (Ciudad de México, 1960). La pequeña biografía del autor que encontramos en las primeras páginas del libro nos dice que, si bien su formación básica es en el teatro, la trayectoria de Ransom comprende todos los géneros: narrativa, poesía, ensayo, e incluso literatura infantil. Creo que este navegar entre géneros literarios se encuentra en el núcleo de Árbol de corazones: en una primera lectura, resulta difícil decidir si el lector se encuentra ante un libro de poemas en prosa, o una colección de breves ensayos poéticos. Por otra parte, Árbol de corazones es un libro bilingüe: algunos textos están en español y otros en inglés, y al final se incluye un apéndice con las traducciones de los poemas en inglés.

Natura, Amor y Vita, son los nombres latinos de las tres secciones que componen el libro. La primera es un bestiario poético habitado por monos, saltamontes, ardillas y coyotes, mientras que las dos secciones restantes tratan sobre el asombro que provocan las cosas más cotidianas y a la vez más extraordinarias: estar enfermo, un nudo, los libros en los muros de una oficina, el cuerpo de una mujer. Alicia García Bergua nota que el poeta se aproxima a sus objetos con los ojos de un científico y, a la vez, con cierta religiosidad. Creo que esta observación, sumada al conocimiento que posee el poeta de la lengua y la literatura inglesa, conecta a Ransom con poetas “de la naturaleza” como Gerard Manley Hopkins y Ted Hughes.

Los poemas de Roberto Ransom son altamente intertextuales; encontramos alusiones a la historia de Ezequiel y a los evangelios, y también a las artes visuales, concretamenteal cuadro de Caravaggio La incredulidad de Santo Tomás: “La herida tiene labios pero no los tiene. Sólo hay que mirar a Caravaggio. Su teología, hermanas, es la mía, pero el pudor gana a los pintores” (“La cruz es femenina”). Árbol de corazonesno incluye ilustraciones, pero creo que la visión de la naturaleza que Ransom presenta, trágica y cruda, evoca también a un artista mexicano contemporáneo, Francisco Toledo. El poema “Convenio con el mono chupatintas” recuerda la serie de grabados de Toledo titulada Informe para una academia (inspirada a su vez por un cuento de Franz Kafka), los animales humanizados de la forma más violenta:

El mono de la tinta me encara. Dice que está hambriento de tanto sorber los pigmentos de la letra impresa. Le causan terribles trastornos gastrointestinales, gastritis… peor, reflujo, que le incendia la boca del estómago y eso cuando no alucina con colores mal digeridos…


El libro no indica quién realizó las traducciones al español que conforman el apéndice. Probablemente son obra del propio Roberto Ransom. Las traducciones siguen muy de cerca los originales, aunque son notorias algunas adaptaciones al español mexicano, como la elección de “chapulines” como equivalente de “grasshoppers”, y la substitución de Webster’s Collegiate por Pequeño Larousse, un diccionario más familiar en los hogares mexicanos.

Árbol de corazones es también el título de uno de los poemas de la colección, aunque el original está en inglés y se titula Heart Tree. Su imaginería es una impactante combinación de ritos prehispánicos y el rito de la eucaristía. El mestizaje y el sincretismo se expresan de muchas maneras, y una de ellas, nos recuerda el autor, es la posibilidad de escribir poesía en dos idiomas, y de construir puentes entre uno y otro por medio de la traducción.