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No. 58 / Abril 2013 


Alma mía de cocodrilo

Por Alicia Segura
 


 

infantil-58-01.jpg Es un libro pequeño lleno de colores. Las ilustraciones fueran hechas por niños. Es un libro para niños, aderezado por los niños. ¿Algo significa? Sí, en principio, juego y belleza. Los fragmentos que se seleccionaron para formar la antología, son breves líneas poéticas que representan universos diversos. Fragmentos que fueron tomados de los distintos poemarios de Efraín Huerta. No obstante, este último aspecto, un niño no lo sabe, a decir verdad, tampoco importa mucho, pues el objetivo de la colección Alas y raíces a los niños es acercarlos de manera lúdica a la lectura de poesía.

La introducción hecha por Felipe Garrido hace las veces de un cuento:

 

Había una vez un poeta que decidió ser cocodrilo. Cada vez que se asomaba a los espejos, en lugar de mirar su cara de hombre que quería peinarse o rasurarse o averiguar si le quedaba bien una corbata, descubría su cara de saurio –esos son los caimanes, lagartos y cocodrilos-, Y antes de retirarse, lo último que hacía era alzar un poquito los labios, ladeando la boca, no para ver si se la había lavado, como algunos creían, sino para admirar su terrible, brillante y erizada dentadura. Aquel poeta se llamaba Efraín Huerta.

 

El libro transcurre contando las aventuras de un viejo cocodrilo que escribe sobre la vida. Uno de los poemas del apartado inicial, titulado El cocodrilo y los niños, dice: “Lentamente, la paloma violeta/ anidó en el hombro de derecho de la muchacha negra./ Lentamente, una sonrisa de oro/ se hizo luz en los labios de la muchacha negra.” Como lo señalé líneas arriba, las ilustraciones juegan un papel preponderante, pues ilustran de bella manera cada uno de los poemas. Me gusta pensar que no son una extensión de los poemas, son de alguna manera textos autónomos cuya vida se enriquece con los textos, más aún si pensamos que los dibujos fueron hechos por niños. Los niños que antes leyeron los poemas del viejo cocodrilo y entorno a ellos imaginaron una historia, un rostro y los colores que adornarían a éstos.

infantil-58-02.jpg Es loable encontrar libros de poesía para niños, si bien es cierto que Huerta no escribió expresamente estos poemas para ellos; sí es verdad que fueron seleccionados cuidadosamente para un público infantil. En la entrega del número anterior sobre Al térreteque. Sabines para niños, hablaba de la importancia de la colección Alas y raíces a los niños, entre otras cosas porque es una aportación valiosa a la biblioteca de todo niño y no tan niño, pues la edición en sí misma, ya vale mucho la pena.

La parte final del libro es entrañable, David infantil-58-03.jpgHuerta, hace un retrato de su padre entre las calles de México, hace un breve recorrido por sus años de estudiante, su participación en la generación de Taller y su quehacer como poeta. “Pero hay dos temas que predominan en su poesía: el amor y la ciudad. No cualquier ciudad, sino la Ciudad De México, la antigua México-Tenochtitlan.” La ciudad a la que le escribió dos poemas emblemáticos: Declaración de odio y Declaración de amor, contenidos en Los hombres del alba. En suma, Alma mía de cocodrilo es un excelente inicio para acercarse a la obra de este enorme poeta.