Del goce de la poesía

Por Asmara Gay


criticon-poesia.jpgAcariciadas por el cálido viento en la Arabia medieval, las palabras se deshilan en la boca de hombres y mujeres que se entregan a una de las actividades más importantes dentro de su ciudad: la poesía. Al igual que los griegos, los árabes sin importar si son reyes, esclavos o bandidos, componían versos e incluso se reunían en salones literarios donde poetas y gente ilustrada dialogaban sobre asuntos poéticos; pero esto en vez de ser una excepción en la vida diaria era cosa corriente. Es verdad, a los árabes su lengua, su imaginación y su pensamiento les pertenecían.
 

No. 58 / Abril 2013


Del goce de la poesía

 
Por Asmara Gay
 
 
Los que sueñan despiertos saben de mil cosas que escapan
a quienes sólo sueñan dormidos. En sus brumosas visiones captan
escapes hacia la eternidad y al despertar se estremecen de ver
que por un instante estuvieron al borde del gran secreto.

Edgar Allan Poe
 
 
 
criticon-poesia.jpgAcariciadas por el cálido viento en la Arabia medieval, las palabras se deshilan en la boca de hombres y mujeres que se entregan a una de las actividades más importantes dentro de su ciudad: la poesía. Al igual que los griegos, los árabes sin importar si son reyes, esclavos o bandidos, componían versos e incluso se reunían en salones literarios donde poetas y gente ilustrada dialogaban sobre asuntos poéticos; pero esto en vez de ser una excepción en la vida diaria era cosa corriente. Es verdad, a los árabes su lengua, su imaginación y su pensamiento les pertenecían.

Difícil es observar un goce parecido en el amplio territorio mexicano, latinoamericano o, quizás, hispano. Las palabras parecen objetos prestados que hemos de devolver tras la muerte. Escribir un poema o escuchar poesía es placer de pocos en la era moderna, a pesar de que algunos de sus elementos formen parte del habla cotidiana y de la música, arte emparentada con la creación poética pero que tiene mejor hado en este tiempo.

La poesía es creación, creación y deleite de la lengua materna, es lo que, en principio, se nos debería enseñar en las escuelas en lugar de hallar en ella únicamente una forma de alabar a políticos, personajes históricos, madres o a los mismos maestros que la enseñan. Esta manera de contemplar a la poesía como algo excelso porque tiene virtudes beatíficas y el hecho de que algunos poetas se perciban como dioses porque crean mundos y lenguajes a través de sus poemas provoca el alejamiento de la gente con respecto a la poesía y a los poetas. “Dios no es poeta”, dijo Daniel Sada en una entrevista con Mary Carmen Sánchez Ambriz.

“Dios no es poeta” o el poeta no es Dios son frases que podrían ayudar a que la gente se reconcilie con la poesía, porque si Dios es poeta o el poeta es Dios, ¿cómo esperamos que un simple mortal disfrute de la poesía? La poesía entonces debería estar en un santuario al que se recurra cuando sea absolutamente indispensable…

La poesía es un acto de libertad, espejo donde los hombres se asoman, y acaso, salen transformados, porque escribir poesía, como vivir una novela, es leerse en palabras, desgranar los instantes que pasan sin remedio, escuchar a la musa que creíamos ajena a nosotros y a la que le gusta disfrazarse de sonidos e imágenes.

Que la poesía habite en la vida cotidiana del ser humano como un acto creativo, inherente, hedonista, un lazo entre los hombres, a imitación de lo que pueblos de otras épocas han hecho, nos revela que la existencia es una invención humana que puede volver a ser forjada periódicamente y que la poesía es un refugio ante la insatisfecha rutina del mundo; un alimento espiritual, como diría Kandinsky, porque, por encima de todo, permite que cada individuo tenga el derecho de soñar por sí mismo.