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portada-landsmoder.jpg Landsmoder
Elena Salamanca
Editorial Equizzero,
El Salvador, 2012.

 
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No. 58 / Abril 2013


Untitled Document

Hincada toda la vida frente a la virgen y a la bandera,
/desarrollé unas rodillas fuertes
para sostener a mi patria. 

De la costra de mis rodillas nacieron todos los hongos
/de la tierra.

Frente a la virgen y a la bandera, de rodillas, recé
/y  canté.
Crecieron mis rodillas hasta echar raíz, 
hasta ser árbol,
madera,
mesa,
cama,
muleta,
atril.
Aquel sostén de niños que morían y se convertían
/en héroes y santos,
en héroes santos.

Alrededor mío crecieron todos los frutos de la tierra.
Cayeron al suelo y nacieron otros.
Tuve trigo.
Tuve harina.
Tuve pan.

Tuve hambre.

Y nada probé.


V


Cuando uno muere y sube al cielo, se convierte en niño,
decían las señoritas españolas venidas a menos
/en clase de religión.

Yo tenía 9 años y mi papá acababa de morir.
Entonces me acerqué a la señorita y le pregunté:

- ¿Si yo muero viejita y subo al cielo volveré a ser niña?
- Sí.
- ¿Y volveré a ver a mi papá?
- Sí, tu papá está en el cielo.
- ¿Pero mi papá será un niño?
-Sí
-¿Y yo seré niña?
-Sí.
-Pero yo no lo conocí niño, ¿no lo voy a reconocer?

La señorita se quedó callada.
Después dijo:

- Cuando subimos al cielo, nos convertimos en niños.

Y yo insistí:

- ¿Entonces no voy a volver a ver a mi papá?

La señorita no supo responder.

 

V

 

Las niñas se levantan la falda y paren.
Paren.
Paren niños delgados como ellas.

Apenas aprenden a caminar, los niños se caen.
Apenas hincan el diente en el pan, los dientes se caen.
El pan es muy duro,
los dientes son débiles,
los dientes son de leche, como dicen las abuelas.

Los niños nunca han tomado leche:
ni siquiera una gota
se desprendió del pezón magro de la madre.

El calcio solo viene de la leche y de los huesos,
/dicen las abuelas.
La leche está muy cara.
La leche está muy lejos.

Por lo tanto, los niños optan por los huesos.

Los niños comen los huesos,
mastican huesos,
van dejando un diente en cada hueso partido.
Pero el hueso tiene fuerza en la médula,
y la médula los va convirtiendo en unos niños  
/enormes,
malogrados,
ojerosos.
Ojos turbios.

Y los niños van mordiendo lo que encuentran
/en el camino.
Muerden a los perros,
muerden a los gatos,
atrapan a las palomas,
les rompen las alitas,
y chupan cada hueso de la alita,
tiran las membranas.
Escupen los corazones de los pájaros.

Los niños van creciendo.
No son débiles como las madres.
Siguen encontrando en el camino a las vacas
/y los caballos,
encuentran los vehículos, rompen los cristales;
encuentran las casonas, rompen las rejas.
Y los niños,
con sus dientes astillados,
con sus dientes malcrecidos,
con sus dientes podridos,
van mordiendo lo que encuentran en el camino.

Y muerden,
sobre todo,
la mano que los alimenta.

Los niños muerden
incluso
la yugular de esa niña
que es su madre.  



Muchacho, amor


Voy a levantarte del camino,
muchacho sin casa.

Yo te condeno a este amor:
bésame las manos,
bésame los pies.

No te enamores nunca:
tengo una piedra por corazón.

Quítate los zapatos,
quítate la ropa,
párate ante mí:
arrodíllate,
baja la mirada,
ponte como un perro,
las rodillas y las manos contra la tierra,
arquea la espalda,
ténsala.
Bésame los pies.

Me subiré en tu espalda
muchacho,
me pararé sobre ti.

Camina,
muchacho,
yo soy tu amor,
arrástrate con las manos y las rodillas,
sángrate las manos,
sángrate las rodillas,
mancha la tierra.

Yo soy tu patria,
muchacho,
y te condeno a este único amor.



Salve, Landsmoder


I

 
Soy buena porque abro las piernas.

Yo crié las ovejas,
yo degollé las ovejas,
y zampé sus cabecitas blancas en estacas alrededor
/de mi casa.

La gente sabía que yo era  buena
porque cerraba mis piernas únicamente el día
/que destazaba las ovejas.

 

Yo era tan buena:
la falda subida, las piernas abiertas,
que las gentes pensaban que las cabezas de las ovejas
/eran mis muñecas,
cosidas con mis manos,
pegadas con mi saliva,
bellos labios rojos
pintados con la sangre que brotaba de
/entre mis piernas.

 

Si cierro las piernas, ya no seré buena:
de mi sangre brotarán los hombres más infelices.
Y usted me dejará
con el hociquito listo,
la falda rasgada,
y mis ovejas perdidas
balando,
aullando

Lejos.

 

 
II

 
Parí
cuantas veces pude
los hombres de la nueva raza.

Pero solo lo terrible se desprende de mí:
cuánto coágulo,
cuánto plasma,
cuántos hombres que se degüellan como yo degollaba
/a mis ovejas.

III

Habría sido mejor parir piedras.



IV


Piedra no engendra piedra.

 

V

No pude parir  con la fuerza con que se pare el mármol  
/y los bellos cuerpos de las estatuas.


Mis hijos:
sin ojos,
mis hijos tuertos,
mis hijos sin piernas,
mis hijos
brotan
como brota la mala hierba
y se pudren
como el fruto caído.


VI


Yo habría querido aplastar
a aquellos hijos sin brazos,
aplastar sus cabezas con la piedra que destroza
/los sesos de la oveja.


VII

Una bola de hombres creció dentro de mí.
Cerré las piernas,
tuve miedo.

No quise parir más,
me mordí la lengua,
me clavé las uñas en la palma de la mano,
/con el puño cerrado.

Pero no pude detenerme:
Porque no he hecho más que parir
hijos para esta nación



VIII

Qué criatura horrible debí ser.
Nunca tuve un espejo para constatarme,
pero sentí la maldad de las dentelladas de mis hijos
/en mis múltiples pezones.

 
Mis hijos maman como maman los perros,
como maman los cerdos,
como maman los lobos.

Loba arrastrada fui por mis hijos.

Mis hijos crecían mientras me comían,
bebían la sangre que  manaba con mi leche.

Yo me arrastraba por el camino
y mis hijos se arrastraban conmigo.
Seguían naciendo,
y al solo nacer

pegaban una dentellada a una nueva ubre
/que me surgía por cada parto.

Las mordidas me iban convirtiendo en
/estos jirones de loba hambrienta.
Loba recién parida.
Loba herida que se soba las dentelladas hechas
/por sus hijos
y no tiene en su lengua ni una gota de un líquido
/para lamerlas.



IX


Parí un día.
Parí otro:
Parí siempre

De las estatuas caían lágrimas de azúcar:
Yo las limpiaba con el dedo,
las chupaba,
tenía hambre.

Yo,
que soy
la madre  que ha dado lo más terrible a esta tierra.



X

Yo no puedo decir que soy buena.
Merezco el entierro en esta tierra de impíos.

Que el cielo me proteja
y me ciele.

Solo Dios sabe con cuánta dulzura cavo mi tumba.

 

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